La dulce (y amarga) verdad sobre la miel y la estevia: ¿son más buenos que el azúcar?
Los sustitutos del azúcar ganan popularidad, pero ¿qué tan buenos son realmente? Conozca los riesgos y beneficios de la miel, estevia y otros edulcorantes en este análisis respaldado por la nutricionista Manuela Calle.
Por Christopher Ramírez Hernández
21 de noviembre de 2024
La reducción de azúcar se ha vuelto un objetivo clave para quienes buscan una vida más saludable. Opciones como la miel, la estevia y otros edulcorantes se presentan como alternativas atractivas, pero ¿qué tan efectivas y seguras son? ¿Estamos reemplazando una preocupación con otra?
La doctora Manuela Calle, nutricionista dietista de la Universidad CES, explica que los edulcorantes se dividen principalmente en dos grupos: aquellos de origen natural, como la miel y la panela, y los edulcorantes no calóricos como la estevia. De acuerdo con ella, los sustitutos de origen natural “aportan un poquito más de vitaminas y de nutrientes que el azúcar tradicional”, pero advierte que “también tienen la misma implicación en el índice glicémico”. Esto significa que, aunque son naturales, elevan los niveles de glucosa en la sangre de manera similar al azúcar, lo cual los convierte en opciones poco recomendadas para personas con diabetes.
Sin embargo, los riesgos de los edulcorantes van más allá del índice glicémico. Según Calle, los edulcorantes no calóricos “se han asociado sobre todo con afectaciones a nivel de microbiota”. Esta microbiota, que es clave para una buena digestión y salud general, puede verse afectada negativamente por el consumo excesivo de estos productos. La especialista advierte que incluso se desaconseja su uso en niños menores de dos años debido a la falta de estudios concluyentes, al menos en el caso de Colombia.
La moderación, por tanto, no solo es recomendable sino esencial. En consulta, Manuela observa que el consumo excesivo de productos edulcorados, como bebidas o alimentos “bajos en calorías”, tiene implicaciones significativas en la salud. En su perspectiva, “es mejor consumir azúcar ocasionalmente que consumir muchos edulcorantes en exceso,” pues la exposición constante a estos productos puede alterar el balance natural del organismo.
Sigue a Cromos en WhatsAppEl mito de los “azúcares ocultos” en productos light
Otro fenómeno que Manuela resalta es la tendencia de la industria a endulzar productos con una mezcla de azúcar y edulcorantes. Muchos alimentos etiquetados como “sin azúcar” contienen, de hecho, pequeñas dosis de fructosa u otros azúcares. “Me parece increíble porque de por sí los edulcorantes aportan más dulce a las preparaciones, pero lo hacen más como por la textura que da el azúcar”, añade.
Aquí surge una alerta importante para los consumidores: revisar etiquetas y no confiar ciegamente en la promesa de ser un producto “sin azúcar añadido”. Este tipo de prácticas lleva a un consumo de azúcares “ocultos” que, al combinarse con edulcorantes, incrementa la ingesta sin que el consumidor sea plenamente consciente.
Dulces recompensas: el vínculo emocional con el azúcar
Otro aspecto relevante es el efecto psicológico y emocional del consumo de azúcar. Calle menciona que nuestro amor por lo dulce está más relacionado con factores emocionales que con necesidades fisiológicas reales. “No es que el ázucar genere una adicción como tal, sino que asociamos los alimentos dulces con una recompensa, lo que genera algún tipo de estímulo a nivel neuronal, vinculándose con hormonas del placer o la felicidad”.
Esta relación emocional con lo dulce puede conducirnos a preferir alimentos azucarados en momentos de estrés, alegría o simplemente como un hábito de placer instantáneo, y por ende este vínculo hace que el consumo de edulcorantes no sea simplemente una cuestión de salud, sino de nuestra relación con el bienestar.
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Aun con toda esta información, el debate sobre los edulcorantes y sus alternativas naturales continúa, y la elección entre azúcar, miel, estevia u otros productos no es tan sencilla como parece. Si bien la miel y otros endulzantes naturales ofrecen ciertos beneficios adicionales, estos son mínimos comparados con el riesgo de elevar los niveles de glucosa de manera similar al azúcar común.
La decisión final debe basarse en un consumo equilibrado y consciente, con especial atención a las etiquetas y composición de los productos. Como bien señala la nutricionista, “a veces menos es más, y un dulce ocasional puede ser mejor que un edulcorante diario”.