¿Son las bebidas energéticas aptas para los niños?
Aunque pequeños y mayores las toman para hidratarse después de hacer ejercicio o de prácticas deportivas, este tipo de bebidas tienen sustancias que pueden ser perjudiciales para la salud de los niños.
Por Redacción Cromos
19 de marzo de 2021
Bebidas energizantes, bebidas energéticas, bebidas para niños.
Fin de semana de descanso, pero también de juegos y cierta acción. Algunos padres llevan a sus hijos a la ciclovía a trotar o a montar en bici, otros deciden inscribirlos en escuelas de fútbol, tenis o en otro sinfín de actividades recreativas o deportivas. Pero después de correr, sudar y hacer un máximo esfuerzo físico, llega la hora de la hidratación, en la que se cometen algunos errores que pueden perjudicar el bienestar de los niños.
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En los últimos años diferentes estudios y encuestas han resaltado que en muchos países ha crecido ostensiblemente el consumo de bebidas energéticas en niños y adolescentes, pues muchos de ellos y sus padres, respaldados en campañas de publicidad y mercadeo, creen que ayudan a hidratar el organismo, recuperar energía y reducir la fatiga.
Sin embargo, los especialistas aseguran que los más pequeños de la casa no las requieren y que, además, este tipo de productos incluyen en su composición sustancias perjudiciales para su salud. Desde junio de 2011, la Academia Americana de Pediatría (AAP) publicó un informe relacionado con el mal uso de dichas bebidas, sus ingredientes y cómo reducir o eliminar su consumo.
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La Resolución 4150 de 2009 del Ministerio de la Protección Social de Colombia (hoy Ministerio de Salud y Protección Social), definió bebida energizante como “Bebida analcohólica, generalmente gasificada, compuesta básicamente por cafeína e hidratos de carbono, azúcares diversos de distinta velocidad de absorción, más otros ingredientes, como aminoácidos, vitaminas, minerales, extractos vegetales, acompañados de aditivos acidulantes, conservantes, saborizantes y colorantes”.
Es decir, que están consumiendo grandes cantidades de azúcar y estimulantes del sistema nervioso central como cafeína, taurina y guaraná, que pueden resultar peligrosos para su salud, y que en ningún caso representan contribución nutricional alguna.
Es necesario señalar que un envase de estas bebidas puede contener tanta cafeína (algunos 500 mg.) como una o hasta tres tazas de café, y más de 50 gramos de azúcar, cuando lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son 25 gramos de esta sustancia al día.
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Diversos estudios han demostrado efectos nocivos como somnolencia, insomnio, confusión, baja autoestima, depresión, dolores de cabeza, náuseas, trastornos en el estado de ánimo, nerviosismo y ansiedad, dificultades para concentrarse, temblores, incremento de la presión arterial, palpitaciones, aumento de la micción y problemas gastrointestinales y en el desarrollo de los sistemas neurológico y cardiovascular, entre otros.
Por lo anteriormente señalado, instituciones como la AAP, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la OMS, recomiendan que los niños y adolescentes eviten el consumo de este tipo de bebidas.
Aunque es fundamental que todo ser humano se mantenga hidratado en cualquier instante, estos organismos y los especialistas aseguran que el agua natural es la mejor opción antes, durante y después del ejercicio; en cuanto a la cantidad, depende de la edad y el peso del pequeño, la intensidad del ejercicio realizado y las condiciones climáticas del momento.
¿Y las deportivas?
Estas bebidas son diferentes a las energéticas, están compuestas por minerales, carbohidratos, electrolitos como el sodio y el potasio y diversos sabores, pero no contienen estimulantes como la cafeína. Su finalidad es la rehidratación y sustitución de los minerales y el azúcar que se eliminan cuando una persona desarrolla cualquier actividad física o deportiva.
Las bebidas deportivas pueden servirles a los niños y adolescentes que intervienen en competencias o actividades deportivas exigentes o de resistencia y durante un largo tiempo, entre ellas montar en bici, correr o jugar fútbol. No obstante, en la gran mayoría de oportunidades y cuando la actividad no es de gran impacto ni frecuente, no son indispensables, y mucho menos, durante las comidas o si su ejercicio es cero.
Además, como sucede con las energéticas, sus niveles altos de azúcar aumentan las posibilidades de contraer diabetes o caries, que se suman a los riesgos de sobrepeso y obesidad, debido también a las calorías adicionales que obtiene pero que no requiere tu hijo ni ningún niño.
No lo olvides, ten presente siempre la diferencia entre bebidas energéticas y deportivas y los riesgos que implican para la salud de tus hijos. Por lo tanto, cuando salgas con ellos a la ciclovía o a practicar ejercicios o alguna actividad deportiva, ofrécele siempre agua, que además de hidratante y saludable, es más económica.