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¿Existe una cifra para definir lo que es tener “poco sexo”? Expertas hablan

¿Existe una cantidad que defina “poco sexo”? Expertas revelan que la respuesta es mucho más compleja de lo que parece y que quizás, nos estamos preocupando de más.

Por Redacción Cromos
06 de noviembre de 2024
¿Existe una cantidad que defina “poco sexo”? Expertas revelan que la respuesta es mucho más compleja de lo que parece y que quizás, nos estamos preocupando de más.
Fotografía por: Pexels

En nuestra cultura, las comparaciones no cesan: todos quieren encajar en la “normalidad”, y el sexo no es la excepción. No se trata solo de preguntarnos quién viaja más o va a más festivales, sino también de quién tiene una vida sexual más “frecuente”. La sola idea de andar “por debajo de la media” provoca incomodidad, sobre todo en parejas, donde muchos sienten que la falta de sexo podría reflejar problemas profundos en la relación.

Sin embargo, el concepto de “normalidad” en la sexualidad es complicado y, para los sexólogos, casi inexistente. La Sociedad Internacional de Medicina Sexual (ISSM) sostiene que no hay una cifra universal, sino que cada pareja debe encontrar su propio balance. Para algunos, eso puede significar varias veces por semana; para otros, una vez al mes. La frecuencia ideal es aquella que los dos miembros de la pareja consideran satisfactoria. Pero ¿por qué esa necesidad de un número?

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La presión de la normalidad: más cantidad que calidad

Ana Blázquez, sexóloga de la marca Control, explicó en una entrevista reciente con el diario El Mundo de España, que muchas personas desean un parámetro porque brinda una sensación de seguridad social. “Los seres humanos necesitamos un marco de seguridad para compararnos y saber si cumplimos con los mandatos sociales”, dice Blázquez. “Poco sexo o mucho sexo es sólo un dato objetivo. La clave es qué connotación le ponemos nosotros y cómo nos hace sentir ese número”. En otras palabras, si ambos están contentos con una relación de bajo ritmo sexual, ¿quién podría juzgar que “les falta”?

Ahora bien, la pregunta clave es: “¿qué es el sexo?”; y si bien parece obvia, tampoco tiene una respuesta simple. Para muchas personas, “sexo” implica coito, pero en una encuesta reciente en Estados Unidos, solo el 95% de los adultos consideraban que esto es sexo. ¿Qué piensa el otro 5%?

Otras prácticas como el sexo oral, el toqueteo de genitales, y la intimidad física también forman parte de la vida sexual y pueden proporcionar satisfacción en pareja. La psicóloga y sexóloga Lucía Jiménez afirma al mismo medio: “no podemos ceñirnos solo al coito. Muchas mujeres no quieren penetración, porque les duele o no lo disfrutan, pero la presión les hace sentir que deben cumplir unos mínimos. Así que no besan a su pareja por si generan falsas expectativas. ¡A lo mejor quieren sexo pero sin coito!”.

Conocerse, comunicarse y respetar los ritmos propios

Por su parte, Nayara Malnero, psicóloga y autora de Cariño, vamos a llevarnos bien, afirma que muchas parejas caen en el error de creer que la vida sexual funcionará automáticamente bien si hay amor. Sin embargo, la realidad es que una relación feliz se construye también con intimidad erótica y acuerdos. “Creer que por quererse todo va a ir fenomenal en la cama es una idea errónea que debería estar superada. No pasa nada por hacer ajustes, como si uno es más casero que el otro o se discute por ir a la playa o a la montaña. Con la sexualidad debería ser igual”, asegura.

Una asimetría en el deseo sexual, según las expertas, no tiene por qué ser un problema. Ana Blázquez subraya que quien tiene una mayor necesidad sexual debe encontrar formas de expresar su deseo sin imponerlo. En caso de que la frecuencia difiera, una posible solución podría ser incorporar la masturbación como una práctica válida y normalizada. En muchas culturas, masturbarse dentro de una relación está mal visto, cuando podría ser una solución para mantener el bienestar individual sin presionar al otro.

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Por último, hay que tener en cuenta que durante el periodo de enamoramiento, la química natural del cuerpo impulsa el deseo, lo cual puede llevar a tener relaciones con frecuencia. Sin embargo, con el tiempo, y a medida que las responsabilidades aumentan, mantener la chispa activa requiere esfuerzos y comunicación.

Blázquez destaca: “la respuesta sexual humana funciona con estímulos y tenemos que conocer cuáles necesitamos. Quizá Paco viendo Netflix y comiendo huevos fritos no te sirve. Pero si se pone guapo, no están los niños y enciende unas velas (...) Nos han dicho que el deseo sexual viene del cielo, pero se tiene que trabajar. No hay que forzarse, pero sí esforzarse, que es distinto”.

Redacción Cromos

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