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"Rompí el molde de ser hombre", Brigitte Baptiste

Por un mundo más incluyente, recordamos la entrevista de Jairo Dueñas le hizo a uno de los íconos colombianos de la comunidad LGBTI.

Por Jairo Dueñas
07 de marzo de 2017
"Rompí el molde de ser hombre", Brigitte Baptiste

"Rompí el molde de ser hombre", Brigitte Baptiste

Hace 53 años nació varón. Hace 18 decidió vestirse de mujer y dejar su nombre de Luis Guillermo. Hace 19 vive con Adriana y tiene dos hijas. Haceunos años es el director del Instituto Humboldt. Seis años después de cambiar su cédula, sólo para poner su cara de Brigitte, es legalmente Mujer. Esta es su historia.

 

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Tomada de: Facebook

 

¿Quien no ha visto Tootsie, la película fetiche de 1982, dirigida por Sidney Pollack, en la que el actor Dustin Hoffman actúa como una mujer? La sensación de mi cita es como la del que va a entrar de extra en esa película, pero con algunos cambios en la trama: el protagonista ya no es un actor desempleado y desesperado de Nueva York que se viste de mujer, todo con tal de conseguir un papel en una teleserie, sino un ejecutivo bogotano con un buen puesto como director del Instituto Humboldt, que se pone sostén y tacones simplemente porque le gusta. El vestuario y la utilería tampoco son de Hollywood. Mi personaje adora lo kitsch. Antes de que salga del baño de su oficina en un quinto piso, donde se retoca para la entrevista, primero sale su voz fuerte, esa misma que uno imposta cuando juega a ¡¿el lobo está?! No le importa endulzar la voz. Finalmente aparece y se me cruzan muchas imágenes: Tootsie, Tabú, Nat Geo, ópera de Pekín, Rocky y hasta Jorge Enrique Abello en una telenovela (En los tacones de Eva), con medias veladas y minifalda. Sin embargo, estos no son los tacones de Eva sino de Luis Guillermo convertido en Brigitte. Botas color miel, para ser más exacto, de ocho centímetros. Después, unos leggins cafés bien pegados sobre sus piernas y una blusa blanca por donde suben hojas verdes y flores anaranjadas hasta un busto macizo y puntiagudo como una cordillera. Uñas rojas, labios rojos, gafas rojas y pelo castaño y con rayitos. Se sienta sin ninguna sofisticación, cruje la silla, pone sus manos pesadas sobre la mesa y, aunque no tenga la levedad ni el aleteo, ella o él –como prefieran– siente que es una mariposa. Una mariposa que tiene una esposa, Adriana Vásquez, con la que tuvo dos hijas, Juana Pasión y Candelaria. Un bicho raro que no le molesta ser tan llamativo como una vitrina navideña.

 

¿Brigitte o Luis Guillermo?

Mejor Brigitte, es la más joven de los dos.

 

¿Pero por qué Jorge, su conductor, todavía le dice doctor?

Él es de una pieza y no da su brazo a torcer. Lo conozco hace 15 años, yo trabajo en el Instituto Humboldt desde el 95 y mi transición fue en el 98. Él me conoció como doctor y ya le cuesta decirme doctora.

 

¿Usted rompió su molde de hombre?

Sí, claro, y se rompió. El molde de Luis Guillermo no aguantó más porque como hombre era un fracaso, no funcionaba bien. Yo no voy a decir que sanó, pero por lo menos no se suicidó.

 

¿Cómo fue su metamorfosis?

Poniéndome ropa de mujer que guardaba en mi armario desde hace mucho tiempo. Hace poco estrené un vestido rojo que compré hace 20 años en el Centro Comercial Cosmos. Corto, en licra, pegado claro, con un bordado en el busto muy bonito, ahora ya lo puedo usar.

 

¿Usted cree que literalmente salió del “clóset”?

Nunca lo pensé en esos términos pero no me choca decirlo, saqué del “clóset” todo lo que tenía guardado. Todos los vestidos de mujer que había comprado por años.

