Los hábitos de vida saludable son muy positivos para prevenir muchas enfermedades o disminuir el impacto en la salud de los niños. Como papás, podemos ayudar a que se mantengan sanos y fuertes.
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Gran parte de las enfermedades estacionales (relacionadas con los cambios de clima) que afectan a los niños pueden prevenirse, si se implementan buenas prácticas para aumentar las defensas. Cuando el organismo de nuestro hijo se enfrenta a un virus debe estar fuerte para combatir los gérmenes y por esto, para salir vencedor, debe contar con un sistema inmune en buenas condiciones.
¿Cómo ayudar a los niños a aumentar las defensas?
Es clave que, durante todo el año, no solo cuando se acerca el invierno y la época de lluvias, sepamos cómo mantener al sistema inmune de nuestros hijos en óptimas condiciones, para que pueda enfrentarse a la gripa o cualquier virus.
La mayoría de las personas nacemos con una inmunidad suficiente para combatir a los gérmenes más comunes, pero es necesario exponernos a ellos en ocasiones para poder ‘entrenar’ a nuestros soldados para responder ante los gérmenes en el futuro.
Con estos consejos podrás ayudar al sistema de defensas naturales de tu hijo a estar siempre en sus mejores condiciones.
1. Alimentación completa y saludable
La dieta y el tubo digestivo son primordiales para el sistema inmune. No solo es la puerta de ingreso de muchos gérmenes, sino que además se compone de una flora bacteriana “buena”, llamada microbiota.
Los microorganismos positivos aportan muchos beneficios a nuestra salud y, para que trabajen adecuadamente, es necesario nutrirlas como corresponde.
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Además, los alimentos son fuente de los nutrientes que nuestro cuerpo no puede fabricar por sí mismo y que contribuyen a su equilibrio.
Ten en cuenta estas recomendaciones nutricionales para una buena alimentación:
- Opta por los alimentos hechos en casa y evita los procesados
- Asegúrate de tener una ingesta suficiente de todos los grupos de alimentos, en las proporciones adecuadas para la edad
- Utiliza distintos aceites para favorecer la ingesta de distintos tipos de ácidos grasos y minerales. Por ejemplo, el aceite de oliva es fuente de vitamina e y el aceite de girasol, de omega-6.
- Incluye alimentos ricos en probióticos como los yogures y las leches fermentadas.
- Ofrece agua como bebida principal, ya que la buena hidratación les permite a las mucosas mantenerse húmedas y sanas para poder resistir al ingreso de los gérmenes.
2. Enséñales buenas prácticas de higiene
La higiene de las manos es una medida sencilla, pero con la pandemia pudimos comprobar lo efectiva que es para proteger millones de vidas. Con una buena técnica, se reduce considerablemente la transmisión de gérmenes.
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Recuérdales a tus hijos estos puntos para hacerlo de la mejor manera:
- Lava tus manos con agua y jabón, durante al menos 40 segundos
- Restriega la palma, el dorso, los pliegues de los dedos, la zona por debajo de las uñas y las muñecas
- Enjuágate con agua y sécate con toalla de papel o al aire
- Repite esto cada vez que vayas al baño, cuando regreses a casa de estar en la calle, después de jugar con tu mascota, antes de comer y cada vez que sean visiblemente sucias
También es importante mantener los ambientes libres de humo, pues el tabaco y otros tóxicos pueden afectar fuertemente las defensas de los niños.
3. Incúlcales hábitos para tener una vida saludable
Además de tener una buena alimentación, es necesario que los niños aprendan a mantener una vida lo más activa posible. La actividad física es positiva tanto para mantener la salud como para prevenir las enfermedades.
La actividad deportiva al aire libre potencia beneficios a todo el organismo: a los pulmones les permite respirar aire fresco y cargado de oxígeno, a la piel le permite recibir el estímulo solar que necesita para producir su propia vitamina D, entre otros.
También debe aprender a tener siempre un buen descanso, ya que durante el sueño nuestro organismo realiza importantes procesos para mantenerse sano.
4. Equilibrio entre la exposición a los virus y los cuidados de la salud
La memoria inmunitaria se va adquiriendo con las sucesivas experiencias infecciosas, por lo que enfermarse de vez en cuando también tiene sus efectos positivos posteriormente, ya que el cuerpo estará mejor dotado.
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Sin embargo, hay etapas en la vida, como los primeros 2 años de la infancia, en las cuales es necesario ser cautelosos con las exposiciones a enfermedades, porque los pequeños todavía no cuentan con un sistema inmune maduro para enfrentar todos los gérmenes, por lo que las inmunizaciones las reciben de las vacunas.
5. Respeta el tiempo de recuperación de tu hijo
Al enfrentarse a una enfermedad en nuestros hijos siempre querremos encontrar las soluciones para acabar con las molestias, recurriendo incluso a “remedios mágicos”. Sin embargo, esto tiene sus riesgos, además de que rara vez son tan efectivos como prometen.
Debes tener claro que los tiempos de cada proceso son individuales y el sistema inmune de nuestro hijo trabaja a su propio ritmo. Querer acelerar la evolución de una enfermedad no es una solución viable ni mucho menos adecuada.
Al respetar los tiempos de recuperación de cada infección, le das la posibilidad al organismo del pequeño de reponerse para la siguiente batalla.
