Rigoberto Urán es uno de los ciclistas más reconocidos de Colombia y del mundo. Con una carrera de más de 20 años, ha logrado importantes triunfos, como el segundo lugar en el Tour de Francia en 2017 y la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Urán es un ejemplo de superación y perseverancia. A pesar de las dificultades que tuvo que enfrentar en su infancia, logró alcanzar sus sueños. Su historia es una inspiración para muchos jóvenes que aspiran a triunfar en el deporte o en cualquier otra área de la vida.
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Recientemente, su vida se ha convertido en el tema de conversación de muchas personas alrededor del país gracias a la serie que cuenta un poco sobre él: Rigo. Por ello, varios se hacen preguntas relacionadas con temas de su ámbito personal.
Rigoberto Urán y Michelle Durango ya tienen una hija llamada Carlota.
Ahora, se conoció que su vida agitada como deportista y empresario le ha pasado factura en la relación con su hija Carlota. ¿Por qué? Acá te contamos lo que reveló el antioqueño.
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¿Qué le pasó a Rigoberto Urán?
Rigoberto Urán se encuentra en la cima de su carrera, tanto en el ámbito deportivo como en el empresarial. Su éxito en el ciclismo le ha valido un gran reconocimiento internacional, mientras que la novela biográfica sobre su vida ha cautivado a la audiencia televisiva.
Tras la dolorosa experiencia de una pérdida previa, la noticia del embarazo de su esposa ha llenado de alegría al deportista. Actualmente, el antioqueño ya tiene dos hijos: Matías y Carlota. Precisamente con esta última ha tenido algunos conflictos debido a las ausencias prolongadas que ha tenido.
A pesar de que Carlota es la luz de su vida, Urán ha confesado en una entrevista con Eva Rey que la relación con su hija de 3 años no siempre es perfecta.
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“No soy un papá presente, permanezco 130 días fuera de mi casa por las competencias, eso cambia mucho. Lo que ha pasado en estos días es que a uno le cuesta irse de la casa porque pregunta: ‘Papá, ¿por qué te vas?’, y cuando la llamo por videollamada no me quiere hablar porque está enojada”, afirmó.
“Llego yo a la casa y puede pasar tres o cuatro horas, hasta que ella se acerca, para cuando me voy una semana. Es complejo, para uno es muy difícil irse de la casa, pero bueno, es el trabajo que lo obliga a uno”, añadió Rigoberto.