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Señales de que tienes un trauma de la niñez sin resolver

Las experiencias dolorosas de la infancia pueden dejar huellas profundas en la vida adulta. Identifica las señales de un trauma no resuelto y comienza el camino hacia la sanación.

Por Redacción Cromos
08 de octubre de 2024
Los traumas de la niñez definen gran parte de quiénes somos como seres humanos.
Fotografía por: Favor_of_God

La infancia es un período fundamental en la vida de cualquier persona, un tiempo donde debería reinar el juego, la risa y la exploración de un mundo lleno de posibilidades.

Sin embargo, “a veces en esa etapa de ilusiones se entrelazan experiencias dolorosas, de diversa índole, que pueden dejar huella en la vida de un niño o niña”, tal como señala en un artículo Vincenza Anna Novaco, psicóloga con orientación Sistémica-Relacional. Identificar y sanar estas heridas es crucial para el bienestar emocional en la vida adulta.

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¿Qué es un trauma infantil?

La palabra “trauma” proviene del griego traûma, que significa “herida”. En el ámbito psicológico, un trauma infantil se refiere a experiencias repentinamente adversas que un niño no puede manejar y que perturban su bienestar emocional y psicológico.

Novaco explica que “un trauma infantil es aquello que ocurrió y dolió”. Esto puede incluir situaciones como abuso, violencia, divorcio de los padres, o enfermedades. Cada persona vive y procesa estos eventos de manera diferente, por lo que lo que puede ser traumático para uno puede no serlo para otro.

Tipos de trauma infantil

Los traumas infantiles pueden manifestarse de diversas formas. Algunas de las más comunes incluyen:

  • Rechazo y acoso escolar: experiencias de bullying pueden desencadenar trastornos mentales como ansiedad y depresión, y en algunos casos, provocar conductas agresivas en la adultez.
  • Traumas sexuales: los abusos son particularmente devastadores. Según estudios de Save the Children, la mayoría de los abusadores son conocidos por las víctimas, lo que dificulta su escape.
  • Entornos de riesgo: crecer en contextos de exclusión social o violencia familiar también puede dejar huellas profundas.
  • Negligencia o maltrato emocional: la ausencia de amor o la crítica constante pueden generar heridas invisibles pero dolorosas.

Estos traumas, aunque a veces no visibles, afectan la forma en que los adultos se relacionan con el mundo y consigo mismos.

Consecuencias de los traumas infantiles en la adultez

Los efectos de un trauma infantil no resuelto pueden ser devastadores. Novaco menciona que cuando existe un trauma, la persona no puede dejar de recordar el evento que lo provocó, lo que puede llevar a un ciclo de evitación de situaciones que recuerdan el dolor. Esto se traduce en problemas como:

  • Depresión y trastornos de ansiedad.
  • Problemas de autoestima.
  • Dependencia emocional o, por el contrario, aislamiento.
  • Dificultades en las relaciones interpersonales, debido a inseguridades profundas.

Además, pueden surgir síntomas físicos, como problemas digestivos, insomnio, irritabilidad, y una constante sensación de ansiedad. El cuerpo, en muchos casos, habla cuando la mente se niega a procesar.

¿Cómo identificar un trauma de la infancia?

Reconocer que uno puede estar cargando con un trauma de la infancia no es fácil, pero hay señales que pueden ayudar. A nivel cognitivo, podrías experimentar creencias limitantes como “no soy suficiente” o “no valgo”. Observa también si tiendes a ser excesivamente perfeccionista o exigente contigo mismo.

En el ámbito conductual, podrían presentarse comportamientos impulsivos como la adicción a las compras o la comida. Según la experta, “el cuerpo sabe mucho”, y a menudo responde con signos físicos de ansiedad y estrés. Recuerda que “las heridas de la infancia explican nuestra conducta y emociones”.

Las cinco heridas emocionales

También es importante entender que las heridas de la infancia pueden clasificarse en cinco tipos:

  • Abandono: miedo a la soledad que puede llevar a una dependencia excesiva.
  • Rechazo: experiencias de no aceptación que fomentan la búsqueda de aprobación constante.
  • Humillación: sentimientos de insuficiencia que pueden afectar la autoestima.
  • Traición: desconfianza y necesidad de control por promesas incumplidas.
  • Injusticia: rigidez mental y miedo a perder el control debido a una educación autoritaria.

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Sanar las heridas de la infancia

Superar traumas de la infancia es posible, y a menudo, la terapia es una herramienta esencial en este proceso. Buscar apoyo profesional puede ayudar a desentrañar y comprender las experiencias dolorosas, permitiendo que la persona desarrolle nuevas estrategias de afrontamiento.

De esta forma, aunque la infancia debería ser un tiempo de alegría, es fundamental reconocer y trabajar en las heridas que podrían haber quedado sin sanar. “Las heridas de la infancia explican nuestra conducta y emociones”, y enfrentar estos traumas es el primer paso hacia una vida emocional más saludable y plena.

*Contenido generado con asistencia de la IA.

Redacción Cromos

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