¿Cómo salí de la adicción a la pornografía? Un testimonio de esperanza y superación

Estudios científicos indican que una de cada 25 personas adultas padece de comportamiento sexual compulsivo. En Cromos hablamos con un exadicto a la pornografía: ¿cómo fue su lucha y cómo logró salir de esta condición? Te lo contamos en este artículo.

Por Christopher Ramírez
08 de septiembre de 2024

Esto es un tema que, aunque cada vez es más común, sigue siendo un tabú. Muchos minimizan la adicción, otros la esconden y pocos se atreven a reconocerla y hablar abiertamente de sus experiencias. Este es el caso de un hombre cuya identidad mantendremos en el anonimato, que desdelos 12 años hasta los 27 estuvo atrapado en las garras del consumo exacerbado.

La adicción a la pornografía es un tema que, aunque cada vez más común, sigue siendo un tabú en nuestra sociedad. Muchos la minimizan, otros la esconden, y pocos se atreven a enfrentarla y hablar abiertamente de sus experiencias. Este es el caso de un hombre (cuya identidad mantendremos en el anonimato) que, desde los 12 años hasta los 27, estuvo atrapado en las garras de esta adicción. Este es su testimonio y cómo logró salir del peso de la pornografía para recuperar su vida.

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El inicio de la oscuridad

Todo comenzó con una simple curiosidad, como suele ser el caso con muchas adicciones. A la temprana edad de 12 años, este hombre encontró películas pornográficas que despertaron en él una sed insaciable por consumir más y más contenido de este tipo.

Lo que inició como un juego de niños, sumado a un abuso sexual que le propinó grandes dudas en su propia identidad como hombre, pronto se convirtió en un hábito incontrolable, exacerbado por la llegada del internet a su hogar. Cada vez que se encontraba solo, corría a su habitación, encendía el computador y se sumergía en el mundo de la pornografía, buscando saciar un deseo que nunca parecía desaparecer.

Según estudios, la pornografía afecta el cerebro de manera similar a sustancias alucinógenas como la marihuana o la cocaína. Esta comparación no es exagerada; quienes han sufrido esta adicción saben cuán fuerte puede ser el impulso por consumir más contenido, llevándolos a extremos que nunca imaginaron. En este caso, la adicción lo llevó a ver escenas que jamás pensó en presenciar: desde tríos y zoofilia, hasta abusos y situaciones que violan cualquier norma ética y moral.

El impacto de la adicción

La pornografía no solo afectó su percepción de la sexualidad, sino que también distorsionó su relación con los demás, especialmente con las mujeres. La baja autoestima generada por esta adicción abrió puertas a pensamientos y comportamientos que lo alejaron cada vez más de una vida saludable. Llegó a involucrarse en chats sexuales y videollamadas con hombres, sintiendo un asco profundo por sus acciones, pero incapaz de detenerse.

La adicción no solo lo aisló, sino que también le generó un miedo paralizante hacia el sexo opuesto. Las interacciones con mujeres se convirtieron en fuente de ansiedad y frustración, lo que lo llevó a buscar aceptación en lugares incorrectos, como chats en línea y la ilusión de niñas menores que él. La pornografía y sus efectos habían tomado el control de su vida, arrastrándolo hacia un círculo vicioso del que parecía no haber salida.

“Por supuesto, también se me ocurrió la idea de pagar por sexo. Si nadie me desea sexualmente por quién soy, al menos lo hará por lo que puedo pagarle, ¿no? Busqué prostitutas por internet, y encontré algunas accesibles al bolsillo de un chico de 18-20 años. Gracias a Dios mi temor hacia Él fue mucho más fuerte que mi miedo al rechazo”, añade este hombre.

La luz al final del túnel

Sin embargo, su historia no termina en la oscuridad. A pesar de los años de sufrimiento y dolor, logró encontrar una salida. Todo comenzó con la comprensión de que necesitaba ayuda, no solo humana, sino divina. Su fe lo llevó a buscar refugio en Dios, encontrando en Él la fuerza y las herramientas necesarias para superar su adicción.

A través de un proceso de sanación, comenzó a reconstruir su vida. Asistió a cursos y se rodeó de personas que lo apoyaron en su camino hacia la recuperación. Entendió que, aunque había sido víctima de circunstancias y decisiones equivocadas, aún tenía el poder de cambiar su destino. Hoy, después de años de lucha, se considera a sí mismo como un hombre libre, redimido y en paz consigo mismo; quien sabe que la libertad es un regalo que se debe cuidar con decisiones radicales para hacer del pasado un aprendizaje y no una condena.

“En mi casa no hay puertas cerradas (a menos que esté en intimidad con mi esposa); no se ven series con contenido sexual explícito; ni se escuchan canciones que idolatren la sexualidad o hagan burla o humillación a la mujer. Se limita el uso de redes sociales y se bloquea todo contenido que haga oda a la pornografía o a la sexualidad descontrolada. Y lo más importante: dependemos completamente de Dios”, asegura el hombre.

No estás solo

Esta historia refleja lo que desde hace muchos años varios académicos e investigadores han asegurado: la adicción a la pornografía es real, devastadora, y puede afectar profundamente la vida de quienes la padecen. Pero también es un testimonio de esperanza, de cómo es posible superar incluso las adicciones más difíciles con el apoyo adecuado y la fe en un poder superior.

“Quiero que entiendas que no soy perfecto (...) Sin embargo, sí soy una persona nueva. Alguien que reconoce su humanidad, y que no la ve como algo malo, sino como la oportunidad de buscar a alguien mucho más grande y poderoso que pelea por mí y junto a mí, esas batallas con las que solo no puedo”, explica.

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Es crucial que como sociedad abramos los ojos a la realidad de esta adicción y ofrezcamos apoyo a quienes la sufren. La pornografía no es inofensiva; sus efectos pueden ser tan destructivos como los de cualquier droga, y es nuestra responsabilidad crear un entorno donde las personas se sientan seguras para buscar ayuda y sanar.

Si te encuentras luchando con una adicción a la pornografía, recuerda que no estás solo/a. Existen recursos, tanto profesionales como espirituales, que pueden guiarte en tu camino hacia la recuperación. La libertad es posible, y tu historia también puede tener un final lleno de luz.

Por Christopher Ramírez

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