 

Cuando duerme ¿sueña como Luis Guillermo o se ve en los sueños como Brigitte?

Siempre me sueño desnuda y volando por encima del mar como una sirena.

 

¿Qué edad tiene?

50 y ya casi 51, en octubre.

 

¿Y cuándo apareció Brigitte?

Hace unos 16 años, ya con nombre.

 

¿Ella llegó de un momento a otro o usted desde hace tiempo la vio venir?

Desde los 6 años, siempre me pensé en femenino pero reprimí ese pensamiento por la época, los años 60, entonces no hice ningún esfuerzo para darle vida, porque no lo vi viable, pero yo siempre lo quise y lo sabía. Estaba ahí. Para mis papás nunca hubo ningún problema, mejor dicho, nunca hubo ninguna sospecha de que su hijo, estudiante del Refous, fuera Brigitte.

 

En ese momento ¿usted qué pensaba?

Que era una maldición. La única referencia que tenía de los temas de transexualidad eran las fotos en El Espacio y sólo con eso ya estaba condenada. Lo mío era a escondidas, todo el colegio y la universidad, cuando podía me arreglaba, me maquillaba, me vestía de niña en mi cuarto, pero siempre en privado.

 

¿Qué aprendió de su cautiverio?

Que es muy triste no poder existir, casi que fui dejando de hacerlo porque era tremendamente frustrante, era como decir mentiras, era como aceptar que uno no podía ser como quería ser, como arreglarse para una fiesta sabiendo que no hay fiesta.

 

¿Cuándo decide dejar salir a Brigitte?

A los 35 años.

 

¿Fue una decisión dura?

La decisión no es dura, lo duro es lo que lo impulsa a tomarla, en que hay un momento en la vida en que uno dice: “Me estoy diciendo muchas mentiras. Siento que me hace falta una parte importantísima de mi vida con la que no he sido honesta”, entonces ese momento es muy duro.

 

¿Hubo algún detonante?

Con la muerte de mi única hermana, Carolina, y la separación de mi primera esposa, entro en una crisis muy brava. Lo veía todo oscuro. ¿Yo quién soy? ¿Qué estoy haciendo en este mundo? ¿Solo trabajo? ¿Solo estudio? ¿Y mi vida y mi cuerpo y mis cosas qué? Entonces decido hacer público o comenzar a vivir lo que probablemente debí haber vivido a los 6 años.

 

¿A alguien le dolió o le afectó ese cambio? Estoy pensando en sus papás.

Yo creo que les sorprendió un poco. Lo vieron más con preocupación, en el sentido de que siempre los papás dicen: “Uy, pasó algo que no fui capaz de darme cuenta”. Además, mi transición fue lenta, yo fui cuidadosa, sobre todo con la gente que quiero y que me quiere.

 

Explíqueme su cambio cómo se lo explicó a sus hijas, a Candelaria y a Juana Pasión.

No, nada, a mis hijas no les tuve que explicar nada porque ellas ya nacieron cuando Brigitte existía plenamente. Ellas toda la vida me han conocido así, ellas me tratan como un papá muy distinto.

 

¿No cree que se las puso muy difícil a sus hijas? Ellas dirán: “Mi papá es mi papá pero se viste distinto a los demás papás, con falda y tacones, igual que mi mamá”.

Hay como el comentario de siempre: “El papá de Candelaria y Juana es raro, es distinto”, pero finalmente estoy presente en sus vidas, en las reuniones de colegio, en la cotidianidad. A veces los niños me preguntan: “¿Tú por qué tienes aretes?”, hay otros que les disgusta el pelo largo. Entonces se da uno cuenta de que los niños reflejan mucho los prejuicios de sus papás o visiones particulares de su entorno.

 

¿Y cuándo conoce a Adriana Vásquez?

En ese proceso de decir yo voy a vivir como quiero. Ya trabajaba aquí en el instituto y una amiga me la presentó. Al mes ya estábamos saliendo y a los 3 meses ya estábamos pensando en vivir juntos, y ya llevamos 16 años.

