La tristeza: por qué es importante abrazarla en vez de negarla o aniquilarla

A lo largo de los más de 35 años que llevo acompañando a personas en proceso de reparación de una pérdida por muerte de un ser querido, he podido encontrar que este es el camino necesario y útil para hacer una elaboración consciente mediante un proceso de duelo.

Es bueno resaltar que ante lo acontecido nada volverá a ser igual, sin embargo, con el tiempo se podrá estar nuevamente bien, pues se ha podido aprender de la experiencia y salir fortalecidos.

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Cuando sentimos tristeza podemos hacer uso de ella de manera consciente, no mediante el rechazo o la evasión. No se trata de sentir tal cual nos sentimos, sin que medie el pensamiento hacia un pasado ya ocurrido que trata infructuosamente de cambiar los hechos, sino como un encuentro inevitable con nuestra realidad más íntima y simple.

Esas emociones que nos ocurren se traducen en sensaciones diversas en todo nuestro ser, y es clave comprenderlas para determinar de qué estamos hechos. Si reconocemos lo que nos acontece podemos actuar, y en el acto de darnos cuenta de que en lo que sentimos por amargo que sea está la semilla de la transformación y el bienestar.

Semilla que como en la naturaleza ha de ser sembrada en tierra fértil, pues no empezará su transformación sobre un material inerte, sino dentro de la tierra adecuada.

En ella empieza su viaje hacia el interior de la tierra mediante una raíz, que le permite estabilidad, arraigo y nutrición, que sin ella no podrá con el paso del tiempo emerger a la superficie como un tallo, que crecerá libre en búsqueda de la luz, dando con el tiempo un follaje de hojas, posteriormente flores hasta generar frutos, iniciando un nuevo ciclo con la semilla en su interior. Para lograr los frutos ha de tener el soporte y la nutrición de la raíz, que ha crecido hacia la profundidad en la tierra.

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Así tal cual es el proceso de duelo, una inmersión en la raíz, en ir hacia dentro, a lo más profundo, para encontrar un verdadero soporte interior y no algo externo, pues un árbol sin raíces adecuadas, cualquier borrasca lo destruiría, algo que se evita al abrazar la tristeza. Infortunadamente esta sociedad rechaza la tristeza, cuando es gracias a ella que podemos rescatar la gratitud por lo vivido y compartido.

Esta renueva el amor que nos unía con el ser perdido, adaptando a la relación desde el interior que ahora se construye en presente. Así que si tienes una pérdida, de la mano de la tristeza recorre el camino hasta motivarte por la vida y los vivos, contando eso sí con el apoyo y la compañía de otros seres queridos en el viaje o un terapeuta en caso de ser necesario.

Autor del texto: Santiago Rojas Posada.