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Juliana Mejía, la artista que diseña carteras sin pecado

Estudió artes plásticas y siempre se sintió atraída por el diseño de piezas de moda. Así nació Divina Castidad, una marca de carteras.

Por Beatriz Arango
11 de junio de 2016
Juliana Mejía, la artista que diseña carteras sin pecado

Vino, negro, toronja, latte, blue, tejidos wayuu, texturas, mates, brillantes… It bag, versión mini… Lovely bag. Palabras que hacen parte del diccionario más personal y apasionado de Juliana Mejía. Lo expone en su nueva tienda del centro comercial El Retiro. Un espacio acogedor, de atractivos pisos en blanco y negro, en el que los diseños son exhibidos como delicadas obras de arte. Están allí dispuestas para ser admiradas y luego irse a casa con la clienta que las quiere para su colección.

Y no es para menos. Juliana es artista plástica, graduada de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y desde siempre se sintió atraída por la moda. Divina Castidad fue su camino para encontrar una respuesta a sus inquietudes estéticas y, cómo no, comerciales, dada la herencia familiar de sus padres que se dedican a esta actividad. 

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Quiero construir algo propio y todo nació con mi proyecto de grado, llamado Divina Castidad, en el que propuse vestir un salón de colores.

Allí ocurrió la génesis de la empresa en la que también trabaja su esposo Francois, diseñador industrial, nacido en Francia y criado en Cali. Bueno, después del grado y de un curso de marroquinería artesanal hecha a mano, en el que Juliana se enamoró del material y sus posibilidades, especialmente en esa transformación de lo bidimensional a lo tridimensional.  

Fue precioso entender y ser parte de ese proceso de transformación y construcción de la piel para llevarlo a un objeto de uso. 

La marca nace porque queríamos dedicar un producto absolutamente femenino a una mujer que buscará algo así. Divina Castidad significa sin pecado. Carteras sin pecado, es decir, perfectas, añade Juliana, convencida de que su clienta siempre busca algo que, además de bello, sea diferente. La moda es para divertirse, para mezclar tendencias y jugar, añade, mientras acaricia la Lovely Bag en su versión mini, en tonos vino y rojo, con acento fucsia.

Divina Castidad lleva ocho años en el mercado y se identifica por los contrastes. Una palabra que acompaña cada proceso de la marca y ha llevado a que sea admirada en Estados Unidos, Centroamérica y Europa. Tanto, que el 50% de la producción es para exportación. Arte que se expresa en la cotidianidad femenina más cercana e íntima. Esa pieza que la mujer lleva cerca de su cuerpo, y que acoge sus secretos y bienes más preciados y amados.

Ese es nuestro valor agregado, por eso nos buscan y la gente se sorprende, de colección a colección. Logramos combinaciones inusitadas como vinotinto, que podría considerarse un color old fashion, se puede avivar al lado del rojo intenso, y se construye algo muy interesante, que se remata con un toque fucsia. O mezclar el toronja con el púrpura convierte una cartera en una pieza única, especialmente si vas vestida de negro total, precisa Juliana. 

Trabaja desde joven, gracias al espíritu comercial de sus padres. De allí que no le resulte extraño el trato con proveedores, entender de fechas de entrega, cierres de negocios y contactos con posibles franquiciantes. 

Es duro, sin duda, porque ella, artista de formación, nunca supo de balances y asuntos administrativos. Al hablar de las lecciones aprendidas menciona: tener pocos proveedores y procurar fidelizarlos, para mantener una relación comercial estable. Por ejemplo, su curtiembre de confianza le desarrolla colores de manera exclusiva para mantener ese atractivo juego cromático que identifica a DCH. También contar con un grupo de empleados estable y apasionado. Una fusión de talento humano, conciencia empresarial y sensibilidad artística que la sigue emocionando, cuando comparte la historia de su sueño de recién graduada. 

“Somos los mismos desde hace un tiempo y todos halamos para el mismo lado”. Por ejemplo, su esposo se encarga del manejo de personal y demás temas corporativos, como el manejo de las exportaciones y de aperturas de franquicias, como la que alistan en Quito, Ecuador, o las boutiques que abrirán en una cadena hotelera de Chile. 

La nueva colección de la marca, que hoy se exhibe en El Retiro, incluye un set de pelo, como una suerte de riesgo que DCH decidió correr. Es un material, explica Juliana, que se puede pensar masculino o rústico, para una tendencia más cowboy, lo llevamos a un nivel delicado y sofisticado con piezas que ofrecen formas muy femeninas. 

Y es que ver un diseño de DCH es detenerse a admirar la estructura de la cartera. Pequeñas esculturas en cuero, armadas con el cuidado de quien busca que su obra perdure en el tiempo, que se deje admirar por muchos años y, competir, si se quiere, con otras piezas que la coleccionista lleve a casa.

Para cerrar, Juliana se imagina a una clienta que va a comenzar su colección, a la que le sugeriría la referencia mini School Bag, a la que, dice, le cabe todo lo necesario y es ideal para looks formales o de fin de semana. Y como se trata de coleccionar, que siga con la Lovely Bag. Y allí ya será irremediable: ¡estará enamorada de Divina Castidad!

 

Fotos: David Schwarz y cortesía.

Por Beatriz Arango

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