 

¿Ella lo conoció como Luis Guillermo o como Brigitte?

Lo primero que le dije fue: “Mira, yo soy una persona en transición, soy una persona que estoy sintiendo de esta forma y soy Brigitte”, desde el principio. Y ella me dice: “Yo también en las noches de luna llena me vuelvo budista”. No se lo tomó como en serio a fondo, y como uno se enamora de una persona y se le olvida si es peluda, si es calva, si es verde...

 

¿Su esposa Adriana se enamoró de Luis Guillermo o de Brigitte?

Yo creo que de ambos, porque ambos estaban presentes. Adriana es una mujer que está más allá del bien y del mal, es tremendamente sensata.

 

¿Cuando su esposa vio su cambio total a Brigitte dijo algo, manifestó algo?

Al principio, digamos, teníamos como un acuerdo de no ser demasiado visibles. La idea era cuidarnos porque ella me decía: “La calle no es tan segura como tú crees”. Eso fue al principio pero eso ya desapareció. Adriana y yo salimos a todas partes y hacemos lo que queremos con mucha más frescura.

 

¿Por qué son las peleas de una esposa con un esposo que también parece otra esposa?

Yo creo que las mismas de todas las parejas: ¿Por qué no llamas cuando vas a llegar tarde? ¿Por qué hiciste algo que no discutimos lo suficiente?

 

¿Qué le molesta a ella?

Detesta que yo use las uñas largas, le parecen de quinta, pero en todas las personas, en la mamá de ella, en sus amigas. Un tiempo le molestó salir a restaurantes porque todo el mundo estaba pendiente y decía cosas.

 

Y su ropa, ¿a su esposa no le molesta?

Ella aguanta mi mal gusto al vestir, a veces cuando exagero me dice: “No puede salir así”.

 

¿Pero usted es kitsch a propósito?

Con el mundo sí. Yo creo que la feminidad a fondo tiene que ver con algo de rebeldía y con algo de plantear una estética distinta. Yo no tuve adolescencia femenina, y cuando cumplí mis 45 años celebré 3 veces mi fiesta de 15 años, entonces hice una fiesta absolutamente kitsch.

 

¿Su rebeldía qué busca?

Que la gente libere su sexualidad de una disciplina social tremendamente complicada de afrontar, entonces cuando uno ya sobrepasa ese umbral, ya no importa. Si yo me pongo un tutú rosado y me monto a Transmilenio no pasa nada, me muero de la risa y es un elemento contestatario, es decir, el género no debería ser una cosa tan seria, sino una cosa mucho más gozosa.

 

¿Qué es lo más difícil para usted como hombre el ser mujer todos los días?

La gente todavía espera mucha autoridad de mí, mucha reciedumbre, por ejemplo, yo tengo la voz que he tenido siempre, ya no la cambié, ya no voy a hacer la terapia de feminización de voz.

 

¿Nunca pensó en cambiarse de sexo?

Si yo a los 15 años hubiese visto que eso era una posibilidad a mi alcance, probablemente me hubiese operado y hoy sería Brigitte y vendería medias en El Éxito o sería profesora en un colegio o sería directora en el Instituto Humboldt, con mucha menos ambigüedad de lo que hoy expreso. Pero eso ya no sucedió.

 

¿Usted tiene su definición de lo que usted es?

Soy una persona que se puede manifestar como hombre o como mujer.

 

¿Le gustan los hombres?

Algunos.

 

¿Y las mujeres?

Algunas.

 

¿Usted le gusta a su esposa como hombre o como Brigitte?

Yo creo que como Brigitte, con pros y contras.

 

Pero le tocó oficiar de macho reproductor para sus dos hijas.

Claro, la función reproductiva siempre la hemos pensado independiente. Si yo hubiera podido, obviamente que hubiera escogido también gestar y dar a luz un bebé, esa es de las cosas que lamento mucho no poder hacer.

