En la última década, el uso del preservativo entre los adolescentes ha disminuido de manera alarmante, un dato inquietante que ha puesto en alerta a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según un reciente informe de la oficina europea de la OMS, casi un tercio de los adolescentes en Europa no usaron ni preservativo ni píldoras anticonceptivas durante su última relación sexual. Estos números, que apenas han cambiado desde 2018, generan serias preocupaciones sobre los riesgos de infecciones de transmisión sexual (ITS) y embarazos no deseados.
El estudio abarca a adolescentes de 15 años de 42 países y regiones, recogiendo datos entre 2014 y 2022. Las estadísticas son claras: la proporción de jóvenes que utilizaron condón en su última relación sexual ha caído del 70% al 61% en chicos, y del 63% al 57% en chicas. Además, los adolescentes provenientes de familias con ingresos bajos son más reacios al uso del preservativo: un 33% de ellos no lo usaron, en comparación con el 25% de aquellos de familias más adineradas.
Sigue a Cromos en WhatsApp¿Qué está fallando en la educación sexual?
La OMS destaca que la prevalencia del sexo sin protección pone en evidencia serias deficiencias en la educación integral sobre la sexualidad. “La educación sexual acorde con la edad sigue estando descuidada en muchos países”, señaló Hans Kluge, director de OMS-Europa. Este déficit no solo pone en peligro a los jóvenes, sino que también perpetúa la falta de conocimiento sobre prácticas sexuales seguras y sobre la importancia del preservativo más allá de prevenir embarazos.
Darly Peña, coordinadora nacional de jóvenes en Profamilia, concuerda con esta visión, subrayando que la falta de educación sexual adecuada es uno de los factores clave detrás de este preocupante declive en el uso del preservativo. “Es fundamental fortalecer la autoestima, el autocuidado y el empoderamiento en los jóvenes para que tomen decisiones informadas sobre su sexualidad”, explica.
La desinformación sobre el preservativo aún prevalece en muchos adolescentes, quienes no reconocen que este es el único método que reduce eficazmente el riesgo de ITS. “¡En Colombia estamos viviendo un aumento en el número de personas que adquieren ITS, incluyendo el VIH!”, advierte Peña, haciendo hincapié en la urgencia de retomar esta conversación.
La falta de educación sexual perpetua el desconocimiento de los riesgos de tener relaciones íntimas sin protección.
Las barreras que enfrentan los jóvenes
El estudio de la OMS no solo refleja la falta de educación sexual, sino también otras barreras que impiden el uso del preservativo. Entre ellas, la falta de comunicación en pareja sobre el uso del condón y las falsas creencias sobre la reducción del placer sexual son algunos de los obstáculos que limitan su empleo.
“Existen falsas creencias sobre el condón, muchas veces relacionado con la idea de que afecta el placer, lo cual no es cierto”, asegura la experta. Para cambiar esta percepción, entidades como Profamilia han introducido condones con texturas y sabores variados, con el objetivo de que los jóvenes vean el preservativo como una herramienta no solo de protección, sino también de estimulación.
Otro desafío importante es el acceso limitado a preservativos, especialmente para los adolescentes de bajos ingresos. Las barreras económicas, así como la falta de recursos para la distribución gratuita, agravan la situación. Esto es particularmente problemático en países donde los servicios de salud sexual no cuentan con la financiación adecuada.
La sobrecarga de información digital: ¿una generación más confiada o desinformada?
En la era digital, los jóvenes están expuestos a una sobrecarga de información, lo que puede distorsionar su percepción del riesgo. “Hemos encontrado todo tipo de contenidos en plataformas digitales, muchos de los cuales normalizan el riesgo al exponer experiencias en las que no hay consecuencias por tener prácticas sexuales sin protección”, afirma Peña.
Este fenómeno pone en evidencia la importancia de una educación sexual crítica y adaptada a cada ciclo de vida. Los adolescentes deben aprender a identificar fuentes confiables y a cuestionar los mensajes contradictorios que reciben sobre sexualidad. La sobreexposición a contenidos que minimizan los riesgos, como el uso del condón, contribuye a la relajación de los comportamientos preventivos entre los jóvenes.
El papel de la pornografía y los estereotipos en la sexualidad adolescente
La pornografía también juega un rol significativo en las decisiones de los jóvenes sobre el uso del preservativo. En muchas producciones pornográficas, el uso de condones es inexistente, lo que refuerza la idea de que no es necesario para una experiencia sexual placentera.
“Si el consumo de pornografía es constante y es el único referente para el joven, puede percibir como habitual el no uso de preservativos”, advierte Darly. Esto, sumado a la idealización del placer y los cuerpos en la pornografía, desconecta a los adolescentes de la realidad de los encuentros sexuales y sus riesgos.
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¿Cómo revertir la tendencia?
Finalmente, la experta asegura que para enfrentar esta preocupante tendencia, es crucial una mayor inversión en educación sexual, el refuerzo de los servicios de salud sexual y campañas comunicativas consistentes que promuevan el uso del preservativo. “Es fundamental educar a los jóvenes sobre la importancia de incorporar el condón en su vida sexual no solo como un medio de protección, sino como parte de una experiencia saludable y placentera”, concluye Peña.
La situación es alarmante, pero con el enfoque adecuado en la educación y la sensibilización, es posible revertir esta tendencia y garantizar que las futuras generaciones estén mejor equipadas para tomar decisiones informadas sobre su sexualidad y bienestar.