Todos los papás hemos deseado con todas nuestras fuerzas que nuestros hijos vinieran con un manual de instrucciones para saber exactamente cómo actuar, qué hacer y qué necesitan de nosotros. Tristemente esto no es así y mucho del oficio de ser padres lo aprendemos con el “Prueba y error”.
Por el camino nos iremos dando cuenta que hay decisiones más sencillas de tomar, en las que actuamos por instinto o sentido común, mientras hay otras circunstancias en las que no siempre estamos seguros de lo que hay qué hacer.
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En acciones tan pequeñas como despedirnos de nuestros hijos, nos encontraremos con grandes dilemas que, aunque no parezca, pueden tener un fuerte impacto en los niños. Por practicidad y rapidez, sí que es más fácil aprovechar a que estén distraídos para salir de casa sin hacer ruido para que no se den cuenta, pero ¿es la mejor opción?
¿Por qué algunos padres evitan despedirse de sus hijos?
¿Por qué algunos padres evitan despedirse de sus hijos?
El motivo más frecuente por el que los papás recurrimos a “desaparecer” e irnos sin despedirnos, es por intentar evitar que el bebé o el niño lloren, hagan una pataleta y pasen por un mal rato, ya que hay ciertas edades de la infancia donde es muy difícil para nuestros hijos separarse de nosotros.
Una de estas etapas se da alrededor de los ocho meses, cuando el bebé empieza a adquirir ciertas capacidades por su cuenta, y experimenta la famosa angustia de separación, entonces empieza a notar que la madre es un ser independiente a él, por lo que perderla de vista, aunque sea solo unos minutos, le causa una angustia enorme al no saber cuándo volverá.
Otro motivo, es cuando los padres harán una salida rápida, que no les tomará más de 30 minutos (para hacer alguna compra, solucionar una diligencia sencilla, etc.), por lo que optan por salir cuando los hijos están distraídos con otra cosa, pensando que, como volverán tan rápido, “ni siquiera lo notará”.
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¿Por qué nunca debes irte sin despedirte de tu hijo?
Por más que queramos evitarles el momento triste a nuestros hijos con esta salida sigilosa, si nunca les explicamos que debemos salir y volveremos a estar con ellos en algunas pocas horas, será más difícil para ellos comprender lo que está sucediendo porque igual notará tu ausencia.
A ninguno nos gusta ver llorar a nuestros hijos, pero como en muchas otras situaciones de la crianza, estos momentos se deben llevar con paciencia y comprensión por nuestra parte, para que asimismo ellos puedan manejarlo con calma.
Para un niño pequeño, notar que su mamá ha “desaparecido” sin que él se diera cuenta de nada le genera un gran desconcierto y angustia, pues no entiende cuándo ni por qué se ha ido, cuándo regresará o incluso si volverá de plano, por lo que puede empezar a invadirlo el sentimiento de abandono.
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Inicialmente puede parecernos innecesario o inútil despedirnos, sea porque el bebé es muy pequeño y o porque igual llorará, pero con esta sencilla acción aprenderá poco a poco que cuando mamá o papá se despiden, siempre regresan. Y tarde que temprano el llanto desaparecerá.
Si optamos por desaparecer o salir cuando no nos está viendo, el niño puede sentirse traicionado o engañado, lo que lo volverá desconfiado y dificultará aún más este tipo de separaciones, ya que no tendrá una verdadera confianza en ti.
Despedirnos de nuestros hijos es un paso importante que le ayuda a asimilar cuando nos separamos y evitará que nos sintamos mal o culpables, ya que no habremos recurrido a trucos o artimañas. Además, es una primera herramienta que tendrá nuestro pequeño para ir forjando su madurez emocional.