El tema de la educación en los niños es importante no solo por aquella frase de cajón de que ellos “son el futuro”, más bien porque lo que somos hoy en día es una construcción y resultado de nuestras experiencias en la infancia. Ahí es donde radica la importancia de que, si somos padres, construir esos valores en nuestros hijos. La autoestima es la manera en que un individuo se percibe a sí mismo, es decir, qué pensamientos y sentimientos tiene sobre ella o él. Esta se adecúa a las perspectivas y expectativas que tiene un niño o una niña, aunque también depende de las opiniones y expectativas que tienen los demás sobre ella o él.
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Cromos conversó con Laura Ospina, médica psiquiatra de niños y adolescentes, PhD, que para empezar nos dio un poco de teoría útil para este tema tan importante. Resulta que la autoestima se va desarrollando en etapas muy tempranas, incluso desde antes que nacer, cuando ya ha nacido, entra en una etapa de exploración y recogida, según la doctora, y es importante que sus padres y/o cuidadores (todas las personas significativas en su vida) lo acompañen en estos.
“Gran parte de la autoestima se forma en ese proceso de exploración y de cómo estas personas a su alrededor, estos cuidadores, fomentan y apoyan el proceso de exploración bien sea para las consecuencias positivas como para las negativas”, explica Ospina. Básicamente lo que ella dice es que, a partir de ese acompañamiento de explorar y reforzar los logros se van construyendo, pero si se trata de un fracaso, entonces también ayudarle regular esas emociones, desde ahí parte una autoestima saludable.
La psiquiatra añade: “cuando el niño va y explora el proceso de recogida es ayudarle a sintonizar sus emociones, bien sean positivas o negativas, y esto tiene un gran valor para la autoestima porque el proceso de exploración, si yo tengo unos padres que me enseñan a explorar y me ayudan a regularizar mis emociones va a ser el cimiento de lo que sería el proceso de autoestima”.
Ahí Laura Ospina pone el ejemplo de los llamados papás “helicóptero”, que son esos padres muy ansiosos que no dejan que sus hijos explores por el miedo en que sufran, se lastimen o les vaya mal, es decir, parientes muy protectores, en estos casos, el resultado es un infante más inhibido, que le cuesta explorar, que no va a sentir la confianza para empezar tareas nuevas y que en el futuro pueden convertirse en personas que seguramente sufrirán de ansiedad.
Entonces también es clave lo que es el reforzamiento positivo, “si yo hago algo bien y tengo un incentivo a cambio, me felicitan, me aplauden, veo que la gente se alegra, esto hace que yo haga más veces esta conducta porque entiendo que tengo un refuerzo positivo, lo mismo que los refuerzos negativos, si hago una cosa y me castigan, o no me va tan bien o veo desaprobación, pues voy a tender a no hacerlo”, afirma la experta.
Es clave motivar a los hijos constantemente para que sean independientes y se den cuenta de que son lo suficientemente capaces para hacer las cosas bien y solas. Además, los padres deben actuar como espejo, es decir, si el niño ve que su papá es temeroso, seguro el pequeño va a terminar adoptando esas actitudes y le costará mucho explorar, asimismo, la desaprobación por parte de esas figuras mayores también puede lacerar lo que es la autoestima.
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Por su parte, Paloma Carvajalino, psicóloga clínica, magister y especialista en trastornos emocionales, sobre la construcción de la autoestima en los niños añade: “en mi libro ‘Lola y su rincón de emociones’ hablo de eso, reconocer las emociones como parte de la vida diaria, cuando yo hago que mi hija se sienta cómoda frente a la frustración, no significa que le guste o la gestione a las mil maravillas porque es un proceso de aprendizaje a lo largo de la vida y cuesta mucho, pero cuando hago que mi hija se sienta cómoda frente a sentirse frustrada y cuando logro que ella comprenda que probablemente las cosas no siempre salen como yo quiera todos los días y que eso hace parte natural del proceso de vida, eso es lo que me va a generar ese proceso de gestionar, me va a dar esa tranquilidad de saber cómo conectarme, acercarme o relacionarme”.
Sobre cómo enseñarles a los niños a lidiar con los fracasos, Laura Ospina comenta: “les debemos enseñar desde muy chiquitos a tolerar la frustración, eso genera un aprendizaje importante, pero también el fracaso y los errores nos llevan a poder desarrollar otro tipo de habilidades y competencias, por ejemplo, la resiliencia, que hace parte de haber pasado por algo difícil, o la esperanza, eso es muy importante”.