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Cochise, un rompecabezas para armar

Repaso por la vida de uno de los deportistas más ganadores y carismáticos en la historia de Colombia. Varias décadas después de su retito, sigue vigente.

Andrés Felipe Escovar @eskrraga
30 de marzo de 2021 - 09:10 p. m.
Martín Emilio Cochise Rodríguez / Ilustración: Anbilli
Martín Emilio Cochise Rodríguez / Ilustración: Anbilli
Foto: Andrés Felipe Escovar @eskrraga - Ilustración: Anbilli
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I

-Y después de la cuarentena, ¿qué piensa hacer?

-Voy a ver si me voy de vacaciones a otra cuarentena- me contestó Cochise.

II

A Cochise le sobran entrevistas. Jamás ha sido reacio con ellas; de hecho, parte de lo que hoy es su figura, se basa en el relato que él mismo ha hecho de sus logros deportivos. Esto es tan encomiable como sus aptitudes en la bicicleta: hablar de sí mismo durante años es tan agotador como ganar competencias ciclísticas.

En un país que no se caracterizaba porque sus nacionales consiguieran algún reconocimiento más allá de sus fronteras, Cochise consolidó una narración que repite y complementa en cada una de sus respuestas. Hablamos, en una llamada de WhatsApp, justo cuando pasábamos la primera cuarentena del primer año de la peste. Ahora, que se sabe que él mismo fue contagiado con el Covid-19, puede que parte de ese humor se haya difuminado con respecto a la enfermedad, aunque también lo han ensalzado como un hombre fuerte pues no tuvo síntomas que alarmaran a la prensa y a sus seguidores.

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Entre quienes se acercaron a él hubo escritores como Gonzalo Arango que, en un escrito hecho para la revista Cromos, a finales de los sesenta, tomó distancia con el ídolo ciclista de Colombia y enfatizó la indiferencia de Cochise para con los libros, sin reparar en la ignorancia que el propio poeta tenía con respecto al deporte. Arango incluso le preguntó por política y Cochise no le contestó.

En la charla que sostuvimos, él hizo una alusión a un político cuando le pregunté por los paisajes que más le habían gustado: me contó que Uruguay fue uno de los lugares que visitó y que estaba leyendo un libro de José Mujica, en el que hablaba “muy bien” de su país (ignoro si esa adjetivación responda a que el autor se sumió en elogios para con su país o al detalle con el que narró ciertos asuntos):

-Yo estuve en Austria y me pareció un país muy bonito; lo mismo tengo que estar muy agradecido con Italia pues me acogió, principalmente el equipo Bianchi Campagnolo, con Felice Gimondi. Yo estuve en Tokio, en las olimpiadas: me pareció muy culto… uno no le entendía nada a la gente, pero mostraban la cultura en la calle haciéndole venias a uno. También estuve en Suiza. Por aquí, en América, estuve muchas veces en México, que fue el país que más visité; lo recuerdo con mucho cariño porque hice el récord mundial de la hora y dos veces quedé subcampeón de la Vuelta a México y en otra edición quedé en cuarto lugar. Tengo gratos recuerdos con todos los ciclistas mexicanos, me tenían mucho respeto porque en el plano andaba muy duro. También estuve en Argentina y Uruguay, donde quedé cuarto en el mundial de ruta.

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La alusión a un expresidente y el recuerdo de su posición respecto a lo que le preguntó Arango – en el que ya había envejecido su entusiasmo por el general Gustavo Rojas Pinilla-, me animó a preguntarle:

- ¿Algún gobierno utilizó su imagen para favorecerse?

-Usted sabe que los gobiernos siempre le dan a uno la felicitación, pero con el ánimo de vanagloriarse ellos. De todas maneras, uno recibía el homenaje con la felicitación, no sé si se lucraban con eso. A uno le importaba obtener el triunfo.

