Hematomas y chichones en los niños
Caídas y golpes a la vista; son los gajes del oficio y el precio que hay que pagar cuando tu pequeño juega y corre por la casa, en las calles o en los parques, sin tomar precauciones y sin temor alguno ante un posible aterrizaje de emergencia en el suelo.
Cualquier persona tiene un tropezón en la vida, y tu hijo seguramente tendrá varios más, sobre todo cuando está aprendiendo a caminar y no tiene la habilidad ni estabilidad necesarias para sostenerse mucho tiempo de pie, o durante la etapa en la que quiere permanecer constantemente en movimiento y explorar cada cosa que ve o espacio en el que se encuentra.
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En la mayoría de ocasiones seguramente serán percances leves que no pasarán del susto, un leve dolor y un llanto por unos pocos segundos o minutos, y que sanarán con tu cariño y consentimiento.
Pero en otras oportunidades tal vez tengas que lidiar con moretones, chichones o hematomas, y es mejor que estés presta para actuar sin alarmarte.
Hematomas
También denominados moretones. Son manchas o marcas que se generan después de un golpe debido a hemorragias que se presentan debajo de la superficie de la piel por el rompimiento de vasos sanguíneos. Primero su color es rojizo, pero después se vuelve como azul violeta hasta tornarse amarillo verdoso.
“Cuando un menor de edad presenta hematomas secundarios a trauma, se debe aplicar hielo inmediatamente después de la lesión para así reducir el flujo de sangre alrededor del área. Posteriormente se puede aplicar calor local para mejorar la circulación e incrementar el flujo sanguíneo.
Adicionalmente, se pueden aplicar en el área afectada cremas antiinflamatorias para ayudar a minimizar la lesión”, explica la doctora Diana Salamanca, pediatra de la Pontificia Universidad Javeriana.
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Es recomendable que por ningún motivo pinches el hematoma, debido a que es probable que se genere sangrado y posteriormente una infección, que es más riesgosa que el mismo moretón.
El dolor es variable y puede ser leve o intenso; consulta con el pediatra qué tipo de medicamentos puedes darle para aliviarlo.
Raspones
Si sangra, presiona constantemente sobre la herida con una gasa, paño o pañuelo limpios durante unos 5 o 10 minutos o hasta que cese el sangrado. Después, también por unos 5 o 10 minutos y con suavidad, limpia muy bien la herida con agua y jabón, y al terminar usa una solución desinfectante –jamás alcohol–, con el fin de evitar una infección.
Aplícale una crema antiséptica con propiedades analgésicas, antiinflamatorias y cicatrizantes para calmar el dolor y prevenir la inflamación. Para finalizar, cubre la zona afectada con una cura o gasa hasta que sane.
Si el corte es profundo y abierto, es probable que necesite puntos de sutura, caso en el que tu hijo debe ser revisado y tratado por un pediatra.
Chichones
Pueden formarse tan pronto hay golpes en la cabeza. Para que la inflamación disminuya con prontitud, procede de inmediato, poniéndole con cierta frecuencia una bolsa de gel frío o cubos de hielo envueltos en una compresa o paño para que no se queme la piel.
Posteriormente, cuando notes que ha disminuido el tamaño del chichón, puedes aplicarle durante algunos días una crema o pomada antiinflamatoria para que siga bajando su tamaño. Consulta con el especialista cuál es la ideal para tu hijo.
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Sea por chichón, raspadura o hematoma, “se debe consultar al médico inmediatamente si hay riesgo de sangrado, si tiene antecedentes de trastornos de coagulación, si presenta mucho dolor en el área después de varios días de manejo en casa o si en la zona lesionada se evidencian signos claros de infección”, según indica la doctora Salamanca. También si tu hijo tiene vómito, le cuesta trabajo mantener el equilibrio o si hay pérdida de visión.
Por más precauciones que tomes y así permanezcas a su lado, es difícil impedir que tu pequeño tenga caídas y golpes. Pero es factible minimizar los riesgos si tienes en cuenta ciertas recomendaciones.
Mantén libres los espacios. En la medida de tus posibilidades, procura que en los lugares por donde transita, salta, corre y juega tu hijo no haya tantos obstáculos con los que pueda tropezarse o que le ocasionen caídas.
Cubre algunas áreas. Con el fin de amortiguar los golpes, pon alfombras, tapetes o colchonetas en los sitios donde acostumbra a desfogar su energía. Si no se arrugan fácilmente o están fijos al piso, mucho mejor.
No te despegues de él. Especialmente cuando están en la calle o en el parque; un mínimo descuido de segundos o minutos es suficiente para que las travesuras o “actos heroicos” de tu hijo culminen en accidentes.
Ponle calzado adecuado. Que se ajuste adecuadamente al tamaño de sus pies y con suela antideslizante, que no permita que se resbale con facilidad.
Vela por su protección. Cualquier medida preventiva que tomes no sobra y puede resultar efectiva. Por lo tanto, si en donde vives hay escaleras, instala barreras de seguridad que impidan su paso, almohadillas protectoras en los bordes de muebles, tapetes antideslizantes en las duchas o barandas de seguridad en su cama, entre otras alternativas.