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¿De dónde salió la ruana? Aquí te explicamos su origen

La prenda emblemática del altiplano cundiboyacense lleva consigo una tradición ancestral que nació con los Muiscas, evolucionó con la llegada de los españoles y se ha mantenido vigente hasta nuestros días. Mario Hernández tiene una versión de este imprescindible del campesino de tierra fría.

Por Redacción Cromos
30 de noviembre de 2021
Las ruanas MARIO HERNÁNDEZ conservan la estructura y horma de las originales, así como las franjas que la caracterizan, pero la marca les da un toque contemporáneo con una abertura frontal.
Fotografía por: Cortesía de la
Existen diferentes versiones a lo largo y ancho de Suramérica.

Existen diferentes versiones a lo largo y ancho de Suramérica.

Fotografía por: Cortesía

“La ruana arropa a los recién nacidos sin ajuar ni cobertores. Fue sudario en las batallas. Sirve de capote en potreros y corralejas, y la enrollan los guapos en la mano izquierda mientras con la derecha lanzan con furia puñaladas o machetazos. La ruana es un escudo que se empapa en sangre y un pañuelo grande que bebe las lágrimas. Sirve como mantel, de tálamo nupcial y de celestina en los toqueteos furtivos de los novios. La ruana remplaza la almohada y, como invitada especial, preside las fiestas de Cucunubá, de Nobsa, de Marulanda, el Festival de la ruana en Paipa y las fiestas de Caramanta”.

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Así describe Alfredo Cardona Tobón, creador del blog de crónicas Historia y religión, al abrigo de cuatro puntas. Se trata de una manta cuadrada o rectangular, hecha de 100 % lana virgen, sin mangas y con un orificio en el centro por el que se pasa la cabeza —llamado goyete en Boyacá— y cuyo origen se remonta a la época de la colonia.

Si bien no es una prenda exclusiva de Colombia, pues existen diferentes versiones a lo largo y ancho de Suramérica, se dice que lo que conocemos hoy como ruana resultó de la fusión entre la manta o chircate de los indígenas Muiscas, tejida en fibra de algodón, con los capotes españoles.

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Otros aseguran que llegó de la mano de los indios Yanaconas desde Chile, quienes acompañaban a Belalcázar en sus travesías por esta tierra y que se transformó en el Siglo XVI con la llegada de las primeras ovejas al país. El nombre, aseguran otras investigaciones, es una derivación de Ruan, población al norte de Francia de la que los españoles traían los paños.

Lo cierto es que es una prenda polifacética que le ha ofrecido abrigo a los campesinos de las altas montañas y a todo aquel que quiera encontrar solución a las noches de bajas temperaturas o a los helados vientos.

¿Cómo nace una ruana?

En Colombia, su proceso de creación inicia en las poblaciones aledañas a Nobsa, Boyacá, conocida como la capital mundial de la ruana, donde se esquila la lana de las ovejas, su materia prima principal.

La lana llega a manos de quienes tienen como misión prepararla, un importante paso para asegurar la calidad de esta fibra natural. En este se limpia y se lava con el fin de eliminar toda la suciedad que pueda estar presente en ella. Después, se pasa al escarmenado, que consiste en estirar los fragmentos de la lana esquilada, separando a mano por color las fibras sin que se corten hasta que adquieran una textura suave y un peso liviano.

Una vez seleccionada, se inicia el proceso de hilado. Por lo general, las fibras de lana se mezclan con fibras de algodón para garantizar su resistencia, durabilidad y extrema suavidad.

La fibra mezclada se hila a máquina para crear un hilo compacto que pueda ser tejido. Con este se hace un ovillo en el que se alista la cantidad de fibra necesaria para la creación del paño con el cual podrán confeccionarse al menos quince ruanas de cuatro puntas tradicionales.

En seguida, se dispone el telar. A mano se realiza el urdido para que la trama pueda hacerse a máquina. Esto con el fin de que el tejido quede más firme, más parejo y sin textura burda.

Una vez el paño está listo, continúa el cardado, que se trabaja de manera manual con una carda o cepillo especial. Esto suelta la lana y le da una apariencia sedosa y blanda.

Todo el proceso toma entre cinco y diez días, y en él intervienen unas ocho personas diferentes.

Finalmente, se lleva al proceso de confección en el que se la da vida a la prenda y se realizan los acabados.

Al estilo Mario Hernández

Las ruanas MARIO HERNÁNDEZ conservan la estructura y horma de las originales, así como las franjas que la caracterizan, pero la marca les da un toque contemporáneo con una abertura frontal.

Además, les agrega los ribetes de cuero en los laterales y la pechera, las tiras removibles de la parte frontal y las señas de identidad de la marca: el unicornio quemado en uno de los pasadores delanteros y el monograma MH que va en la parte posterior.

¿El resultado? Un balance perfecto entre dos oficios hechos a mano en una prenda que se convierte en expresión del lujo colombiano.

¿Qué opinas de esta nueva versión de la ruana? Cuéntanos en los comentarios. Nos encanta leerte.

Redacción Cromos

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