El sombrero aguadeño se convierte en un icono nacional, una muestra más de lo que el lujo colombiano es capaz de hacer.
Todo empieza a través de la siembra de la palma de iraca, de allí, una vez madurada, se cortan los cogollos que pasan a ser ripiados para convertirse en una fibra.
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Sigue a Cromos en WhatsAppEn un proceso manual que requiere la selección minuciosa de las mejores fibras, se cocinan y se dejan secar bajo el sol para que obtengan su color ámbar tan característico. Son días de espera, de preparación, porque el proceso es largo, pero aún falta convertir esa hermosa palma en un objeto único.
Para lograrlo, grupos de mujeres artesanas provenientes de Aguadas-Caldas, lugar donde nace este arte que se ha propagado por generaciones y que le da el nombre al sombrero, se reúnen para tejer las fibras una a una, con la dedicación y delicadeza que solo ellas pueden lograr, el tiempo de tejido puede tardar entre 6 a 15 días, por eso su resultado, así como ellas, es único.
Una vez terminado el tejido, es transportado a la ciudad de Manizales y llegan a las manos de los maestros sombrereros, artesanos que se han dedicado a este arte por décadas y que a través de sus manos y su conocimiento, le dan la forma al auténtico sombrero aguadeño.
Así, este objeto, llamado sombrero aguadeño, se convierte en un icono nacional, una muestra más de lo que el lujo colombiano es capaz de hacer.