Caleb Ewan: “Me gustaría repetir las batallas de antes con Fernando Gaviria”
El ciclista australiano habló de su rivalidad con el colombiano, de Dylan Groenewegen y de lo que espera en el resto del Giro de Italia 2021.
Camilo Amaya - Enviado Especial a Biella
Caleb Ewan puede confundir a quien no lo conozca y esté tratando de descifrar qué clase de ciclista es por su corporalidad. Entonces su estatura (1,65 metros) hace pensar que se trata de un escalador, pero los muslos gruesos y tonificados difuminan esa tesis, pues los que van bien para arriba suelen tener unas piernas delgaditas, esqueléticas.
Lea también: Egan Bernal, el ídolo del Piamonte
Y Ewan es puro músculo, en exceso, un tren inferior ancho y grande en relación con su torso. También se podría decir que es asiático por los ojos rasgados, cafés, que se alargan hacia las sienes, el pelo liso y negro, y una sonrisa tímida que se le escapa cuando se quita el tapabocas y respira profundo.
Pero su acento no rótico, es decir, que deja escapar las erres cuando no hay una vocal que las acompañe, tumba esa teoría. Ewan es australiano, le gusta ver a la selección de rugby de ese país, lee biografías de grandes líderes mundiales y se siente desnudo cuando no está con su iPhone.
Mientras atiende a los medios y repite un guion más que preparado sobre cómo va a pelear por obtener la mayor cantidad de triunfos de etapa en este Giro de Italia, Ewan aleja la mirada de las cámaras y por unos segundos le da un vistazo al Pabellón de Caza de Stupinigi, un palacio de colores suaves, luminosos, ventanales simétricos y donde la Casa Real de Saboya pasaba las vacaciones disparándoles a venados (hay uno de bronce en la cúpula central) en el siglo XVIII, residencia de Napoleón cuando le dio por invadir el Piamonte.
En contexto: Todo lo que necesita saber sobre el Giro de Italia 2021
Después vuelve en sí, y uno a uno atiende a quien quiere hablar con él, sin afanes. Todo lo contrario a cuando está en los metros finales, cuando arriesga más que ninguno para quedarse con el premio de todos, pues dicen que ve las oportunidades y dispone de estas como quiere y tal cual lo haría quien domina la matemática y los pormenores del embalaje.
El ciclista del Lotto Soudal, que trabajó en el jardín de sus padres en Sídney desde muy niño y que entendió que diciendo y haciendo es que se dignifica cualquier labor, habló de Fernando Gaviria, a quien considera uno de los grandes rivales de su generación (ambos tienen 26 años), de la preparación para la Corsa Rosa y de lo que es volver a competir contra Dylan Groenewegen, sancionado nueve meses por lo que pasó en el Tour de Polonia 2020 y la fuerte caída que le causó a su compatriota Fabio Jakobsen.
¿Qué se acuerda de su primera victoria en el Giro de Italia en 2017?
Que le gané a Fernando y a Sam Bennett en el embalaje. En Alberobello había muchas curvas y por eso ataqué antes, porque no quería quedarme encerrado. No siempre lo hago, pero en esa ocasión me sentí con fuerzas. Estaba pendiente de Bennett y me olvidé por completo de quién venía por la izquierda. Y era Fernando, con la camiseta Ciclamino. También recuerdo que Andre Greipel me felicitó más adelante. No caímos en pánico, que es lo importante en estas ocasiones.
¿Y de las de 2019?
En la octava etapa, que si no estoy mal fue en Pesaro, Pascal Ackermann salió primero, seguí su línea y después lo pasé. Me dio para no dejarme pasar de Elia Viviani. En la 11 fue algo similar: Ackermann arremete, me pongo detrás de él y salgo.
Y muy honesto se retiró al día siguiente…
Claro. Ya venía la montaña, el trabajo estaba hecho y era imposible pelear por la camiseta Ciclamino. Cumplí con lo que venía a hacer, un par de triunfos especiales y a prepararme para el Tour de Francia. Uno debe elegir sus tiempos y saber interpretarlos para tener éxito.
