Brandon Rivera, el parcero del alma de Egan Bernal
El zipaquireño de 23 años es nuevo pedalista del Team Ineos, gracias a la recomendación del campeón del Tour de Francia, el hombre que no lo dejó abandonar el ciclismo. Su historia.
Thomas Blanco Lineros - @thomblalin
Refugiado en la tina, debajo de un cielo oscuro. Afuera, un frío indiferente, propio de L’Escarène, un pueblo en los Alpes Marítimos al sur de Francia. Un lugar donde las horas son más largas, las palabras más escuetas y el toque de queda empieza a regir porque sí a las seis de la tarde. Y la llamada a su mejor amigo: Egan Bernal, quien levanta el teléfono desde Italia, saudade pura.
-Oiga Egan, esto es muy duro. No sé si voy a aguantar, el invierno es muy duro, marica. Aparte la soledad, aquí todo es muy aburrido. Ya no sé si sirvo para esto.
-Estoy en las mismas parce, toca aguantar. No olvidemos para qué nos fuimos.
Uno estaba en el equipo UC Mónaco y el otro en el Androni Giocattoli. Historias calcadas: hechos en la escuela de ciclomontañismo de Fabio Rodríguez en Zipaquirá y patrocinados por la Fundación Mezuena. Amigos del alma desde los nueve años, salpicados por esas gotas necesarias de rivalidad y motivación para vencer al otro.
“Brandon le ganaba a Egan, se daban muy duro. Siempre hubo una competencia muy chévere entre los dos, amigos y rivales, porque los hacía mejorar a ambos. Se daban mucha leña”, recuerda Pablo Mazuera, presidente de la Fundación Mezuena.
Hasta que las historias empezaron a tener guiones divergentes: Egan ganó el Tour de l’Avenir, considerado el Tour de Francia para menores de 23 años, y fichó con el Sky, el equipo más poderoso del planeta. Mientras tanto, Brandon entraba en una depresión: Mercedes, su abuela, que es más bien como su mamá y quien lo crió, se enfermó. El dictamen: cáncer de cuello uterino. Momentos en los que la vida no vuelve a ser la misma.
Lea también: Nairo Quintana y una vida común y corriente
Su papá, profesor de música, y su madre, ama de casa que sufre del síndrome del túnel carpiano, lo tuvieron muy jóvenes, por eso la abuela se hizo cargo.
Y a nivel deportivo las cosas no fluyeron, le diagnosticaron una pubalgia y luego se lesionó la rodilla. “Me jodí”, dice Brandon, con mirada al suelo, en entrevista con El Espectador. Derrotado, cansado, decidió dar un paso al costado.
Regresó a Colombia con la moral por el suelo. Llegó al consultorio del médico Gustavo Castro: “Brandon, hermano... usted ya está en el piso. ¿Qué más malo puede pasar?”. Ambos forjaron una amistad especial.
"Le dije, sí Brandon, esta es de las peores lesiones que puede sufrir un ciclista, pero ya no va a pasar nada màs. Tenía que sacudirse y mirar para arriba concentrando todas sus fuerzas para salir de esta lesión. No fue fácil, fue largo, con muchos altibajos, pero salimos adelante con su berraquera. Es un gran muchacho, al igual que Egan", señaló Gustavo.
Egan Bernal no lo dejó abandonar el ciclismo, llamó al exciclista Víctor Hugo Peña, director del equipo GW Shimano, y le pidió una oportunidad para su mejor amigo. Un tipo que había ganado, junto a John Ánderson Rodríguez, la medalla de oro en ciclismo por equipos en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2014. Hubo luz verde, Brandon no le falló: se quedó con la medalla de bronce en la contrarreloj sub-23 de los nacionales de ruta.
“Pensé en retirarme. Cuando tú no vales nada, cuando tú estás lesionado y nadie da un peso por ti, todo es una mierda”, reconoce Brandon.
En este año en el GW Shimano, el zipaquireño de 23 años demostró su calidad ganando una etapa en la Vuelta a Colombia y proclamándose campeón del campeonato panamericano de contrarreloj en Pachuca, México. “Tenía un palmarés grande en ciclomontañismo, pero no en la ruta. Necesitaba un empujoncito para demostrar que era un buen corredor; Egan me lo dio”, agrega.
