Desde que las mujeres salieron del papel impuesto por el mundo patriarcal, de sumisas, calladas y que se ajustan a todo, el placer se tornó como uno de los requisitos fundamentales para muchas. Esas mujeres ya no están dispuestas a sacrificar sus tiempos y mucho menos su gratificación sexual, lo que nos llevaría a creer que hombres y mujeres finalmente están en la misma página.
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Sigue a Cromos en WhatsAppPero no… cada vez más hombres evitan el encuentro sexual, y cuando lo tienen no logran una conexión placentera con la mujer, lo que conduce a una percepción, entre muchas, de que ellos están cada vez peores en la cama.
El hombre que hasta los días de hoy sufre con las cobranzas y las reglas establecidas, por ese mismo patriarcado que tanto mal hace a las mujeres, que los estimula a solo tener sexo por tener, ya que les exigen números y no deseo, o al consumo desenfrenado de pastillas azules para garantizar ese pene erecto a todo momento, y junto a eso una adoctrinamiento concentrada en la penetracion, desestimando el cuerpo como fuente de sensaciones tan poderosas para llegar al orgasmo.
Ellos en su mayoría van por la vida creyendo, incluso en los días de hoy, que por el hecho de que tienen un pene lo tienen todo… De ahí la angustia a la hora de la pérdida de la erección, común y normal en cualquier hombre del mundo, pero que les afecta la autoestima y muchas veces la misma relación de pareja, porque lo más fácil es alejarse por creer que el pene flácido lo cancela como un “hombre de verdad”.
Serían mucho mejor en la cama si no acudieran tan a menudo al porno como ideal de sexualidad y solución para fantasías eróticas. Falta diálogo, falta educación sexual y, sobre todo, falta cuestionar ese discurso machista que encasilla al hombre y lo lleva a un sufrimiento solitario.
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Poder expresarse, poder conocerse, es algo natural, pero mientras esos hombres sigan presos y desubicados en el contexto histórico actual, seguirán siendo malos polvos o evitando encuentros sexuales con la mujer, justamente para evitar afrontar la realidad.
Autora de la columna: Flavia dos Santos.