Berrinches, pataletas, niños
“Mamá, cómprame este juguete”, “regálame ese computador”, “papito, quiero una cicla para montar con mis amigos”, “quiero, quiero, quiero…” Así son los niños que de tanto en tanto se le antoja un capricho; pedir es su lema y por eso se vuelven demandantes y exigentes, en muchos casos por la complacencia de los mismos padres, quienes no ponen límites desde un comienzo.
Es cierto que tu hijo, como todo niño, tiene necesidades básicas que deben ser atendidas: alimento, ropa, juguetes, útiles para el colegio, etc., y es normal que entre los 2, 3 o hasta los 4 años no las pida sino las exija. Pero cuando se excede en sus solicitudes y todo lo que ve lo quiere, puede convertirse en un pequeño lleno de caprichos si se le da gusto en todo y, ante una mínima negativa, llora o patalea hasta lograr su objetivo.
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Por tal motivo, es tu tarea evitar que este comportamiento se prolongue en el tiempo y que tu hijo poco a poco tenga claridad sobre la diferencia entre necesidad y capricho, pues no todo lo que venden en una tienda, hay en un almacén u observa en un estante, lo requiere para subsistir, sentirse bien o ser feliz.
Los niños caprichosos se sienten el centro del hogar y piensan que todo debe girar en torno a ellos. Por eso creen que tanto padres como demás familiares, incluso allegados, están obligados a atenderlos y satisfacer inmediatamente todas sus demandas; de no ser así, corren el riesgo de ser espectadores en primera fila de sus pataletas y berrinches.
“Los niños caprichosos actúan de acuerdo con un registro de experiencias formativas dadas por sus progenitores, quienes les proporcionan elementos para obtener lo que quieren. Muchas veces lo hacen para llamar la atención, otras para manifestar inconformismo por situaciones existentes en su cotidianidad”, expresa la psicóloga Cecilia Buitrago Suárez.
Pero de la forma como procedas durante sus primeros indicios de niño caprichoso, dependerá que sus acciones se conviertan en una dificultad transitoria o permanente, porque al no obrar adecuadamente y a tiempo, le darás alas para que se transforme en el centro de atracción y receptor de todas sus pretensiones.
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Y es probable que los efectos de dicho comportamiento sean perjudiciales para tu hijo en el futuro, quien seguramente estará en aprietos para enfrentar los inconvenientes comunes a cualquier ser humano en sus etapas de infancia o plena madurez, pues si desde pequeño se acostumbra a obtener todo lo que pide, tendrá poca resistencia a las negativas, fracasos y frustración.
Para enseñarle a tu niño que no siempre puede obtener lo anhelado, te indicamos algunas recomendaciones que te serán de gran ayuda:
No lo complazcas en todo. Ser permisivos con él y brindarle todo lo que pide para que, aparentemente, siempre esté feliz y se porte bien es un error. Por el contrario, formarás un niño voluntarioso, terco, soberbio, manipulador, orgulloso e incapaz de admitir un “no” como respuesta.
Establece normas. Es importante implementarle límites y reglas firmes desde pequeñito, que esté en capacidad de entender y respetar con el fin de que sepa lo que puede o no puede hacer. Son fundamentales para una óptima educación y formación integral de tu hijo.
Enséñale a valorar el esfuerzo. Con el fin de que comprenda que no todo cae del cielo y que lo que desea hay que merecerlo; por ejemplo, si mantiene sus juguetes ordenados o si su comportamiento es bueno. No se trata de premiarlo siempre para que no te manipule, pero sí de reconocer ocasionalmente sus logros o avances con algo que ambiciona.
No premies su mal comportamiento. Por el contrario, si su conducta o actuar son inadecuados, abstente de obsequiarle lo que te pide, por más que te arme melodramas o pataletas.
No cedas. Si lo haces por desgaste, remordimiento, impaciencia, por sus arrebatos u otro motivo, descubrirá tu lado más débil y sabrá que tiene vía libre para hacer lo que quiera y cuando quiera. Es esencial que en todo proceso formativo actúes con coherencia, claridad, constancia y firmeza.
Actúa en concordancia con tu pareja. En palabras de la psicóloga y orientadora de la Secretaría de Educación Distrital de Bogotá, Cecilia Buitrago, “las pautas de crianza establecidas en el hogar son determinantes en los procesos educativos de los hijos; por tal razón, se les recomienda a los padres fijar patrones de exigencia únicos que le permitan al niño reconocer las normas y actuar con seguridad ante posibles situaciones”. Si uno de los integrantes de la pareja es estricto y el otro permisivo, tu hijo acudirá siempre a quien cede más para manipularlo, manejarlo y satisfacer sus deseos y caprichos.
Estimula más lo emocional. Lo ideal para que no se transforme en consumista y caprichoso, es que sus avances y logros no sean retribuidos siempre con premios materiales. De esta manera, aprenderá a ser receptivo con otro tipo de recompensas más sensibles y emocionales: amor, abrazos, reconocimientos con frases bonitas, etc.
Entretenlo. La distracción con otras actividades de su gusto puede resultar una opción válida para hacerle olvidar su capricho pasajero, sobre todo si tu hijo es muy pequeño.
Todo con amor. Tu cariño siempre será la mejor recompensa para tu niño y él lo sabe, por más que en momentos determinados le den pataletas, llore o grite, o así te toque hablarle con seriedad y firmeza. Cuando lo reprendas o le digas “no”, intenta hacerlo con afecto y paciencia.