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Daniela Galindo: "Las barreras más fuertes están en la mente de las personas"

Creadora y gerente de Hablando con Julis, HCJ, un programa que les permite hablar, leer y escribir a personas con discapacidad.

Por Daniela Galindo
13 de octubre de 2015
Daniela Galindo: "Las barreras más fuertes están en la mente de las personas"

Daniela Galindo: "Las barreras más fuertes están en la mente de las personas"

El tema de la innovación llegó por la necesidad de darle una solución a la situación de mi hermana Juliana, quien no se podía comunicar por una discapacidad con la que nació. Ese fue un tema presente desde que yo tenía tres años de edad; siempre luchando contra los conceptos de la sociedad, que se encarga de decirles no a las personas con discapacidad. Los médicos tienen unos argumentos que hieren mucho. A mis papás les dijeron que Juliana no iba a aprender nada, pero yo veía que ella me imitaba como hermana menor. Una vez la rectora del colegio dijo ‘tengan en cuenta que sus hijos nunca van a aprender a leer y escribir’… y claro, Juliana se graduó sin saber leer ni escribir. 

Se me convirtió en un reto demostrar que mi hermana tenía una discapacidad pero podía aprender y hacer muchas cosas. Como familia pasamos situaciones dolorosas porque muchas veces cuando Juliana llegaba del colegio, nos quería contar algo y no podía; se encerraba a llorar. En un momento de mi vida se juntaron la realidad de mi casa y mis estudios. En la Universidad de Los Andes empecé a estudiar Ingeniería Industrial y luego ingresé a Ingeniería de Sistemas. Me gradué a los 22 años de las dos carreras. 

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“La barrera hoy viene de la mente de los ciudadanos que no tienen discapacidad. Es difícil trabajar con los papás, ellos tienen metido en la cabeza que no se puede, sobreprotegen mucho”.

 

Fue una decisión familiar: empezamos a investigar y no había nada. Un día, mi papá dibujó un computador en una servilleta y puso la primera idea del programa. La primera versión la trabajamos en familia. Se hizo en 2008 y fue solo para mi hermana. Yo estaba en segundo semestre y todas las noches nos dedicábamos a bajar imágenes, audios y videos. Nos ayudó el ingeniero de la empresa de mi papá. Se lo entregamos a Julis y ella empezó a comunicarse sin explicarle nada. 

Empezamos a pensar en cómo ayudar a otras familias. En 2009, HCJ se constituyó como empresa. Yo tomé las riendas en 2011, seis meses antes de graduarme. Lo que habíamos creado era una versión casera y yo le dije a mi papá que quería sacar adelante la empresa. Él se sorprendió mucho; me advirtió que me iba a enfrentar a algo muy difícil, que hacer empresa en este país es muy complicado. Una de las primeras barreras que encontré fue la incredulidad. Mis familiares me preguntaban qué iba a hacer cuando me graduara y cuando les contaba que me dedicaría a HCJ, me preguntaban: ‘¿qué vas a hacer ahí?’. 

Yo tenía 21 años y me dediqué a conformar equipos de psicólogos, pedagogos e ingenieros y logramos la segunda versión. Estudiar ingeniería de sistemas me sirvió para entender lo que hacíamos, pero yo me dediqué a liderar el equipo, a gerenciar la empresa, a vender, a hacernos conocer. En ese entonces tuvimos apoyo de Estados Unidos, a través de Give to Colombia y Cisco Colombia; ellos financiaron esa segunda versión. 

El 82% de la población discapacitada en Colombia es de estratos 1, 2, 3 y esta tecnología es muy cara. Así que tuve que pensar a quién se lo íbamos a vender si no podíamos cobrar lo que costaba. Me enfoqué en unir todos los cables para que esto funcionara. 

En ese momento, hace cuatro o cinco años, no se hablaba de innovación ni de emprendimiento. Durante dos años tuve que ver cómo las empresas grandes nos cerraban las puertas. Yo pedía 30 minutos para exponer mi proyecto. Algunas veces se conmovían con mi historia familiar y al final me decían: ‘muy bonito lo que haces’. Pero yo no quería que me dijeran eso, yo quería hacer algo útil para la sociedad.

Decidí ir a las familias, pero el obstáculo era la plata. Persistí porque le tengo pasión a lo que hago y estoy plenamente convencida de que este programa le puede mejorar la vida a millones de personas, como lo hizo con mi hermana. Hoy Julis habla, lee y escribe; trabaja con nosotros en la empresa, es independiente. 

Es triste decirlo, pero las empresas solo nos pusieron cuidado cuando nos ganamos un premio en Estados Unidos, llamado Conectando lo desconectado. En ese momento empezó a sonar el tema de emprendimiento e innovación, así que empecé a ir a cuanto evento hacían. Me enteré de que existía Innpulsa (entidad del gobierno que impulsa a los emprendedores). El año pasado estuvimos en el Mass Challenge, un encuentro de 128 emprendedores de 43 países y fuimos los únicos de Latinoamérica en Boston como finalistas. Estuve allá cuatro meses y aprendí. 

Luego vino otro reto: teníamos un error en el modelo de negocio. Al comienzo vivíamos de donaciones y cuando la marca con la que trabajábamos nos dijo ‘no más’, nos dimos cuenta de que no podíamos depender de alguien. Empezamos a abrir ventas pensando en que había casi un 20 por ciento de población que sí podía pagar. Vimos que había que hacer un acompañamiento y ese era un servicio para vender. Llevamos dos años haciendo la transición y ha funcionado muy bien. Pensamos en proyectos masivos, estamos en Latinoamérica. 

La barrera hoy viene de la mente de los ciudadanos que no tienen discapacidad. Es difícil trabajar con los papás, ellos tienen metido en la cabeza que no se puede, sobreprotegen mucho. Es que a ellos les toca muy duro, primero sobreponerse del shock, luego vienen los diagnósticos médicos que dicen que sus hijos no sirven para nada. Ellos crecen creyendo que no se puede y los educan para no poder hacer nada”.

 

- La solución Hablando con Julis se compone de software, capacitación y seguimiento. 

- El concepto se basa en que hay que educar al usuario y a la familia, la solución debe integrarlos a todos.

- Ha llegado a más de 4.800 usuarios, la mayoría en Colombia, aunque ya tiene en otros países de América Latina.

- Premios: Conectando lo desconectado con Cisco Colombia y Give to Colombia.

- Finalistas en Mundial de Emprendimiento Mass Challenge.

- Finalistas en Titanes Caracol en categoría tecnología.

- Emprendedor social del año y Emprendedor social menor de 35 años, otorgado por MIT.

 

Foto: Juan José Horta.

 

Por Daniela Galindo

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