En Colombia, cotidianamente, hay mujeres que se destacan. No se conforman con el éxito alcanzado en las plazas locales y por eso no es raro verlas a la conquista de mercados internacionales. Es el caso de Natalie Rivera, la antioqueña de 28 años que es figura de la música electrónica en el país.
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Natalie creció en Medellín, se graduó pronto del colegio y empezó a estudiar Medicina, quizá como una manera de canalizar su inquietud hacia lo social. Lo que no sabía era que la música le tenía guardado un futuro promisorio y un espacio más que merecido en el cerrado ámbito de la escena nocturna nacional e internacional, dominada en su mayoría por hombres.
Su mejor versión se encuentra ahí arriba, parada frente a una multitud que baila con los beats que marca su consola. En esos momentos se crece y luego cuesta creer que es la misma chica menuda, de estatura mediana y dueña de una cara de facciones delicadas y unos ojos verdes que se llevan toda la atención. De gestos suaves, no parece la misma que es capaz de pararse frente a quince mil personas dispuestas a dejarse llevar por esos sonidos que dibuja una y otra vez en su cabeza: “Cuando estoy en el escenario me exploro a mí misma”, dice. Reconoce que en ella hay algo de psicóloga, “porque entro a una fiesta y estoy estudiando al público, observando el terreno”. Ya en tarima se trata de atravesar sus propias emociones y reflejarlas en la gente. En esos momentos pueden pasar muchas cosas por su mente, sentimientos, experiencias, todo se mezcla en una suerte de coctel místico que ella describe en tres colores: “Experimento a fondo. Incluso describo mis toques así: azul, magenta y violeta. Son las vibraciones que trato de transmitir. Lo azul lo conecto con lo celestial. El magenta con algo energético y el violeta como la unión de los dos”.
Como melómana que es, le interesan muchos géneros. Su propuesta incluye una buena dosis de deep, tech y progressive house, con elementos vocales y electronic dance music, todo potenciado gracias a una gran conexión con su público.
Dice que llegó a la música por pura curiosidad hace cerca de diez años. Incluso, alcanzó a tomar clases con la consola, pero insiste en que su proceso ha sido puramente empírico, de explorar y darse cuenta de que ese aparato era un instrumento más con el que podía alterar los estados de ánimo de la gente.
28 años.
Estudió Comunicación Audiovisual y Producción de Televisión.
Dj y productora
De talla internacional
Para Natalie, el cielo es el límite. Ella apunta lejos y alto. Por eso Colombia se le quedó chiquita y ya ha compartido su talento en tarimas en Estados Unidos, Canadá, México y Panamá. Uno de sus principales intereses es la internacionalización de su carrera. Ahora tiene su mirada puesta en Tomorrowland y en Ultra Miami.
Los toques fueron llegando y su entusiasmo por la exploración de los sonidos electrónicos no hizo más que crecer. Empezó a darse a conocer en la escena local y en espacios como Colombiamoda, donde se hizo popular gracias a su versatilidad a la hora de musicalizar desfiles y lanzamientos de marcas. A pesar de estar cada vez más activa, Natalie llegaba de tenis y sin pensar mucho en su imagen hasta que, en 2013, luego de firmar como dj residente del club nocturno Sixttina, se dio cuenta de que la cosa iba en serio.
Su nombre llegó a festivales, fiestas privadas, clubes y desfiles de modas, en los que su música hipnotizó públicos diversos y siempre vanguardistas. Desde 2015, está enfocada en la internacionalización de su carrera. Estados Unidos, Canadá, México y Panamá son los países a donde ha llevado su proyecto, una apuesta musical “que crea un concepto en cada show”. Explica que adaptarse a muchos públicos y escenarios es una de sus fortalezas. Una propuesta con una puesta en escena en que la música, la imagen, las luces y su styling son protagonistas.
Lo suyo es la búsqueda y la exploración permanente. Desde hace un tiempo viene trabajando con formatos acústicos que enriquecen su sonido y lo hacen más interesante. En algunos toques fusiona cortes de violín –con la intérprete Alejandra López– y batería –con Yussef Oke– para crear atmósferas más teatrales.
Esta admiradora de los djs Axwell y Tommy Trash reconoce que en el medio le ha tocado lidiar con el machismo: “Lo más difícil es enfrentarse al ego de los colegas hombres y ganarte el respeto de la gente”. Profunda admiradora de los músicos de formación, reconoce que en su proceso creativo todo ha sido más intuitivo, un recorrido en el que se ha ido sorprendiendo a sí misma. Sus sueños son claros: quiere llegar a los escenarios más importantes del mundo. Se está preparando para estar en Tomorrowland o el Ultra Miami, por ejemplo. “Incluso lo visualizo con fechas, me proyecto”. Sabe que se trata de un proceso y va hacia esos objetivos enfocada. “Me veo viviendo en otro lugar. Estados Unidos y Europa son mi meta”.
Fotos: César K-rrillo y David Schwarz.