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Alexandra Montoya: “Ser mamá sin pareja es duro, no lo voy a negar”

Alexandra acudió a la reproducción asistida con donante. Hoy es la madre plena y feliz de Juan José.

Por Alexandra Montoya
28 de septiembre de 2015
Alexandra Montoya: "Las mujeres tenemos más carga cuando decidimos tener un hijo"

Alexandra Montoya: "Las mujeres tenemos más carga cuando decidimos tener un hijo"

Periodista, humorista de La Luciérnaga.

Twitter: @alexandramonto

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Tengo un hijo de tres años y medio, que lleva mis apellidos y nació gracias a un proceso de reproducción asistida. Busqué hasta que encontré el lugar idóneo que satisfacía mis expectativas, me hicieron una entrevista, realizaron una serie de exámenes y finalmente, se hizo el procedimiento. Yo me planteé la maternidad pero no pensé en una edad definida, la prioridad estaba en la educación, viajar y lograr una estabilidad económica a pesar de que las mujeres tenemos todo el tiempo la presión social encima. Entre los 15 y los 20 años, nos advierten que hay que tener cuidado de no embarazarse por nada. Después de los 25 todo el mundo pregunta que cuándo va a encargar y a los 35 aseguran “te vas a quedar sola sin un hijo”. La decisión de ser madre debe ser completamente libre y autónoma, con o sin pareja. 

Años atrás en Nueva York, conocí con mi mamá la historia de una amiga de mi hermana que había decidido ser madre por inseminación. Mamá me lanzó una pregunta que se convirtió en predicción: “¿Alex, tu harías lo que hizo la amiga de tu hermana?” y sin titubear le respondí que sí, si para ese momento no tenía una pareja. Ella me dijo: “yo te apoyo”. Siete años después, y sin ella presente pero con su bendición, investigué, revisé los riesgos, el presupuesto y todo lo que se necesitaba y empecé el proceso. El mío no fue costoso, pero vale la pena advertir que no todos los cuerpos son iguales y no se debe esperar el mismo resultado, sobre todo, para las que llevan varios intentos, esto eleva los costos. Por eso, a las que están leyendo este texto les sugiero revisar muy bien el médico que hará dicho procedimiento, ideal si  viene bien recomendado.

 

 

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"Esto no significa que yo no quiera a los hombres, ¡los adoro! son el complemento ideal, pero finalmente las mujeres siempre tenemos más carga cuando decidimos tener un hijo."

 

Escogí el donante con características muy similares a las mías. En Colombia, no se puede revelar la identidad del donante, mientras que en otros países dejan abierta la posibilidad para que el niño, a los 18 años pueda conocer a su padre biológico. La primera señal que me dio confianza la recibí del médico con el que me hice el procedimiento, me hacía seguimiento constante del proceso, incluso me dijo “no se preocupe por la plata”. Un doctor anterior, con el que ya había intentado inseminarme, estaba más interesado en lo económico que en el procedimiento que falló. Me dolió. No debía generar ningún tipo de molestia. El segundo intento fue completamente diferente, pude sentir que mi cuerpo lo recibía. De hecho, la noche de la inseminación soñé con mi mamá. Fue algo muy especial.

La confirmación del embarazo llegó una tarde en la que me encontraba en la casa de mi exjefe, me llamaron del centro de reproducción para decirme que todo estaba bien. Me puse feliz, se lo conté a mi hermana y guardé el secreto por tres meses, hasta que les conté a mi papá y a mi hermano, quienes han sido un apoyo esencial en todo este proceso como imagen masculina, vital para el desarrollo de mi hijo.

Les di la noticia a mis compañeros de La Luciérnaga, fueron muy respetuosos con eso. Y nueve meses después nació Juan José para darme el privilegio de ser mamá y llenar mi vida de luz y felicidad. Es un sentimiento que no se puede definir, es un reto constante que hace que te evalúes tus límites como ser humano. Es difícil manejar las emociones de los niños, la ira, el inconformismo, la frustración, pero mi desafío es tratar de entender su lenguaje y enseñarle, antes de reprenderlo.

Hacer esto sin una pareja es duro, no lo voy a negar, pero yo me mentalicé hace mucho tiempo de que esto iba a ser así. Tengo el apoyo de gente que me quiere, mis hermanos, los padrinos del niño que son dos amigos maravillosos, las amigas de mi mamá y por supuesto, la señora que me ayuda en la casa y cuida a mi hijo cuando yo no estoy. Ella es fundamental.

Uno como madre independiente debe desarrollar cierto tipo de habilidades especiales, confío en Dios, y he aprendido también a confiar en los demás. Ahora, esto no significa que yo no quiera a los hombres, ¡los adoro! son el complemento ideal, pero finalmente las mujeres siempre tenemos más carga cuando decidimos tener un hijo, así tengamos el mejor esposo del mundo.

Sé que cuando lleguen las preguntas de Juan José tendré que hablarle con la verdad. Por eso, desde ya le estoy diciendo que yo siempre lo deseé mucho, y que le había pedido a Dios este regalo, se lo repito cada que puedo. Siempre que me hace alguna pregunta le respondo sin excesos. Soy feliz con la decisión que tomé, implica valentía, autonomía y entendimiento de la capacidad infinita que tiene el ser humano de amar.

 

Foto: Juan José Horta.

 

Por Alexandra Montoya

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