 

¿Se niega a que lo estudien como bicho raro?

No, no, porque yo soy bióloga y he torturado muchos bichos, no hay ningún problema, siempre estoy dispuesta al examen.

 

¿Cuando va a una piscina se pone bikini?

Sí, claro.

 

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Una escena fuerte.

Para mí no, pero para mi familia sí, es donde más se pone en evidencia. Evito las aglomeraciones de los centros vacacionales, no por mí, pero sí por las niñas o Adriana, a ellas sí las presionan mucho, se nota y es incómodo.

 

¿Sale a la calle vestido de mujer en forma natural o como un actor cuando sale a escena?

Las primeras veces que salía arreglada, pensando en un acto de reivindicación, era mucho más consciente, como si fuera un performance. Pero ya es algo de mi vida diaria.

 

¿Tiene en la cabeza una imagen de mujer, una Marilyn Monroe, una Greta Garbo, una Betty Davis?

Mmmm... pues Brigitte Bardot es la que me inspira, fue la mujer que encarnó la liberación erótica de la mujer.

 

¿Su mayor placer hoy en día?

Una buena conversación.

 

¿Qué la hace sentirse sexy?

Yo creo que un buen par de tragos.

 

¿Su mayor logro en la vida?

Haber logrado aceptar quien soy.

 

¿Para qué cosas de la vida quisiera seguir siendo hombre?

En los conflictos y situaciones de tensión, en Colombia por lo menos, la voz autoritaria existe y es lamentable que a veces tenga que acudir a ello. Si una mujer protesta, así proteste duro, le hacen mucho menos caso que a un hombre. La masculinidad es un elemento importante de protesta.

 

Para usted ¿qué es la felicidad?

Esa capacidad de pensarse cada día y aceptarse como uno es.

 

¿Cómo logró llegar a ser director del Instituto Humboldt?

Es difícil saber qué piensan las personas que le ayudan a uno a construir su carrera. Mucho trabajo, hacer el trabajo que toca hacer, el resto de cosas juegan a favor de unas personas y en contra de otras.

 

¿Su puesto nunca ha estado en peligro por su cambio de apariencia?

Yo creo que no, no lo he experimentado ni he tenido noticias.

 

¿Qué cree que le hubiera pasado a Brigitte si usted no hubiera sido un profesional exitoso?

Sería duro, porque lo que veo en otras personas transgénero, que me escriben, es que no les dan trabajo, no los dejan vestir como quieren, ni manifestar su feminidad o masculinidad. El imperativo económico es fuerte. Yo siempre he dicho que mi posibilidad de ser Brigitte lo asumí cuando ya tenía una posición ganada, cuando ya tenía una red de personas que me apoyaban y mi transformación les pareció secundaria.

 

¿Cuánto duró arreglándose para esta entrevista?

Unos 10 minutos. ¿No se nota?

 

¿No se siente un poco como Dustin Hoffman interpretando una mujer en la película Tootsie?

No, y me molestó mucho esa película, la apagué. Es una película que no me llama la atención porque el personaje nunca busca su lado femenino.

 

¿Usted es biólogo graduado de dónde?

De la Universidad Javeriana.

 

¿Qué copa es?

C, 36.

 

¿Cómo hace un hombre para tener busto?

Con hormonas desde temprana edad, e implantes... no hay de otra.

 

¿Y usted tiene todas las anteriores?

Todas las anteriores.

 

***

No hay tiempo que perder, por nuestra entrevista va tarde a una reunión en Maloka. Ya en la calle, en una tarde gris, nos despedimos y por primera vez le veo un rasgo muy femenino, su preocupación por no mojarse el pelo, es evidente su molestia con una lluvia incipiente que podría arruinarle la permanente. Se cubre con su abrigo negro y mientras se sube a una camioneta blanca, hago mi última petición: quiero una foto de Brigitte en su estuche original de hombre. La va a buscar.

 

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El Espectador- Gustavo Gómez

 

Fotos: David Schwarz

Por Jairo Dueñas

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