La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones de estrés o peligro, pero cuando se vuelve constante, puede afectar la salud mental y física. Aunque los síntomas son variados, solo un especialista puede diagnosticarlo.
Por lo anterior, se manifiesta en distintos grados, desde episodios leves hasta trastornos más complejos, como el trastorno de ansiedad generalizada o el trastorno de pánico.
Sigue a Cromos en WhatsAppExisten diversas maneras de manejarla, sin embargo, primero se deben reconocer los síntomas y por supuesto, buscar ayuda profesional cuando sea fundamental para mejorar la calidad de vida.
Sentir ansiedad ante eventos importantes es normal, pero cuando la sensación es constante y sin causa clara, podría tratarse de un trastorno.
¿Cómo saber si se tiene ansiedad?
Estas interrogantes son recurrentes entre nuestros pacientes. La ansiedad, una respuesta fisiológica común, se manifiesta como una sensación de tensión o inquietud ante eventos o circunstancias percibidas como amenazantes.
Aunque puede ser adaptativa, facilitando nuestra supervivencia en entornos cambiantes, su intensidad y persistencia pueden generar malestar significativo, según explicó en The Washington Post el doctor Christopher WT Miller, profesor asociado al Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Maryland.
Esta respuesta puede desencadenar conductas proactivas, como la evitación de peligros o la búsqueda de soluciones a problemas. Sin embargo, cuando la ansiedad es desproporcionada o persistente en ausencia de estímulos amenazantes, puede interferir en el funcionamiento cotidiano y convertirse en un problema clínico.
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Nuestro cerebro funciona de manera diferente cuando la tenemos. La parte del cerebro que nos alerta de los peligros se vuelve más activa en personas con ansiedad. Esto hace que estén más atentos a las amenazas, incluso cuando no hay un peligro real.
Por ejemplo, las personas con ansiedad social a menudo piensan cosas negativas sobre lo que los demás piensan de ellos. Para algunos con esto, si alguien les sonríe, pueden creer que se están burlando. O si ven a alguien susurrando, piensan que están hablando mal de ellos.
La ansiedad no solo nos hace sentir nerviosos, también afecta nuestro cuerpo. Cuando estamos ansiosos, nuestro corazón late más rápido, sudamos y podemos sentirnos mal del estómago.
Esto se debe a que nuestro cuerpo cree que estamos en peligro, incluso cuando no hay nada que temer. Esta sensación de peligro constante hace que sea difícil relajarnos.
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Asimismo, el doctor Miller explica que este trastorno puede hacer que nos sintamos atrapados en un círculo vicioso. Incluso si hemos enfrentado situaciones similares antes, podemos olvidar lo bien que nos fue y preocuparnos de nuevo.
Como dijo alguien con ansiedad social a Miller y fue citado en el mismo medio: “Todo parece una tortura. Sudo y tiemblo antes y mientras estoy en ella. Una vez que salgo, es como una ola de alivio. Siento que sobreviví a algo. Cada vez, es lo mismo”.