Niños interrogadores ¿Por qué preguntan tanto?
Aunque en ocasiones puede impacientarte que tu hijo te haga muchas preguntas, es una etapa valiosa para él porque se despierta su curiosidad y logra diversos conocimientos.
Por Redacción Cromos
02 de marzo de 2021
Para los especialistas es un comportamiento normal que forma parte de un desarrollo.
¿Por qué la luna es redonda? ¿Por qué el mar es tan grande? ¿Por qué pones la silla ahí? Por qué, por qué, por qué… Seguramente para cada pregunta de tu hijo tendrás una respuesta, pero inmediatamente él te hará nuevos interrogantes, algunos de la cotidianidad, otros tan profundos que te sorprenderán y unos más que te harán sonrojar o titubear.
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Mientras que para ti y muchos padres pueden ser momentos de intranquilidad y frustración por lo persistentes y repetitivos que se tornan los niños, para los especialistas es un comportamiento normal que forma parte de un desarrollo adecuado mediante el cual conocen el mundo en el que viven y obtienen múltiples aprendizajes.
No es que tu pequeño quiera probar tu nivel cultural ni hacerte quedar mal, es simplemente la etapa de los por qué, por la que atraviesan la gran mayoría de niños entre los 2 y 4 años, cuando comienzan a manejar mejor el lenguaje y se avivan más sus deseos de explorar, curiosear y ampliar sus conocimientos sobre su entorno, lo que ve y escucha.
Sigue a Cromos en WhatsApp¿Y quién mejor para aclararle sus dudas y satisfacer sus curiosidades que tú? A quien ve como un mediador entre sus cuestionamientos o inquietudes y la realidad que está experimentando y conociendo. Por lo tanto, es fundamental que respondas a sus preguntas, sin necesidad de buscar en la biblioteca libros especializados o recurrir frecuentemente a buscadores en internet, y mucho menos de mostrarte como una erudita que conoce de todos los temas ¿Entonces cómo?
Con espontaneidad.
Basta con poner a funcionar tu sentido común y contestarle con respuestas breves, sin necesidad de profundizar tanto en las temáticas, usando un lenguaje sencillo y de fácil comprensión, acorde con su edad y nivel de desarrollo.
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Sin censura:
Como todo niño, muy probablemente tu pequeño no tendrá “pelos en la lengua” y te interrogará sobre lo divino y lo humano, pero por más absurdo, insignificante o intratable que te parezca el tema, es esencial que le contestes, de acuerdo con su edad y nivel de compresión, porque para él puede ser muy importante para mantener una comunicación fluida entre los dos y porque, de alguna manera, intentará buscar la información con otras fuentes, tal vez no tan confiables ni aptas para él.
Con la verdad por delante:
“Si yo no tengo una respuesta, lo mejor es reconocerle al niño que no la sé. Solo hay que darle información verdadera y necesaria, no inventarle historias porque puede creerlas y después es muy complicado desmentirlas. Pero también es una buena oportunidad para que con él se haga una exploración, como una aventura en la que averigüemos entre los dos y aprendamos los dos”, comenta Manuel Ruiz, psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana*.
Sin ofenderlo:
“No seas tan cansón” o “Es una pregunta muy tonta” y otras por el estilo, no son frases adecuadas, como tampoco lo es burlarse o reírse de él, pues son reacciones que pueden hacerlo sentir mal y lastimar su confianza y autoestima. Lo ideal es dilucidar sus cuestionamientos para que pueda seguir adelante con un eficaz proceso de aprendizaje, conocimiento y creatividad.
Con buena actitud:
Es aconsejable que permanentemente estés con ánimo y disposición para resolver las dudas de tu hijo, pero si tienes otros compromisos, cosas urgentes por hacer o si hay mucho “bombardeo” de preguntas y tu paciencia está llegando al límite, no lo cortes tajantemente; es mejor opción si le dices con amabilidad y en buenos términos que después o al día siguiente continuarán. Lo esencial es que sepa que siempre hay un canal abierto y que tiene libertad para preguntar.
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Repreguntando:
Es una alternativa para que el interrogatorio se convierta en una charla amena, menos fastidiosa para ti y para que haya retroalimentación y tu hijo sienta que sus opiniones son tenidas en cuenta. Por ejemplo, si él te pregunta “¿Por qué eres más alto que yo?”, cuando le des tu respuesta puedes decirle “¿Tú por qué crees?”
Sin temas vedados:
Sobre todo cuando te haga preguntas incómodas. “En este caso siempre hay que tener una actitud para escuchar y entender, porque hay palabras y conceptos que para los niños tienen un sentido muy diferente al de los adultos, que muchas veces se asustan con preguntas de los niños porque creen que le dan la misma connotación, especialmente las relacionadas con el sexo, las drogas o la muerte. También es recomendable estar pendientes de cuáles son los sentimientos del niño y que pueda expresarlos. En conclusión, escuchar, clarificar conceptos e indagar por las emociones que se producen en el niño”, asegura Manuel Ruiz, estudiante de doctorado en Educación y Supervisión de Consejeros, en Lindsey Wilson College, en Kentucky, Estados Unidos.
*mar@javeriana.edu.co