¿Qué tanto le costó ponerse en forma luego de cuatro meses sin competir?
El problema, en mi caso, no es llegar al punto, sino explotarlo en la carrera. Porque me toma un poco acomodarme a lo dinámico que suele ser todo. Es sencillo entrenar, hacer fuerza, potencia y repeticiones cerca de casa, pero a la hora de la verdad cualquier cosa puede pasar.
Volvió a estar junto a Dylan Groenewegen luego de tanto tiempo y tras la caída que este le propició a Fabio Jakobsen en el Tour de Polonia. ¿Alguna vez se puso en los zapatos de él sabiendo del riesgo que corren todos en los remates?
La verdad que no. Es muy duro por lo que ha pasado Fabio, pero hay que seguir como si nada. No puedo hablar por los demás velocistas, pero en mi caso no. Antes de la suspensión competimos mucho, y quedó demostrado por su nivel en la segunda etapa que lo seguiremos haciendo. No soy quién para juzgar, mucho menos para criticar.
Luego de la segunda etapa, ¿En qué hay que mejorar para estar más adelante?
En aprender de los errores. En los dos kilómetros finales no me pude ubicar bien y cuando llegó el momento ya estaba muy atrás. Además, con curvas que no te permiten saber qué viene más adelante, el grupo se mueve de un lado para el otro y no tienes por dónde pasar. Es decepcionante comenzar así, pero hay que mirar lo que sigue.
¿Hay una meta especial en este Giro además de ganar etapas?
No voy a decir que la Maglia Ciclamino, si es que por ahí quieres que te responda. Mi objetivo es ganar embalajes. Y si bien soy uno de los más veloces, ayer quedó comprobado que no puedo cargar favoritismos. Cada año aparecen muchos y para los que estamos todo se hace complicado.
Al igual que para Fernando Gaviria…
Tuvo un año complicado con lo del COVID-19. Me gustaría repetir las batallas de antes, con ambos en nuestro mejor nivel. Puede que se dé en este Giro, ¿por qué no? Esos duelos le hacen bien al espectáculo.
Por: Camilo Amaya
Caleb Ewan puede confundir a quien no lo conozca y esté tratando de descifrar qué clase de ciclista es por su corporalidad. Entonces su estatura (1,65 metros) hace pensar que se trata de un escalador, pero los muslos gruesos y tonificados difuminan esa tesis, pues los que van bien para arriba suelen tener unas piernas delgaditas, esqueléticas.
Lea también: Egan Bernal, el ídolo del Piamonte
Y Ewan es puro músculo, en exceso, un tren inferior ancho y grande en relación con su torso. También se podría decir que es asiático por los ojos rasgados, cafés, que se alargan hacia las sienes, el pelo liso y negro, y una sonrisa tímida que se le escapa cuando se quita el tapabocas y respira profundo.
Pero su acento no rótico, es decir, que deja escapar las erres cuando no hay una vocal que las acompañe, tumba esa teoría. Ewan es australiano, le gusta ver a la selección de rugby de ese país, lee biografías de grandes líderes mundiales y se siente desnudo cuando no está con su iPhone.
Mientras atiende a los medios y repite un guion más que preparado sobre cómo va a pelear por obtener la mayor cantidad de triunfos de etapa en este Giro de Italia, Ewan aleja la mirada de las cámaras y por unos segundos le da un vistazo al Pabellón de Caza de Stupinigi, un palacio de colores suaves, luminosos, ventanales simétricos y donde la Casa Real de Saboya pasaba las vacaciones disparándoles a venados (hay uno de bronce en la cúpula central) en el siglo XVIII, residencia de Napoleón cuando le dio por invadir el Piamonte.
En contexto: Todo lo que necesita saber sobre el Giro de Italia 2021
Después vuelve en sí, y uno a uno atiende a quien quiere hablar con él, sin afanes. Todo lo contrario a cuando está en los metros finales, cuando arriesga más que ninguno para quedarse con el premio de todos, pues dicen que ve las oportunidades y dispone de estas como quiere y tal cual lo haría quien domina la matemática y los pormenores del embalaje.