Mientras conseguía esos logros, a la distancia, Mercedes miraba desde el televisor de la clínica, con dolores, pero con orgullo. La felicidad de saber que todas las luchas habían valido la pena.
Hace un mes falleció debido a su enfermedad, pero Brandon le alcanzó a dar la noticia: es nuevo corredor del Team Ineos, la escuadra de ciclismo más importante del planeta. Llegó, otra vez, por recomendación de su mejor amigo, Egan Bernal, reciente campeón del Tour de Francia.
“A mi abuelita siempre la llevo en todo. Ella fue mi promotora, desde que empecé porque no tenía bici ni nada... iba con un compañerito al parque. Íbamos a bajar, y sí, una chimba, bacano, pero después quise competir y sentir ese miedo de las carreras, esa adrenalina. Mi abuela estuvo ahí, le debo todo a ella. Lo dio todo por mí y es algo que le agradeceré de por vida, fue un ángel. Vamos a darla toda por ella”, señala con ojos vidriosos.
Otra vez demostrará que su incursión en el ciclismo no ha sido producto del clientelismo. Un escarabajo moderno que es fuerte en la montaña, pero también en las pruebas planas y de contrarreloj.
“El ciclismo ha cambiado, ahora no es el que mejor escale, sino el que sea más regular en todas las etapas. Esas son mis condiciones. Siempre hay que ir mejorando para ser un ciclista completo y poder ayudar. O bien sea para ser un día líder de un equipo, pero para eso se necesita primero una madurez muy grande”.
Brandon, aparte del mejor amigo, será desde ahora la mano derecha de Egan Bernal en el Team Ineos.
“Es un privilegio la confianza que Egan ha depositado en mí. Él ha sido de las pocas personas que han creído en mí en los momentos más difíciles de mi vida, Egan es mucho más que los títulos que tiene, es una gran persona. Tengo pocos amigos, pero he sabido escoger a los correctos”.
Lea también: Cuando Egan dejó el ciclismo para ser periodista
Mucho más que el título del Tour de Francia. “Soñábamos con esto, pero lo veíamos imposible, poco a poco se fueron dando las cosas. Ahora es campeón de la carrera más importante del mundo y yo estoy con él, qué chimba”, dice quien llegó a la cima del ciclismo por las bondades de Mercedes y la solidaridad de su parcero del alma. Lo que vale tener una buena abuela y un mejor amigo.
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin
Refugiado en la tina, debajo de un cielo oscuro. Afuera, un frío indiferente, propio de L’Escarène, un pueblo en los Alpes Marítimos al sur de Francia. Un lugar donde las horas son más largas, las palabras más escuetas y el toque de queda empieza a regir porque sí a las seis de la tarde. Y la llamada a su mejor amigo: Egan Bernal, quien levanta el teléfono desde Italia, saudade pura.
-Oiga Egan, esto es muy duro. No sé si voy a aguantar, el invierno es muy duro, marica. Aparte la soledad, aquí todo es muy aburrido. Ya no sé si sirvo para esto.
-Estoy en las mismas parce, toca aguantar. No olvidemos para qué nos fuimos.
Uno estaba en el equipo UC Mónaco y el otro en el Androni Giocattoli. Historias calcadas: hechos en la escuela de ciclomontañismo de Fabio Rodríguez en Zipaquirá y patrocinados por la Fundación Mezuena. Amigos del alma desde los nueve años, salpicados por esas gotas necesarias de rivalidad y motivación para vencer al otro.
“Brandon le ganaba a Egan, se daban muy duro. Siempre hubo una competencia muy chévere entre los dos, amigos y rivales, porque los hacía mejorar a ambos. Se daban mucha leña”, recuerda Pablo Mazuera, presidente de la Fundación Mezuena.
Hasta que las historias empezaron a tener guiones divergentes: Egan ganó el Tour de l’Avenir, considerado el Tour de Francia para menores de 23 años, y fichó con el Sky, el equipo más poderoso del planeta. Mientras tanto, Brandon entraba en una depresión: Mercedes, su abuela, que es más bien como su mamá y quien lo crió, se enfermó. El dictamen: cáncer de cuello uterino. Momentos en los que la vida no vuelve a ser la misma.
Lea también: Nairo Quintana y una vida común y corriente
Su papá, profesor de música, y su madre, ama de casa que sufre del síndrome del túnel carpiano, lo tuvieron muy jóvenes, por eso la abuela se hizo cargo.
