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"La oscuridad no es importante" Lucero, protagonista de Cierra los ojos que vamos a ver"

Inspirada en esta invidente mexicana que conoció en una firma de libros, la escritora Menena Cottin publicó su libro Cierra los ojos que vamos a ver. Y así, de carambola, Lucero terminó siendo protagonista del Hay Festival, no por su experiencia literaria, que es muy poca, sino por su ejemplo de vida. En la mente de una mujer que nació ciega.

Por Jairo Dueñas
08 de febrero de 2013
"La oscuridad no es importante" Lucero, protagonista de Cierra los ojos que vamos a ver"

"La oscuridad no es importante" Lucero, protagonista de Cierra los ojos que vamos a ver"

Al contemplarla frente al público del Hay Festival, con el rictus de la que no se quiere perder el más mínimo sonido, dan ganas de cerrar los ojos para concentrarse como ella lo hace, con sus inanimados ojos verdes. Es entonces cuando, antes de irse, suelta con la naturalidad con que sonríe esa frase provocadora, como un chorro poderoso de pintura roja indeleble sobre el muro blanco de nuestra comodidad: "Todos tenemos alguna discapacidad, la mía es la ceguera y yo ya la asumí y vivo con ella. Mi pregunta es: ¿ustedes ya saben cuál es la suya?". La espero afuera del salón, la veo venir, faltan dos pasos para nuestro encuentro, mentalmente preparo lo que voy a decirle, pero ella de repente para y me pregunta: "¿Cómo te llamas?".

Como en un duelo de pistoleros, en nuestro cruce ella fue más rápida. Al día siguiente me espera en su hotel en Cartagena. Son las nueve de la mañana de un sol muy amarillo, pero cuando entro en su cuarto y se cierra la puerta es como si en ese lugar el sol fuera negro, como si allí la noche se negara a marcharse. No veo nada. Mis brazos automáticamente se vuelven antenas. Al fondo creo oírla decir algo. Esta oscuridad es su pan de todos los días, desde el mismo día que nació en Ciudad de México hace 32 años. No me muevo hasta que su asistente abre las pesadas cortinas y todo vuelve a la normalidad. Realmente, a mi normalidad. Ahora sí puedo verla sentada, como si nada, al borde de la cama con Ava a sus pies, su perro lazarillo, un labrador.¿Cómo se define usted misma?

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Solo soy Lucero, una persona que nació ciega, que va a morir ciega y no me molesta. Vivo el momento con lo que tengo y con lo que puedo. Me gusta ser una persona alegre y optimista.

Pero, ¿cómo fue su llegada a este mundo?

Fue caótica y desastrosa, determinó lo que soy hoy en día. Hace treinta y dos años fui un bebé que nació de cinco meses y medio. Los médicos me tenían las horas contadas. Pero Dios puso las condiciones y yo también hice una parte.

¿Qué piensa hoy de su ceguera?

Lo veo como algo milagroso y lo agradezco porque pudo haber sido peor. A pesar de mi discapacidad, puedo ser totalmente independiente. Todo lo hago sola. En México soy una persona que vive con su perro en un quinto piso donde no hay un elevador.

Yo cierro los ojos y sigo viendo imágenes y colores ya vistos. ¿Usted qué ve dentro de su cabeza?

Es que tú ves de afuera hacia adentro. Yo veo desde adentro. Yo tengo que platicar contigo un minuto y luego me empiezo a formar una imagen tuya con base en cómo me estás hablando, en lo que emanas desde adentro. Eso para un ciego es algo que se puede percibir. Eso es en cuanto a las personas, y en cuanto a los objetos, basta con tocar algo para que yo pueda decir si me gusta o no me gusta.

¿Yo soy invisible para usted?

Tienes una esencia que yo percibo. El hecho de que ustedes me vean y yo no, no significa que sean invisibles. Para mí no hay nada que sea invisible.Cuando la veo y la oigo, recuerdo la frase de El Principito: "No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos". ¿Para usted qué es lo esencial? No hay nada en este mundo que no sea esencial. Si no estuviera esta silla yo no estaría sentada aquí y tendría que buscar otra. Los humanos cometemos un error cuando nos preguntamos qué es lo más importante. Todo es esencial y tiene importancia. Lo primordial es ser una persona sensible a las necesidades de los demás.

¿Cree que no mirar el mundo la hace más sensible para mirar hacia adentro?

Ser ciego no te hace extraordinario ni malo. Uno decide cómo quiere, debe y puede vivir. Nosotros aprendemos de los problemas que tenemos que resolver cada día. Eso es lo que te va marcando y lo que te hace crecer. Para mí, la discapacidad visual es solamente una característica física, así como hay gente con más peso, con menos peso, gente más alta o más bajita, blanca o morena, así, hay gente que no ve.

