¿Eres una persona dependiente o solo eres víctima de una dependencia emocional?
Aunque parezcan lo mismo, ser una persona dependiente no es lo mismo que sufrir de una dependencia emocional. El hecho de que estén conectadas no significa que sean iguales. En Cromos te explicamos cuáles son las diferencias entre ambas condiciones y cómo saber reconocerlas en tu vida.
Por Christopher Ramírez Hernández
15 de octubre de 2024
La confusión entre ser una persona dependiente y sufrir de dependencia emocional es más común de lo que se piensa. Como lo explica la psicóloga experta en relaciones tóxicas y autoestima, Silvia Congost, en un reciente artículo de la revista ‘Elle’ estas dos situaciones no son lo mismo, y comprender sus diferencias puede ser clave para nuestro crecimiento personal.
¿Qué es la dependencia emocional?
Según Silvia Congost, la dependencia emocional no implica necesariamente que una persona tenga una personalidad dependiente. De hecho, muchas personas independientes en otros aspectos de su vida pueden caer en relaciones tóxicas de las que no saben cómo salir.
“He tenido infinidad de pacientes que sufrían o habían sufrido dependencia emocional y eran personas muy independientes, autónomas y autosuficientes”, indica Congost. Sin embargo, cuando se encuentran en una relación en la que no son felices, el miedo a la soledad y la culpa las paralizan, haciendo que pierdan su dignidad y actúen de manera irracional para evitar el final de la relación.
Angie Daniela Mancilla, psicóloga colombiana experta en temas de pareja, señala que los síntomas de la dependencia emocional pueden aparecer en etapas tempranas de la relación. Uno de los primeros indicadores es el aislamiento social. Como explica Mancilla: “generalmente empieza con las primeras fases de aislamiento, es decir, cuando te empiezas a dejar cosas que te gustaban y acoplarte exclusivamente a los gustos de la pareja. Dejas de pasar tiempo con tus amigos o con tu familia extendida y te injertas en la vida constante de tu pareja”. Este comportamiento es una señal de alarma, ya que implica que la persona está perdiendo su identidad y sus intereses por adaptarse completamente a su pareja.
Sigue a Cromos en WhatsAppDiferencias entre personalidad dependiente y dependencia emocional
Teniendo en cuenta esto, Congost señala que es común que las personas confundan la dependencia emocional con tener una personalidad dependiente. Por ejemplo, en una de sus consultas recientes, una paciente le dijo: “creo que mi problema es que tengo una personalidad muy dependiente”, a lo que la experta respondió: “no, no te equivoques. Tú no eres dependiente, simplemente sufres dependencia emocional. Has creado un enganche, un vínculo tóxico en esta relación, pero esto no te convierte en alguien dependiente”.
Cabe recordar que la personalidad dependiente tiene sus raíces en la infancia. Las personas con esta tendencia crecieron en un entorno donde no se fomentó su independencia ni su autoestima. Estas personas tienden a sentirse incapaces de afrontar la vida por sí mismas, buscan constantemente el apoyo y la validación de los demás, y en sus relaciones de pareja suelen tener miedo a ser abandonadas. Como lo menciona Congost: “cuando tienen pareja, hay una clara tendencia a absorber, a agobiar y a controlar”.
De esta forma, a diferencia de la dependencia emocional que puede surgir en cualquier momento de la vida, la personalidad dependiente está más arraigada y afecta a múltiples áreas de la vida de una persona, no solo a las relaciones amorosas.
Señales de alerta de la dependencia emocional
Sabiendo qué es la dependencia emocional y las diferencias que existen entre esta y la personalidad dependiente, Angie Daniela Mancilla subraya que la transformación personal en una relación es un síntoma claro de dicha dependencia. Si los cambios que realizas no son consensuados ni por un bien común, es posible que estés cayendo en una dinámica de dependencia emocional.
“Cambiar por otra persona se puede considerar amor cuando mi cambio revela un bien común y es un cambio consensuado y mutuo”, explica. Sin embargo, si modificas aspectos fundamentales de tu personalidad para agradar a tu pareja, sin recibir lo mismo a cambio, es una clara ‘red flag’ o señal de alerta de que dependes emocionalmente de la otra persona.
Este tipo de cambios no saludables pueden incluir adoptar los gustos, creencias o actividades de tu pareja, aunque antes no te interesaran en absoluto. “Por ejemplo, no te gustaba el fútbol, pero ahora solamente ves fútbol y te vistes con camisetas de fútbol. O dejas de hacer planes con tu círculo cercano y te injertas exclusivamente a su vida”.
El límite entre admiración y idolatría
Por otra parte, un concepto interesante que introduce Mancilla es el límite entre honra e idolatría dentro de la relación. La honra, según ella, se basa en la admiración y el respeto mutuo, mientras que la idolatría surge de un apego insano, una necesidad de controlar o de no dejar ir a la pareja por miedo a perderla.
“La honra es reflejada por admiración, por amor, por deseo. La idolatría se basa en una necesidad y en un apego en algo que no quiero que se vaya”, enseña la experta.
Este límite es crucial para identificar si la relación está basada en un crecimiento mutuo o si, por el contrario, ha caído en una dinámica tóxica donde uno de los miembros está sacrificando su bienestar emocional por temor al abandono.
¿Cómo salir de la dependencia emocional?
Si te reconoces en estos patrones, no todo está perdido. Tanto Congost como Mancilla coinciden en que el primer paso es fortalecer la autoestima. Para Congost, es esencial reconectar con ese yo independiente que existía antes de la relación tóxica. “Para salir de la dependencia emocional, hacen falta herramientas concretas con las que el proceso es mucho más rápido de lo que imaginamos”, asegura.
En cuanto a la personalidad dependiente, aunque puede ser difícil de cambiar por completo, sí es posible mejorar la independencia y la autonomía a través de un trabajo constante en uno mismo. Mancilla también recomienda enfocarse en actividades que te devuelvan tu sentido de identidad, rodearte de una red de apoyo y, sobre todo, no perder de vista tus intereses y metas personales.
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Queda claro que, tanto la dependencia emocional como la personalidad dependiente requieren atención y trabajo personal para ser superadas. Comprender las diferencias entre ambas te ayudará a identificar qué tipo de comportamientos están presentes en tu relación y cómo puedes abordarlos para construir relaciones más sanas y equilibradas.
Por supuesto, no está de más buscar ayuda de un experto que te pueda guiar y acompañar en la búsqueda de tu propia identidad y hacer del autoestima tu mejor “arma” en contra de depender emocionalmente de alguien.