Eden Wood, la reina más joven de Estados Unidos
En el mundo de las tiaras, las pestañas postizas, los maquillajes exagerados y los vestidos de diseñador, todos la conocen como “mini Barbie”. Los ojos azules, el pelo rubio y la sonrisa perfecta encajan con el prototipo de reina de belleza en Estados Unidos. Pero aunque está claro que sus rasgos los comparte con la mayoría de las niñas de su edad en Estados Unidos, Eden Wood no es del montón.
Desde que cumplió cuatro años, sus momentos de diversión en el parque con sus amiguitos se convirtieron en largas y extenuantes horas en la peluquería. Los tenis y los jeans quedaron guardados en cajas y reemplazados por tacones y vestidos largos con lentejuelas y plumas. Pero tal vez el cambio más significativo en su vida es que en lugar de asistir al colegio, como los niños de su edad, se queda en su casa recibiendo clases de pasarela y baile para cuando llegue la hora de presentarse en algún concurso de belleza y todo salga a la perfección.
Sigue a Cromos en WhatsAppY es que “mini Barbie” no conoce la derrota. Cuando cumplió un año, su madre, Mickie Wood, exparticipante de concursos de belleza locales de Texas, la inscribió en su primer reinado. Lo que empezó como un ensayo resultó ser una revelación. Por lo menos para su mamá, quien desde entonces ha gastado todo su dinero (ya confesó que lleva más de 70.000 dólares) en la carrera de su hija. Ese día Eden fue la sensación. No había aprendido a caminar todavía, las únicas palabras que decía eran “tete” y “mami”, y aun así el jurado vio en aquella personita un ejemplo de reina de belleza y le dio la corona.
¿Absurdo? No tanto como la realidad: sólo en Estados Unidos hay 250.000 niñas compitiendo en más de 5.000 concursos de belleza al año. Belleza, personalidad y vestuario son los tres factores bajo los cuales niñitas que ni siquiera se han desarrollado son evaluadas. Y aunque hasta este punto muchos pensarían que se trata de un juego entre niñas que sueñan con ser princesas, la verdad es que estos concursos están lejos de ser una sana competencia.
Eden es la niña que más concursos ha ganado, 300 en total, lo que la convierte en el ídolo de muchas, pero al mismo tiempo en la peor enemiga de aquellas que después de viajar por todo el país participando en cuanto concurso haya, no han logrado llevarse una tiara a sus casas. El nombre de Eden Wood se hizo famoso en el programa de televisión Toddlers and tiaras, que a lo largo de cuatro temporadas se ha dedicado a mostrar todo lo que ocurre en los concursos de belleza infantiles.
“Creo que está siguiendo los pasos de grandes personas como Oprah Winfrey (Miss Black Tennessee a los 18 años). ¿Por qué ella no va a tener un contrato en Hollywood o un programa en el canal de Disney? Es el sueño americano y ese es su destino”, repite su mamá con orgullo cada vez que le preguntan por su hija. Pero es imposible no preocuparse cuando se ve el portafolio de esta pequeña reina.
Maquillaje excesivo, uñas postizas y bronceado artificial son el común denominador de todas sus fotografías. El afán por mostrar una belleza adulta, que a la hora de la verdad es antinatural, termina en un retoque tan exagerado que Eden parece una muñeca de porcelana en lugar de una niña de seis años.
Pero lo verdaderamente impactante es saber todo a lo que estas niñas tienen que someterse para adquirir el look propio de una reina de belleza. No están ni cerca a la pubertad y ya tienen que depilarse las cejas y las piernas (hay casos en que la piel es tan delicada que quedan con quemaduras), tienen la piel sana y aun así tienen que aguantar extenuantes sesiones en cámaras de bronceo, sin hablar de las que tienen que usar prótesis dentales para esconder los dientes de leche que han perdido, o los casos en que el botox es utilizado para eliminar ciertas arrugas.
¿Pero qué arrugas e imperfecciones pueden tener estas niñas? Para las mamás, las mujeres que –se supone– las aman incondicionalmente, sus niñas están lejos de ser perfectas. Según un estudio de la Asociación Americana de Psicología, esto responde a una necesidad que tienen estas mujeres por cumplir un sueño a toda costa. Es decir, que al no haber podido ser ellas las reinas de belleza, dedican su vida a asegurarse de que sus hijas se lleven la corona. El problema es que no se conforman con ganarla una vez; y entonces someten a sus hijas a una tortura constante porque, para las mamás, la competencia nunca termina.
Totalmente alejado de la historia de Lit-tle Miss Sunshine, donde la protagonista, una niña gordita y con lentes enormes, tiene la oportunidad de presentarse en un concurso de belleza. Aunque no se lleva la corona, sí se va con la tranquilidad de no haber dejado de ser ella y de saber que no necesita un título para ser feliz. Lo que sí es el caso de Eden, quien no conoce otro estilo de vida. Para ella, el mundo funciona en términos de reconocimientos, halagos, fotografías, presentaciones y competencia.
Aunque ya anunció su retiro de los concursos de belleza, no tiene planeado alejarse de las luces y del público. Está trabajando en una gira por los principales centros comerciales de Estados Unidos acompañada de su grupo de coristas en el show Eden y las chicas glamurosas, donde planea deleitar a los espectadores con su canción Cutie Patootie, escrita por su mamá y que ya cantó en vivo en The Talk, programa de la cadena CBS.
Mientras termina los ensayos, lanzará su autobiografía De la cuna a la corona, su línea de camas llamada Miss Princess Canopy Bed y una nueva versión de su muñeca The Eden Wood Showgirl doll. Esta última recuerda a la película ¿Qué fue de Baby Jane?, que cuenta la historia de una mujer que de pequeña era una reconocida artista con muñecas hechas a su imagen, pero que al crecer perdió toda fama y belleza y se volvió completamente loca.
A este ritmo, Eden Wood no está lejos de seguirle los pasos. Por eso, en medio de todo no está de más desear que siga siendo única y fuera del montón, así el resto de las niñas puedan seguir siendo niñas y no mujeres de mentira.
No han llegado a la pubertad y ya usan prótesis para esconder los dientes de leche que han perdido.