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Simplemente no se puede hablar del ajedrez en Colombia sin mencionar a Boris de Greiff, quien falleció la tarde del lunes, a los 82 años de edad, después de haberle dedicado toda su vida al deporte ciencia.
Nació en Medellín el 13 de febrero de 1930, pero desde muy chico se trasladó a Bogotá en compañía de su familia. El amor por el ajedrez se lo inculcaron su padre, el poeta León de Greiff, y su tío, el musicólogo Otto de Greiff, dos importantes personajes de la cultura nacional en la segunda parte del siglo pasado.
Boris comenzó a jugar oficialmente en las aulas del Colegio Mayor de San Bartolomé, al que representó con éxito en torneos distritales y nacionales.
Desde ese momento mantuvo una épica rivalidad deportiva con Carlos Cuartas, Miguel Cuéllar Gacharná y Luis Augusto Sánchez, todos ellos fundamentales para promocionar el ajedrez en todas las regiones del país.
De Greiff representó a Colombia en 11 olimpiadas mundiales del deporte ciencia. En 1957 recibió el título de Maestro Internacional y en 1978 el de Árbitro Internacional.
Conquistó el primer lugar individual de la Olimpiada de Haifa, Israel, en 1976, y el segundo en la de Niza, Francia, en 1974. Su aporte a esta disciplina fue tan notable, que en 2002 recibió reconocimiento como Miembro de Honor de la Federación Internacional de Ajedrez (Fide).
Durante muchos años se dedicó al periodismo. Estudió, narró y comentó miles de partidas, incluso las más memorables del siglo XX, muy bien explicadas en las columnas que publicó en diferentes medios de comunicación, entre ellos El Espectador.
Amaba la escritura y el arte, pero el ajedrez más que a cualquier otra cosa. Publicó tres libros sobre el tema, fundó la revista Alfil Dama y fue gestor de la creación de la Asociación Internacional de Periodistas de Ajedrez (AIPE).
También aportó como dirigente, en el Comité Ejecutivo de Fecodaz y como asesor de Coldeportes, entidad de la que salió pensionado y manejó proyectos para capacitar intelectualmente a los atletas.
“El ajedrez es mi gran compañía intelectual”, solía recordar el maestro Boris, quien agregaba que “mientras tenga un tablero al lado, nunca me sentiré solo”.
Otro de los históricos del ajedrez nacional, Alonso Zapata, lo definió como “un hombre que influyó en mi vida antes de conocerlo y jugar contra él, por allá en los años 70, pues desde niño leí sus columnas y le aprendí”, gracias a una sugerencia de su primer profesor, el ajedrecista pereirano Hernán Ramírez Villegas.