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Carlos Alberto Ramírez: El pequeño mago de Colombia

Un antioqueño, de 22 años, le dio este viernes una nueva medalla de bronce al país.

María Alejandra Castaño
19 de agosto de 2016 - 06:43 p. m.
Carlos Alberto Ramírez, ciclista colombiano de BMX. Foto: AFP
Carlos Alberto Ramírez, ciclista colombiano de BMX. Foto: AFP
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Carlos Alberto Ramírez, un antioqueño de papá costeño y corredor de la Liga de Bogotá, quien desde los tres años no se baja de una bicicleta, dio ayer la gran sorpresa este viernes en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, al ganar la medalla de bronce en una apretada disputa que necesitó de foto finish.

Al bicicrós llegó exactamente a los cinco, cuando luego de hacer el intento en el fútbol y la natación, les dijo a sus papás que lo suyo era el BMX. Sin dudarlo, y gracias a la convicción con que se oía su hijo, Ana María Yepes y Juan Carlos Ramírez decidieron apoyarlo.

“En un principio la idea era que Carlitos hiciera algún deporte para que tuviera una sana adolescencia y para que no estuviera en la calle. Sin embargo, pasaba el tiempo y él cada vez lo hacía mejor. Carlos es muy talentoso y el sueño de ser campeón mundial nos alejó a todos de la posibilidad de que el bicicrós solo fuera un hobby”, cuenta Ana María.

La idea era que las carreras en la bicicleta terminaran con el Campeonato Mundial de Birmingham, Inglaterra, en 2012, porque coincidía con la fecha de graduación del colegio de Carlos. Pero la medalla de oro que ganó y la satisfacción de oír el himno de Colombia en la competencia más importante de su disciplina hicieron que su historia en el BMX continuara.

‘The little magician’ o ‘El pequeño mago’, como se le conoce en las pistas más importantes del mundo por su agilidad y habilidad, cada vez tiene más respeto frente a sus rivales y aunque en Colombia no es tan popular, en el mundo del BMX todos saben que es uno de los más talentosos.

Carlos tiene cualidades importantes en el desarrollo técnico. Es muy ágil y arriesgado, también es muy decidido, sobre la bicicleta hace cosas que otros no pueden o no se atreven. También le gusta mucho lo que hace y por eso debe ser que siempre se arriesga y va como sea por el primer lugar. Él es un muchacho que hay que atajarlo y no empujarlo, y eso es bueno pues, aunque hay momentos en los que debería controlarse un poquito, tiene muchas cualidades técnicas que lo hacen especial. Sin duda el podrá conseguir todos los retos que se propone, porque tiene las condiciones y además es alegre, tranquilo, jovial y sobre todo tiene un gran corazón y eso también es muy importante”, afirma Germán Medina, entrenador de la selección colombiana de BMX.

Hablar con el pequeño mago siempre va a ser tan encantador como verlo correr. La explosividad y las ganas de ganar e ir por más, siempre van a hacer que cualquiera se emocione. Su vida, poco común para alguien de 20 años, transcurre entre diferentes ciudades de todos los continentes, gimnasios, pistas y aviones.
Cuando uno le pregunta de sus sueños, es como si le estuvieran hablando a un niño de su juguete favorito, sus ojos se llenan de brillo y no deja de hablar.

Seguramente la necesidad de estar soñando y cumplir lo que se propone le ha permitido conseguir tantos triunfos en su vida personal y deportiva. Y es que Ramírez tiene muy claro lo que quiere, él sabe cuáles son sus sueños, pero sobre todo, por la firmeza con la que habla, está seguro de que en algún momento todas esas ilusiones se harán realidad.

“Yo crecí soñando con ser campeón mundial y lo logré. Tengo muchas cosas que quiero y he conseguido muchos títulos que cualquier deportista sueña, por eso cada vez voy por más, entreno más duro y me mentalizo en lo que deseo. La medalla olímpica en Río 2016 es mi sueño más grande, pero también busco ganar una Copa Mundo y ser médico, no puedo dejar de pensar en todo lo que quiero”, cuenta y sonríe. “He tenido momentos muy felices en toda mi vida, la mayoría me los ha dado el bicicrós y uno de esos fue hace unos días cuando me metí al podio de la Copa Mundo que se corrió en Estados Unidos”.

De lo malo, es de las pocas cosas que Carlos no habla, siempre es tan optimista que le cuesta pensar —además no le gusta— en momentos tristes o en miedos humanos. “No podría decir exactamente un momento muy triste. Creo que son varios, pero todos tienen la misma razón: las lesiones, esas que no me dejan montar ni competir. Tampoco sé a qué le tengo miedo, a las alturas de pronto, no quiero ni siquiera pensar en temerle a una lesión que me aleje de mis sueños. Las lesiones de rodilla, mano, clavícula, entre tantas que he tenido, no han podido conmigo. Yo voy por mi sueño olímpico” comentó.

A Río de Janeiro llegó sin ser favorito, pero ayer en una muestra de su talento y su magia se colgó la de bronce. “Aún no me la puedo creer, para esto nos sacrificamos y por eso ahora es tiempo de celebrar, de darle gracias a todos los que creen en mi”.
 

Por María Alejandra Castaño

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