La relación entre la salud bucal y las enfermedades sistémicas es un tema que ha capturado la atención de expertos médicos y odontológicos por sus implicaciones en el bienestar general de los pacientes. La boca es la puerta de entrada del cuerpo, y su estado puede ser un reflejo del estado de salud sistémico.
Enfermedades como la hipertensión y la diabetes, aunque se suelen asociar con órganos específicos, también afectan de manera significativa la salud oral. A su vez, los problemas dentales pueden complicar estas condiciones de base.
Sigue a Cromos en WhatsAppJairo Quintana, odontólogo estético experto en tecnología dental y presidente de la Asociación Colombiana de Odontología Estética y Digital (ACOED), explica que “las enfermedades sistémicas como la hipertensión, la diabetes y muchos síndromes tienen una correlación o están ampliamente relacionadas con enfermedades de la boca”. Según él, la salud de las encías y los dientes puede revelar mucho sobre el control que el paciente tiene sobre su condición sistémica.
La diabetes y su impacto en la salud bucal
La diabetes, una enfermedad caracterizada por altos niveles de glucosa en la sangre, afecta directamente los tejidos bucales. El exceso de azúcar en el cuerpo favorece la proliferación de bacterias en la boca, lo que aumenta el riesgo de desarrollar infecciones como la enfermedad periodontal.
Esta enfermedad, que afecta las encías y los huesos que sostienen los dientes, es mucho más común en pacientes diabéticos que no controlan adecuadamente su nivel de azúcar en sangre.
Quintana señala que “si la diabetes está controlada, las encías están sanas, pues nos damos cuenta que el paciente está bajo una fuerte estructura de observación”. Es decir, un paciente con buena salud bucal probablemente tiene su diabetes bajo control. Sin embargo, “si no está controlada, vemos encías inflamadas, sangrados espontáneos, dolores en los dientes y movilidades que no son necesarias”. Estos son signos claros de que la enfermedad periodontal está presente, y con ello, se incrementa el riesgo de que la diabetes empeore.
Ahora bien, la relación entre la diabetes y la salud bucal no es unilateral. Las infecciones periodontales pueden hacer que sea más difícil para los diabéticos mantener sus niveles de glucosa bajo control. Las bacterias que proliferan en las encías liberan toxinas que inflaman los tejidos y generan una respuesta inmunitaria exacerbada, complicando aún más la regulación del azúcar en la sangre. Así, la salud bucal y la diabetes se retroalimentan de manera negativa si no se toman las medidas adecuadas.
La colaboración entre médicos y odontólogos es clave para asegurar que estas condiciones no se agraven y que los pacientes puedan llevar una vida lo más saludable posible.
La hipertensión y los problemas bucales
Por otro lado, la hipertensión también tiene una conexión directa con la salud oral. El experto explica que “si tenemos la presencia de una enfermedad periodontal no controlada, la incidencia de enfermedad coronaria es mucho más grande”. La periodontitis, que es la forma avanzada de la enfermedad de las encías, provoca una inflamación crónica que puede extenderse a otros sistemas del cuerpo, incluidos el corazón y los vasos sanguíneos.
Los estudios han demostrado que la inflamación crónica de las encías puede aumentar la presión arterial, exacerbando los problemas relacionados con la hipertensión. Además, algunos medicamentos utilizados para tratar la hipertensión pueden tener efectos secundarios que afectan la salud bucal, como la sequedad en la boca (xerostomía), que favorece la acumulación de placa y la aparición de caries.
Además, las bacterias presentes en la boca pueden ingresar al torrente sanguíneo, aumentando el riesgo de formación de placas en las arterias y, con ello, el peligro de sufrir un infarto o accidente cerebrovascular.
Por esto, Quintana insiste en que “es muy bueno que el paciente tenga esa relación entre su odontólogo y el médico para saber si está bajo control o no”. La colaboración entre el dentista y el médico tratante es fundamental para asegurar que tanto la salud oral como la sistémica del paciente estén en óptimas condiciones.
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La clave está en el control
La boca puede ser un reflejo del estado de salud general de una persona y, en muchos casos, los problemas orales pueden ser la primera señal de que algo no está bien en el organismo. Como lo destaca Jairo Quintana, “los odontólogos nos podemos dar cuenta si una enfermedad está controlada o no”, y esto puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida del paciente.
Es vital que quienes padecen estas enfermedades mantengan una estricta vigilancia tanto de su salud sistémica como de su salud bucal. La colaboración entre médicos y odontólogos es clave para asegurar que estas condiciones no se agraven y que los pacientes puedan llevar una vida lo más saludable posible.