Llegados a cierta edad, que son un poco más conscientes de sus palabras, los niños empiezan a recurrir a las mentiras. Poco antes de cumplir 5 años, las mentirillas son naturales e inocentes, sin intención. Esto se da particularmente porque suelen mezclar la fantasía con sus juegos y cuentos.
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Por lo tanto, aunque no es lo deseado, una mentira esporádica es normal y no hace mayor daño. El problema llega cuando mentir se convierte en algo habitual, por lo que debes intervenir para frenar esta tendencia en tus hijos antes de que se convierta en un mal hábito, difícil de quitar.
¿Por qué mienten los niños?
Antes de intentar quitar las mentiras en tus hijos es clave reconocer los motivos por los que está mintiendo para entender qué le está sucediendo y qué es lo que busca obtener con la mentira. Por ejemplo, si quiere evitar un castigo, seguramente te dirá que “no lo hizo”.
Otro motivo es por conseguir directamente algo, como un premio. Por ejemplo, si sueles darle como incentivo un dulce al terminar sus tareas, para apresurar el momento, te dirá que ya acabó cuando no es así.
También puede estar sintiendo la necesidad de aparentar frente a otras personas de su círculo para ser aceptado. Por ejemplo, para lucir “más cool” puede decir que tiene un auto, aunque no sea así.
Además, los hijos son tu reflejo. Si llegan a notar que mientes, repetirán el patrón porque creerán que es correcto y te imitarán.
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¿Cómo evitar que mi hijo diga mentiras?
Lo primero que debes saber es que en este proceso es clave que evites ponerle la etiqueta de “mentiroso” no sólo porque resulta desagradable sino porque lo va internalizando y puede jugar en tu contra al convencerse de que hace parte de su identidad.
Para empezar a trabajar en este problema, debes confrontar la conducta cada vez que se presente, enseñándoles sobre la importancia de la honestidad para evitar que las mentiras se vuelvan un mal hábito.
Los niños pequeños aprenden sobre los valores que son fundamentales por medio de actos y palabras, de su modelo a seguir. Conversar acerca de la sinceridad y honestidad hará una diferencia para que empiece a apropiarse de estos valores. Por ejemplo, si el niño comete un error debes enseñarle a admitir la verdad, además de entender que debe asumir las consecuencias.
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Involúcralo en la búsqueda de soluciones, destacando que lo importante es haber sido sincero y los demás daños se pueden arreglar juntos. Así crearás un ambiente de confianza, cercanía y calidez en el hogar, en el que no sentirá temor de ser honesto.
Si notas que las mentiras ya se han vuelto habituales para intentar persuadir, manipular o convencer a los demás; además de estar ligado en muchas ocasiones con sentimientos de temor o ansiedad, puede ser el momento de buscar ayuda de un psicólogo infantil.