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La última vez que los Cachorros de Chicago ganaron una Serie Mundial fue en 1908, ese año los hermanos Wright patentaron su invento: el aeroplano. Desde entonces se pelearon dos guerras mundiales, una guerra fría, nació y se acabó el frente nacional en Colombia, se crearon los Mundiales de fútbol y se jugaron 20 ediciones, Alemania se dividió en dos y por la Casa Blanca pasaron 19 presidentes. Fueron 108 años de amarguras, desazones y frustraciones para que los Cachorros volvieran celebrar en un ‘clásico de otoño’. Y lo hicieron ante todos los pronósticos. Le dieron vuelta a una serie (al mejor de siete) que perdían 1-3 ante los Indios. El sello lo pusieron el miércoles en Progressive Field tras vencer por 8-7 a la novena de Cleveland y salir por la puerta grande.
Fue un encuentro histórico, impresionante, increíble, pero sobretodo emocionante que hizo que los fanáticos contuvieran la respiración hasta el final. Aunque Chicago comenzó ganando 5-1, los Indios nunca bajaron los brazos. En la quinta entrada pusieron el encuentro 5-3 y aunque Chicago respondió con una carrera, en la octava un cuadrangular de Rajai Davis le dio el empate a la tribu. Progressive Field hizo erupción, porque esta fue una Serie Mundial en la que se enfrentaban los equipos con más años sin celebrar en las Grandes Ligas. Uno con 108 años y el otro con 68. Por eso el estadio de los Indios fue una sola fiesta con el empate, pero Chicago dio el puntillazo en la décima entrada con dos carreras, que le dio el título del ‘clásico de otoño’.
Cuando los Cachorros estuvieron contra las cuerdas jugaron su mejor béisbol. Los bates de la ofensiva se despertaron y fueron claves para la remontada. En el quinto juego lograron rehacerse de un cuadrangular de José Ramírez contra Jon Lester y de la mano de Kris Bryant y Adisson Russell lograron una victoria 3-2 que selló Aroldis Chapman sacando los últimos ocho outs del encuentro. Ese partido fue el que cambió la serie a favor de Chicago. Llenó de confianza a sus jugadores, quienes lo demostraron en Cleveland: ganaron el sexto encuentro 9-3 y lo hicieron también en el séptimo y definitivo, para convertirse en el primer equipo en remontar una serie 1-3, desde que lo hicieran los Reales de Kansas City en 1985.
Fue el año de Chicago en las Grandes Ligas. La novena dirigida por Joe Maddon cabalgó a lo largo de la temporada. Fue el único equipo que logró 100 victorias o más. De la mano de Anthony Rizzo, Willson Contreras, Ben Zobrist, Kris Bryant, Dexter Fowler, Adisson Russell, Javi Baez, Jon Lester, Jake Arrieta y Aroldis Chapman dominaron en la División Central de la Liga Nacional. Le sacaron 17.5 partidos de diferencia a los Cardenales de San Luis, que fue segundo. Su cuerpo de lanzadores fue el mejor en todas las Grandes Ligas y su ofensiva fue la segunda mejor en toda la Liga Nacional. Dominaron de principio a fin. De los 162 partidos, tan solo el viernes 8 de abril no estuvieron en el primer lugar.
Tras terminar la campaña en lo más alto enfrentaron a sus fantasmas en la postemporada. Vencieron en cuatro encuentros a los Gigantes de San Francisco y acabaron con la ilusión del año par de la novena de la bahía. En Serie por el Campeonato de la Liga Nacional se repusieron a dos blanqueadas consecutivas de Los Dodgers y en seis encuentros acabaron con 71 años de sequía sin llegar a una Serie Mundial. Y en no pararon en el 'clásico de otoño', aunque estuvieron a una derrota de alargar la sequía, se repusieron y ganaron tres partidos seguidos para alzar los brazos.
Fin de la 'maldición de la cabra'
Ese grito herido de Willian Sianis en el cuarto juego de la Serie Mundial de 1945, cuando no le dejaron ingresar a su mascota a Wrigley Field: "no ganarán este 'clásico de otoño' ni ningún otro", que fue cogiendo fuerza con los años, se acabó este miércoles. Punto final para el mito de Sianis, para la cabra y para una sequía eterna de los Cachorros. Se acabó la racha negativa sin títulos más larga en la historia de las Grandes Ligas. Ahora ese honor lo tienen los Indios de Cleveland, que iniciarán la temporada 2017 con 69 años sin celebrar en un 'clásico de otoño'.
El gestor de este éxito fue el presidente de operaciones de los Cachorros, Theo Epstein. El mismo que acabó con la maldición del 'bambino' que caía sobre los Medias Rojas de Boston, se encargó de enterrar a la cabra. Epstein le puso fin a los dos mitos más grandes en la historia del béisbol. En 2011 inició un camino difícil y espinoso. Hizo que el equipo diera un giro de 180 grados.
Tomó un equipo con un promedio de edad de 29,5 años y lo convirtió en uno de 27.4, pero lo más importante fue el cambio de estrellas. En 2011 Jeff Samardzija, Matt Garza, Aramis Ramírez, Carlos Zambrano y Alfonso Soriano eran los jugadores a seguir de estos Cachorros y con los años Epstein fue agregando talento joven como Anthony Rizzo, Jake Arrieta, Kyle Hendricks y Jason Heyward y los unió con los buenos peloteros que fueron saliendo de las menores de la franquicia como: Kris Bryant, Adisson Russell, Javier Baez y Willson Contreras, para formar una novena que dominó la temporada 2016 de principio a fin.
Correo: jdelahoz@elespectador.com