En septiembre del año presenciamos una espectacular colección diseñada por Alessandro Michele para la exitosa casa de modas de Gucci, en la cual, los modelos caminaron la pasarela en pares, como gemelos. Semanas después se dio una de las noticias más impactantes y poco esperadas en la industria, el diseñador romano abandonaba su posición como director creativo luego de más de siete años al frente, una decisión extraña, teniendo en cuento que la firma de lujo es una de las más vendidas en el mundo entero.
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Ahora, hace pocos días, empezó la Semana de la Moda de Milán para las colecciones masculinas y con la temporada Otoño – Invierno 2023/2024. Hemos visto las propuestas de Prada, DSquared2, Fendi, pero sin duda, uno de los shows más esperados era el de Gucci.
Naturalmente, esta presentación marcaba la primera colección desde que Michele salió de la marca en circunstancias misteriosas, algunos la compararon con cuando Frida Giannini dejó de ser la directora creativa de la marca florentina en 2015, la diferencia es que en esa ocasión se reveló que Alessandro sería su relevo, mientras que en esta nadie salió a presentar la colección, apenas salió el último modelo las luces se apagaron.
Según los asistentes, que estuvieron muy cerca a los ejecutivos de la compañía, fueron muy pocos los detalles que se escucharon sobre quién sería el sucesor de Alessandro Michele, sin embargo, dieron unas vagas pistas sobre el deseo de generar cierta continuación, como cuando Anthony Vaccarello reemplazó a Hedi Slimane en la dirección creativa de Saint Laurent.
Los detalles más llamativos de la nueva colección
Para dar inicio al show, la banda Marc Ribot’s Ceramic Dog fue invitada para tocar y armonizar el evento, el primer look fue una camiseta blanca sencilla, con unos pantalones chinos oversized, acompañado de un bolso XXL de cuero de gamuza, un toque nostálgico, característico de Michele, pero con un sentido menos extravagante, códigos que se pueden leer en el resto de la colección.
De ahí en adelante, la colección, como dijo Gucci dijo en sus notas, fue un acto de improvisación, a modo de libre estilo, una “reflexión de las individualidades representadas por los creativos multifacéticos y artesanos que habitan en la casa de Gucci”.
Esta colección fue diseñada por un taller in house, tal vez ese sea el motivo por el que algunas piezas de la misma no generaban concordancia con otras, a pesar de que algunas tuvieran un alto sentido de expresión o sentimiento.
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Luego del primer look, se presentó una sección de trajes con gran volumen o siluetas exageradas, también vimos trajes a los que se le podían quitar las partes de las piernas y los brazos, una camiseta de rugby que iba acompañada con una falda de estilo pantalón clásico, bolsos vintage grandes con los toques metálicos característicos de la era de Tom Ford, pañoletas vintage amarradas a jeans y por supuesto, los loafers horse bit.
A medida que avanzaba la colección, más detalles se iban añadiendo, por ejemplo, el logo de la marca que se usaba en los cincuentas, así como botas de piratas y beanies de marineros. Se vieron looks aún más andróginos, siluetas relajadas, algunas entalladas, otros detalles en cuero de charol, acentos peludos y los metalizados que hacen destacar aún más la presentación. En conclusión, el show fue un popurrí de estilos e identidades. ¿Urge una dirección artística unipersonal?