¿Dígame una ventaja de no ver?

No ver hombres feos en la calle (cierra los ojos y sonríe). Y la otra ventaja es no ver accidentes, aunque de todas maneras los sientes y sabes que suceden, y te siguen doliendo.

¿Y una desventaja?

Y una desventaja es no poder manejar auto.

Cuando se pierde un sentido, se desarrolla otro más de lo normal. ¿Cuál es su sentido de apoyo?

Oído, tacto, olfato y gusto. Todos funcionan en el momento que tienen que funcionar y eso es una maravilla porque aprendes a utilizar tu cuerpo. Por ejemplo, por mi oído sé que hay una pared detrás de mí y una puerta enorme a mi lado izquierdo. Aunque no las haya tocado, se escucha diferente el sonido contra la pared al que se oye a través de la puerta.

¿Y su sentido favorito?

El gusto. Si me preguntas por lo que me gusta más en la vida, la respuesta es comer.

¿Será porque frente a un bocado exquisito no hacen falta los ojos?

Tal vez sea eso. Lo cierto es que un buen sabor es algo de afuera que entra en mí sin que nadie tenga que explicármelo.

¿Qué es la oscuridad?

Es algo que no es importante.

¿La noche?

La noche me gusta porque es linda. Me imagino que se ve la luna y, si no se ve la luna, seguramente hay nubes y estrellas. La noche es tranquilidad, es descansar, es sentir que el sol no te lastima los ojos.

¿Y la luz?

Es algo que sabes que está ahí. Por ejemplo, cuando llegué a Bogotá a las 5:30 de la mañana me sorprendí muchísimo porque en este país ya había luz a esa hora. En México el sol empieza a salir a las 8 o 9 de la mañana y aquí, muy temprano, ya había un rayito.

Desde su percepción, ¿qué puede decir de Cartagena?

Que es una ciudad hermosa. Para mí es como un pueblito lleno de gente amable que te abraza, porque yo vivo en Ciudad de México, que es una cosa enorme. En el hotel pregunté por Lucero y me mandaron al cuarto de Laura.

Soy Laura Lucero, pero llámame Lucero. Cuando nací un tío me vio y dijo: "Es un Lucerito, es una estrella chiquita y bonita". Eso dijo y así me quedé. Y Laura por mi mamá.

Si usted no sale por sus ojos, ¿cuál es su camino?

¿Lo que me quieres decir es que para ustedes el hecho de voltear a mirar les abre una puerta y saben a donde ir? Yo no necesito ver para tomar una decisión. Antes sin ver cruzaba una calle. Hoy en día es diferente porque está Ava, que me ayuda a cruzar una calle. Yo le doy la instrucción, le digo "forward" y avanza, pero si hay un coche no lo hace. Antes usaba un bastón blanco y tenía que fijarme si podía pasar, escuchando todo. En eso se resume mi vida, en mis decisiones.

¿Qué son sus manos?

Instrumentos de acción y contacto con lo bello y lo feo. Son vías de comunicación sensoriales que me conectan con muchas cosas.                                ***Se ve radiante con su blusa verde, ese es su color favorito, le gusta por lo que le han contado, que las esmeraldas y los arboles se visten de ese color. ¿Cómo explicarle a alguien algo que nunca ha visto? Difícil. Cae un trozo de poema de la premio Nobel Wislawa Szymborska para agravar mi preocupación: "Un poeta lee poemas a unos ciegos./ No se imaginaba que fuera tan difícil./ Le tiembla la voz./ Le tiemblan las manos./ Siente que cada frase/ debe superar la prueba de la oscuridad./ Tendrá que arreglárselas sola,/ sin luces ni colores".                                 *** ¿Para usted qué es algo bello?

La vida es algo bello. La ropa. Me gusta comprármela por su textura. Esta blusa que tengo puesta es verde y me encanta. Cuando fui a comprarla le pregunté a la vendedora que si combinaba con mis ojos, y me dijo que sí.  Me gusta el verde.

Cuando le dicen verde, ¿qué se le viene a la cabeza?

Pasto, naturaleza, tranquilidad, mis ojos, la vida.

¿Qué son los colores para usted?

No te podría explicar cómo puedo saber de qué color es una cosa. Por ejemplo, siento (pasa su mano por el descansa brazos) que esta silla donde estoy sentada es café o color tostado.

Tiene razón, es café. 

