El desfile de Demna Gvasalia, el director creativo al frente de Balenciaga que además reemplazó a Alexander Wang, rompió esquemas una vez más.
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Sigue a Cromos en WhatsAppLos asistentes se encontraron en un escenario que era más bien un bosque, en total oscuridad, con árboles que debían esquivar y atravesar para poder sentarse. El director afirmó que no iba a dar ninguna explicación de lo que “significa” la colección:
“Poner la moda de lujo en el cajón de lo refinado, exclusivo y visualmente caro es limitante y bastante anticuado. El individualismo de la moda se ha degradado a pseudotendencias dictadas por un post en stories y por algunas de las celebrities del momento. He decidido no explicar más mis colecciones ni verbalizar mis diseños, sino expresar un estado mental. (…) La mejor moda no debería necesitar una historia que venderle a alguien. O te gusta o no te gusta.”
Por esto, no es raro que la marca siempre tenga ciertas excentricidades a la hora de sorprender a su público, que ya es fiel a esperar qué va a publicar la marca. Dice el diario Vanitatis, que esta propuesta estuvo basada “en la ruptura de las etiquetas más convencionales de la industria de la moda y la ridiculización de sus creencias, como servir los artículos de lujo de manera impoluta, ha tomado forma en una escenografía inspirada en un cráter gigantesco que representa la búsqueda de la verdad.”
Por eso, ahora aunque nos sorprende no se nos hace raro que Balenciaga haya incluido dentro de su colección, además de prendas oversize, shorts deportivos muy cortos, looks, ropa de estilo streetwear, y chaquetas amplias y pesadas con bolsos en forma de peluches, una cartera hecha a partir de bolsas de papas fritas.
Todavía no sabemos cuánto va a costar este accesorio pero no será barato. Pareciera que, más que una marca de moda, Balenciaga es una máquina de hacer experimentos sociales, hace muy poco la marca sacó unos tenis sucios, desgastados y hechos casi polvo, y aunque muchos se cuestionaron si se trataba de un chiste o si era una manera de hacer publicidad, hubo quienes los compraron, por el simple hecho de ser de la marca. Balenciaga se ha caracterizado por llevar al límite las reacciones de su público. También, han vendido crocs con tacón, bolsos de cuero que buscan simular la apariencia de una bolsa plástica de basura, y según Hypebeast, cuesta alrededor de 1.790 dólares ($7.358.954 COP).
La revista Vogue lo llama “una pregunta abierta sobre el papel de la moda y la belleza en este mundo incierto en el que nos toca resistir”, pues esta colección también habla de vivir en un planeta ensombrecido por las consecuencias de la crisis climática y los conflictos humanitarios. En este caso, el original bolso nos recuerda rápidamente a la crisis ambiental y a la cantidad de basura que producimos hoy en día. Pero la pregunta es, ¿está ayudando Balenciaga con esta crítica o produciendo más basura? ¿es una broma para ver cuánto consumimos sin importar qué sea, solo con tal de ver una marca en nuestro closet? ¿Acaso solo hasta que lo veamos en las pasarelas y en los centros comerciales caeremos en cuenta de nuestra crisis?
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