Todos tenemos una versión de nosotros mismos que aspiramos ser. Todavía no conozco a una persona sin anhelos de ser, de crecer o mejorar algo en su vida. “Me gustaría ser más amoroso”, “quiero ser más disciplinado”, “quiero ser saludable”, “quisiera ser más relajado”, “quiero manejar mejor mi tiempo”, “quiero hablar inglés” o “me gustaría hacer un trabajo diferente” son algunos de los anhelos que escucho en la consulta psicológica y en las conversaciones con amigos y conocidos.
Lee en Cromos: La psicología del triunfo. Lo que hay detrás de los ganadores de Juegos Olímpicos
Sigue a Cromos en WhatsAppUno de los más significativos descubrimientos de la neurociencia ha sido el de la neuroplasticidad del cerebro. Esta hace alusión al potencial que tiene nuestro sistema nervioso de modificar y reorganizar la actividad neuronal como respuesta a la nueva información. ¡Qué maravilla! Esto significa que, independientemente de nuestra edad, género, raza, cultura, condición socioeconómica o educativa, todos los seres humanos contamos con la capacidad de formar nuevas conexiones neuronales y, por lo tanto, de crear nuevas habilidades, nuevos conocimientos, nuevos hábitos y cultivar lo que queremos ser.
Trabajar por una mejor versión de nosotros.
Imaginémonos las conexiones neuronales como caminos que forman una red o mapa de actividad cerebral. Estos caminos se forman cada que aprendemos nuevas habilidades, adquirimos nuevos conocimientos o introducimos nuevas acciones en nuestras vidas. Algunos de esos caminos son más desarrollados que otros, dependiendo del uso que hacemos de ellos.
Esta información es para vos: Hablemos de la contradicción que nos habita, tan insoportable y humana
Entre más usamos un sendero, más claro y accesible es. De lo contrario aquellos caminos que son menos usados tienden a ser de difícil acceso, e incluso olvidados. Cada habilidad con la que contamos es el resultado de una serie de caminos desarrollados a través de acciones repetitivas o hábitos. Aprendemos a comer, a caminar, a hablar, a escribir, un oficio, un deporte y, en algunos casos, incluso nos convertimos en expertos de aquella habilidad a través de la repetición o la práctica.
Michelle Obama dijo: “La vida es una práctica”. Argumenta que esta perspectiva ha sido fundamental para lograr sus proyectos y cumplir con el demandante rol de primera dama que ejerció durante varios años. Y cuenta que el consejo que constantemente les da a sus hijas es que practiquen lo que quieren ser. Esto de practicar lo que queremos ser es básicamente crear, cultivar y consolidar nuevas conexiones neuronales a través de la reiteración de las acciones con el objetivo de lograr lo que queremos ser o lograr.
Detente y pregúntate: ¿qué me gustaría lograr? ¿Como me gustaría ser? ¿Qué anhelo ser?”. Supongamos que aspiras a ser más amoroso. Piensa en los comportamientos o las acciones que demuestran amor y, si es necesario, recuerda a una persona amorosa que conozcas, visualiza qué hace, cómo lo hace y cuándo lo hace. Toma la decisión de incorporar a tu rutina diaria aquellas acciones alineadas con lo que quieres ser o lograr, y practícalas cada que tengas la oportunidad.
Estarás de esta forma creando nuevos caminos neuronales, cultivándolos y consolidándolos a través de la práctica, y te irás acercando cada vez más a la versión amorosa que aspiras ser. Porque gracias a la neuroplasticidad de nuestro cerebro todos podemos practicar lo que queremos ser.
Texto escrito por la psicóloga clínica Carolina Barreto (info@emotionlab.com.au), en exclusiva para Cromos.