Este tipo de colores, como el café, lo percibo muy rápido, no sé por qué. Tambien me pasa con los hombres. Yo puedo decir: "¡Qué hombre tan guapo ese que va ahí!". Y quedo tonta. No sé cómo lo hago, solamente lo siento y es así. Luego mis amigas confirman que tengo razón. 

¿Qué estudió?

Estudié la carrera técnica de administración de empresas en México y después tomé un curso profesional de actuación, locución y doblaje. Soy locutora profesional. Estudié doblaje, llegué hacer obras de teatro. También llegué a trabajar para McDonald´s en México. En Estados Unidos trabajé en Western Union. Pero ya tengo otro trabajo, que es dar conferencias motivacionales. La gente lo llama “auto-ayuda”.

¿Y en McDonald's qué hacía?

Hacía las voces de los personajes en los comerciales y transmitía mensajes por radio.

¿Cómo percibe este mundo que la rodea?

Este mundo no está hecho para los ciegos. Soy una persona muy independiente, pero hay cosas que a veces te atoran. Creo que si la gente fuera menos egoísta no habría desventajas. Un buen ejemplo, ya hay películas para ciegos. Se llama cine sonoro. En internet te metes a ver Harry Potter y el prisionero de Azkaban, y puedo escuchar perfectamente como Harry Potter infla a su tía y la convierte en un globo. O si te pones a ver Memorias de una Geisha, vas a sentir cómo Hatsumono incendia el sitio donde vive y cómo empieza a hacer el incendio. Creo que hay una falta de accesibilidad cultural y social, sin contar las barreras físicas.

¿Un obstáculo reciente?

Estaba en Ciudad de México, en Polanco, en Plaza Carso. Escuchas este nombre y deduces que es un centro comercial grande e importante. Subimos con mi papá al elevador. Íbamos a desayunar a un restaurante cerca de ahí. No había absolutamente nadie. Palpo los botones del elevador. ¡Me infarté! Si yo viniera sola en este pinche elevador, así le dije porque estaba enojada, ¿cómo diablos voy a saber a dónde ir? ¿Qué apachurro, qué oprimo? Ahora tengo la bendición de que estaba acompañada, ¿y si no? Eso es lo que más trabajo cuesta de ser ciego, que el mundo que se construye no piensa en nosotros.

Mientras hablaba frente al público del Hay Festival, era la mujer más concentrada del salón.

Lo que me hacía ser la mujer más concentrada del salón es mi inspiración. Esto es a lo que me quiero dedicar toda la vida. Cuando hablo frente al público me olvido de todo. Yo solo tengo un mensaje que dar y hago todo lo posible para poder transmitirlo: todos tenemos alguna discapacidad y hay que asumirla, hay que vivir con ella.

¿Recuerda la primera vez que salió sola de su casa?

Tenía once años, fui a una tienda cercana. Caminé toda la cuadra, doblé a la derecha, así me fui moviendo. ¿Y sabes que lo hice sin bastón? Me fui tocando la pared. Fue muy peligroso y osado de mi parte porque la gente pudo haber dejado cualquier cantidad de obstáculos en mi camino. Esa fue la primera vez que salí a la calle por unos bizcochos Bimbo. Lo recuerdo muy bien, porque se me antojaron y fui a comprarlos. No había nadie en mi casa, agarré una llave y salí. Eso no lo saben ellos y se van a infartar si lo leen. Después ya salía sola y pedía permiso porque de niña era muy traviesa.

¿Qué fue lo último que soñó?

Con mi abuelo que ya no está. Él es parte importante de lo que ahora soy yo. Siempre me decía: "Tienes que salir adelante por ti misma, porque si no, después, ¿quién chingado se va a preocupar por ti?". 

¿Su mensaje para los que ven?

Que vean más allá de su nariz.

De todo lo que le rodea, ¿qué quisiera ver?

A Ava, mi perro lazarillo, mirándome a los ojos.                               ***Le pone el collar a su perro, que más bien parece unas riendas dobles que van paralelas por el lomo del animal, con un letrero que alerta en mayúsculas : "No me toques, estoy trabajando". Salimos para tomar unas fotos afuera del Santa Clara, con un pedazo de muralla de fondo. Caminan juntos con dificultad por el piso empedrado. Mientras ella posa, Ava, sus ojos, no dejan de mirar el final de la calle donde desemboca otra vía y se oye ruido de carros. Tenemos que interrumpir porque viene un taxi. Automáticamente, Ava con su cuerpo forma un semicírculo y la empuja sutilmente hacia la orilla, lo más lejos posible de cualquier peligro. Ya entiendo por qué, si pudiera ver un instante, su mayor deseo es verle los ojos a su perro. 

Por Jairo Dueñas

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