El ciclista del Lotto Soudal, que trabajó en el jardín de sus padres en Sídney desde muy niño y que entendió que diciendo y haciendo es que se dignifica cualquier labor, habló de Fernando Gaviria, a quien considera uno de los grandes rivales de su generación (ambos tienen 26 años), de la preparación para la Corsa Rosa y de lo que es volver a competir contra Dylan Groenewegen, sancionado nueve meses por lo que pasó en el Tour de Polonia 2020 y la fuerte caída que le causó a su compatriota Fabio Jakobsen.
¿Qué se acuerda de su primera victoria en el Giro de Italia en 2017?
Que le gané a Fernando y a Sam Bennett en el embalaje. En Alberobello había muchas curvas y por eso ataqué antes, porque no quería quedarme encerrado. No siempre lo hago, pero en esa ocasión me sentí con fuerzas. Estaba pendiente de Bennett y me olvidé por completo de quién venía por la izquierda. Y era Fernando, con la camiseta Ciclamino. También recuerdo que Andre Greipel me felicitó más adelante. No caímos en pánico, que es lo importante en estas ocasiones.
¿Y de las de 2019?
En la octava etapa, que si no estoy mal fue en Pesaro, Pascal Ackermann salió primero, seguí su línea y después lo pasé. Me dio para no dejarme pasar de Elia Viviani. En la 11 fue algo similar: Ackermann arremete, me pongo detrás de él y salgo.
Y muy honesto se retiró al día siguiente…
Claro. Ya venía la montaña, el trabajo estaba hecho y era imposible pelear por la camiseta Ciclamino. Cumplí con lo que venía a hacer, un par de triunfos especiales y a prepararme para el Tour de Francia. Uno debe elegir sus tiempos y saber interpretarlos para tener éxito.
¿Qué tanto le costó ponerse en forma luego de cuatro meses sin competir?
El problema, en mi caso, no es llegar al punto, sino explotarlo en la carrera. Porque me toma un poco acomodarme a lo dinámico que suele ser todo. Es sencillo entrenar, hacer fuerza, potencia y repeticiones cerca de casa, pero a la hora de la verdad cualquier cosa puede pasar.
Volvió a estar junto a Dylan Groenewegen luego de tanto tiempo y tras la caída que este le propició a Fabio Jakobsen en el Tour de Polonia. ¿Alguna vez se puso en los zapatos de él sabiendo del riesgo que corren todos en los remates?
La verdad que no. Es muy duro por lo que ha pasado Fabio, pero hay que seguir como si nada. No puedo hablar por los demás velocistas, pero en mi caso no. Antes de la suspensión competimos mucho, y quedó demostrado por su nivel en la segunda etapa que lo seguiremos haciendo. No soy quién para juzgar, mucho menos para criticar.
Luego de la segunda etapa, ¿En qué hay que mejorar para estar más adelante?
En aprender de los errores. En los dos kilómetros finales no me pude ubicar bien y cuando llegó el momento ya estaba muy atrás. Además, con curvas que no te permiten saber qué viene más adelante, el grupo se mueve de un lado para el otro y no tienes por dónde pasar. Es decepcionante comenzar así, pero hay que mirar lo que sigue.
¿Hay una meta especial en este Giro además de ganar etapas?
No voy a decir que la Maglia Ciclamino, si es que por ahí quieres que te responda. Mi objetivo es ganar embalajes. Y si bien soy uno de los más veloces, ayer quedó comprobado que no puedo cargar favoritismos. Cada año aparecen muchos y para los que estamos todo se hace complicado.
Al igual que para Fernando Gaviria…
Tuvo un año complicado con lo del COVID-19. Me gustaría repetir las batallas de antes, con ambos en nuestro mejor nivel. Puede que se dé en este Giro, ¿por qué no? Esos duelos le hacen bien al espectáculo.
Por: Camilo Amaya