Por estos días son muchas las historias que han surgido alrededor de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, protagonizadas por deportistas cuya disciplina y entrega los ha llevado a los niveles más altos de sus disciplinas. Historias que llenan de orgullo el corazón de sus compatriotas y que algunas veces, son premiadas con el oro olímpico y la admiración de todo el planeta.
Sin embargo en medio de ese racimo de historias ejemplares, existe una que no solo ha conseguido mérito dentro del campo deportivo, sino en el de la vida misma.
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Su nombre es Yusra Mardini, nació en Siria y hace parte del equipo olímpico de refugiados que compite este año, el cual está conformado por 10 deportistas que representan a los casi 60 millones de personas que hasta la fecha, han huido de sus países a raíz de la guerra.
Desde pequeña entrenó con el apoyo del Comité Olímpico Sirio y en 2012 ya representaba al país en los Campeonatos Mundiales de Natación en tres disciplinas diferentes. Una carrera que auguraba cuantiosos éxitos, pero que se vio amenazada el año pasado, por la guerra civil que se llevó su casa, sus lugares de entrenamiento y con ellos, gran parte de su vida.
En 2015 Yusra y su hermana Sarah, también nadadora, huyeron de su país para llegar a Turquía, donde lograron embarcarse, junto a otros 20 refugiados, en una balsa con destino a Europa. El que parecía ser el trayecto final de su forzado viaje, se convirtió en el comienzo de una odisea que pondría a prueba esa habilidad dentro del agua que cultivo desde los tres años, con el aliento de su padre.
Tras 30 minutos de viaje, el motor de la balsa comenzó a fallar. El Mar Egeo hizo de las suyas y la embarcación pronto tuvo problemas para mantenerse a flote, amenazando la vida de todos los que se encontraban a bordo. La situación era de vida o muerte y Yusra se la jugó toda por la vida cuando tomó la decisión de lanzarse al agua y empujar, junto con tres voluntarios entre los que se encontraba su hermana, el bote hasta encontrar ayuda. "Con una mano sujetaba la cuerda que estaba atada al bote, mientras que nadaba con la otra y los pies", explicó Mardini antes del inicio de los Juegos.
La mayor prueba de nado de su vida, duró tres horas y media atravesando las heladas aguas del Mediterráneo hasta llegar a las costas griegas de Lesbos.
Yusra y su familia se radicaron en Alemania, donde la deportista retomó entrenamientos, esta vez dentro del Club Wasserfreunde Spandau 04 de Berlín. Una nueva vida que tenía los ojos puestos en Tokio 2020, pero cuyos esfuerzos se vieron recompensados cuando el Comité Olímpico Internacional decidió incluir, por primera vez en su historia, una delegación de refugiados para los Juegos Olímpidos de Río.
"No hablamos el mismo idioma y procedemos de distintos países, pero la bandera olímpica nos une y ahora representamos a 60 millones de personas de todo el mundo. Mucha gente ha depositado su esperanza en nosotros y no queremos defraudarles", un deseo que Yusra Mardini cumplió hoy y con creces.
Yusra Mardini ganó la serie de 100 metros mariposa el pasado 6 de agosto en Río, y aunque su puntaje está lejos para lograr un puesto en la clasificación final, su mayor triunfo se lo llevó cuando decidió abrirse camino en medio de la guerra y luchar por la vida.
Fotos: Getty.