Y a nivel deportivo las cosas no fluyeron, le diagnosticaron una pubalgia y luego se lesionó la rodilla. “Me jodí”, dice Brandon, con mirada al suelo, en entrevista con El Espectador. Derrotado, cansado, decidió dar un paso al costado.
Regresó a Colombia con la moral por el suelo. Llegó al consultorio del médico Gustavo Castro: “Brandon, hermano... usted ya está en el piso. ¿Qué más malo puede pasar?”. Ambos forjaron una amistad especial.
"Le dije, sí Brandon, esta es de las peores lesiones que puede sufrir un ciclista, pero ya no va a pasar nada màs. Tenía que sacudirse y mirar para arriba concentrando todas sus fuerzas para salir de esta lesión. No fue fácil, fue largo, con muchos altibajos, pero salimos adelante con su berraquera. Es un gran muchacho, al igual que Egan", señaló Gustavo.
Egan Bernal no lo dejó abandonar el ciclismo, llamó al exciclista Víctor Hugo Peña, director del equipo GW Shimano, y le pidió una oportunidad para su mejor amigo. Un tipo que había ganado, junto a John Ánderson Rodríguez, la medalla de oro en ciclismo por equipos en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2014. Hubo luz verde, Brandon no le falló: se quedó con la medalla de bronce en la contrarreloj sub-23 de los nacionales de ruta.
“Pensé en retirarme. Cuando tú no vales nada, cuando tú estás lesionado y nadie da un peso por ti, todo es una mierda”, reconoce Brandon.
En este año en el GW Shimano, el zipaquireño de 23 años demostró su calidad ganando una etapa en la Vuelta a Colombia y proclamándose campeón del campeonato panamericano de contrarreloj en Pachuca, México. “Tenía un palmarés grande en ciclomontañismo, pero no en la ruta. Necesitaba un empujoncito para demostrar que era un buen corredor; Egan me lo dio”, agrega.
Mientras conseguía esos logros, a la distancia, Mercedes miraba desde el televisor de la clínica, con dolores, pero con orgullo. La felicidad de saber que todas las luchas habían valido la pena.
Hace un mes falleció debido a su enfermedad, pero Brandon le alcanzó a dar la noticia: es nuevo corredor del Team Ineos, la escuadra de ciclismo más importante del planeta. Llegó, otra vez, por recomendación de su mejor amigo, Egan Bernal, reciente campeón del Tour de Francia.
“A mi abuelita siempre la llevo en todo. Ella fue mi promotora, desde que empecé porque no tenía bici ni nada... iba con un compañerito al parque. Íbamos a bajar, y sí, una chimba, bacano, pero después quise competir y sentir ese miedo de las carreras, esa adrenalina. Mi abuela estuvo ahí, le debo todo a ella. Lo dio todo por mí y es algo que le agradeceré de por vida, fue un ángel. Vamos a darla toda por ella”, señala con ojos vidriosos.
Otra vez demostrará que su incursión en el ciclismo no ha sido producto del clientelismo. Un escarabajo moderno que es fuerte en la montaña, pero también en las pruebas planas y de contrarreloj.
“El ciclismo ha cambiado, ahora no es el que mejor escale, sino el que sea más regular en todas las etapas. Esas son mis condiciones. Siempre hay que ir mejorando para ser un ciclista completo y poder ayudar. O bien sea para ser un día líder de un equipo, pero para eso se necesita primero una madurez muy grande”.
Brandon, aparte del mejor amigo, será desde ahora la mano derecha de Egan Bernal en el Team Ineos.
“Es un privilegio la confianza que Egan ha depositado en mí. Él ha sido de las pocas personas que han creído en mí en los momentos más difíciles de mi vida, Egan es mucho más que los títulos que tiene, es una gran persona. Tengo pocos amigos, pero he sabido escoger a los correctos”.
Lea también: Cuando Egan dejó el ciclismo para ser periodista
Mucho más que el título del Tour de Francia. “Soñábamos con esto, pero lo veíamos imposible, poco a poco se fueron dando las cosas. Ahora es campeón de la carrera más importante del mundo y yo estoy con él, qué chimba”, dice quien llegó a la cima del ciclismo por las bondades de Mercedes y la solidaridad de su parcero del alma. Lo que vale tener una buena abuela y un mejor amigo.
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin