¿Por qué decidí hacer un plan de alimentación en diciembre y no en enero?
Ni siquiera tomé la decisión sabiendo que empezaba el último mes del año. Mi mente y mi cuerpo me dijeron: ¡hazlo ahora, no te arrepentirás! Y así comencé a percibir por dentro y fuera los efectos de una de las decisiones más acertadas que he tomado en 2024.
Por Catalina García Castaño
06 de diciembre de 2024
Tengo 38 años y mido 1,59. Toda mi vida he sido de contextura delgada. En mi adolescencia me decían “palos”, “calcio” y otros apodos que no quisiera recordar. Veía a las otras chicas con curvas, nalgas de acero y caderas pronunciadas que siempre envidié. Incluso mi mamá tiene un derrier fantástico, como el que tuvo Selena Quintanilla. Sin embargo, a mis 20 años mi cuerpo comenzó a cambiar y aquellas caderas empezaron a sobresalir. La cola que quería encontró su lugar y me sentía como una mujer empoderada de mi cuerpo.
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Luego llegaron los 30 y con ellos, mi metabolismo cambió. Empecé a subir de peso y pasé de 50 kilos a 52, 54 hasta llegar a los 60. Debo confesar que entendí mis kilos de más luego de la pandemia. Al regresar a la normalidad y sacar a relucir la ropa que duró guardada por dos años, noté que varias prendas me quedaban muy apretadas o simplemente no me entraban. El ejercicio iba y venía, me comprometía unos meses y con alguna excusa, lo dejaba. En cuanto a la alimentación siempre he sido cuidadosa, trato de comer saludable, pero creo que mi talón de aquiles es el licor, principalmente el vino y la cerveza.
Duré varios años viéndome al espejo sin sentirme cómoda con mi cuerpo, con lo que veía. Me quejaba, dejaba el licor entre semana, pero nunca tuve acompañamiento profesional a nivel nutricional.
Sigue a Cromos en WhatsAppNo sé si era miedo, pereza o desconocimiento lo que me impedían comprometerme con un plan de alimentación riguroso. Las excusas sobraban junto con la incomodidad de no tener el cuerpo de mis 20. La pesa era mi enemiga y el espejo mi mayor temor. Un día me levanté y me dije: si te sigues quejando tienes que hacer algo, de lo contrario, aprende a convivir con tu cuerpo como está.
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De inmediato contacté al coach nutricional y entrenador que llevó el proceso de un gran amigo y su pareja. Vi los cambios que se produjeron en ambos, sobre todo en el saber comer, en recuperar su figura y su tranquilidad mental sintiéndose cómodos con su cuerpo.
Hace poco más de dos semanas empecé este proceso nutricional que me ha tenido motivada. Entreno 4 veces por semana, me alimento de manera consciente y sobre todo, estoy pensando en mi bienestar. ¿Por qué en diciembre? Porque considero que en enero no quiero ser de las que empieza el año pensando en bajar de peso y en otras promesas más que nunca cumpliré.
Es un mes retador al tener una alimentación tan rigurosa, lo sé. Pero para mí es el momento perfecto para superar los miedos que mi mente me ha impuesto: “sin licor no la voy a pasar bien, comer saludable es restringirse o matarse de hambre y ya estás muy vieja para eso”.
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