II

La indiferencia por la fagocitación gubernamental, enunciada por el proclamado deportista colombiano del siglo XX, es una muestra de la tradición deportiva en Colombia. Los practicantes de diferentes disciplinas apenas intervienen en algo que supere sus oficios; se cobijan con el consabido desprecio a cualquier debate político o discusión que supere sus trabajos para así ganar la simpatía de sus seguidores y ocupar un espacio neutral (1).

Esa pretendida asepsia con respecto a la política, se filtra en la narración que Cochise hace de su vida. Cada uno de los hechos que menciona, se independizan del contexto en el cual brotaron o los remite a ámbitos domésticos que parecen funcionar con una membrana que los aísla de lo que ocurre fuera de los muros del hogar:

-Yo fui el menor de los hermanos y por eso me tocó empezar a trabajar de muy temprana edad.

-¿A los cuántos años debió comenzar?

-Por ahí a los diez, pues yo, después de la escuela, iba a la plaza de mercado a ayudarle a un entenado (entenado es una persona que le ha ayudado la familia: es un hermano de crianza de mi papá). Yo iba a ayudarle a vender frutas en la plaza de mercado.

-¿En qué trabajaba su mamá?

-Ella lavaba ropa, planchaba. A ella le tocó muy duro hasta cuando yo empecé a correr y comencé a tener un poquito de solvencia económica. Mis hermanos medios también ayudaron y también los hermanos legítimos.

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-Doña Gertrudis, ¿hasta cuándo vivió?

-Ella se murió a los 96 años, en 2004. No tuvo muchos problemas de salud y se murió ya muy longeva, en Miami, donde mi hermana mayor. Ella se fue a vivir con ella, estaba más tranquila porque uno salía acá a representar a Colombia entonces ella se quedó con mi hermana, que estaba más al tanto de ella.

-¿Su mamá lo apoyó con el ciclismo?

-Se ponía nerviosa cuando yo salía a correr. Ella rezaba mucho, entonces eso fue una gran ayuda espiritual. Y se tranquilizaba cuando veía que se terminaba la carrera, así ganara o perdiera.

-¿Cómo fue Cochise de niño? (2)

-Era muy díscolo, yo era muy inquieto en el modo de vivir. Toda la vida he sido inquieto, incluso ahora porque me gustan las cosas muy en su punto; me gusta mantener un carro aseado, las bicicletas… yo de niño era muy travieso; mi mamá tenía que castigarme mucho, no me gustaba estudiar y me iba a pescar en el río Medellín: sacaba unos pececitos llamados corronchos y los llevaba a fritar a la casa.

III

La necesidad se instituye en la historia que cuenta Cochise como el caldo de cultivo para que luego se tope con el ciclismo:

-Empecé muy joven con el gusto de la bicicleta, cuando comencé a trabajar y la utilicé. Al comienzo participé en competencias turismeras. Después ya fui con bicicleta de carreras. Yo más o menos empecé a correr a los 17 años y, poco después, a los 18, estuve en la Vuelta a Colombia y me hice más conocedor del ambiente.

-¿Cómo descubrió sus capacidades?

-Uno, a medida que va incursionando en las carreras y con la bicicleta, va adquiriendo conocimiento, se va puliendo. Los compañeros me aconsejaban que corriera, pero uno mismo se va dando cuenta de esa vitalidad. Cuando uno tiene condiciones las va desarrollando paulatinamente hasta que ya las cosas se ponen mucho más eficientes para uno, con más profesionalismo entonces prácticamente es uno quien tiene que formarse paulatinamente.

-¿Quién fue su maestro en el ciclismo?

-Más que todo fue Claudio Costa, quien me llevó a los dos títulos mundiales.

-¿Dónde lo conoció?

-Él era entrenador a nivel nacional y yo trabajaba con él, con las indicaciones que él me daba.

-¿Qué le decía Costa sobre su condición?

-Él ponía programas en la pista. Utilizaba el altoparlante para que yo buscara el ritmo con un paso que ponía en la música; él iba aumentando y yo iba aumentando el ritmo. Hicimos mucho cronometraje en la prueba de la persecución, que era la modalidad mía.

-¿Cómo empezó a practicar en pista?

- Por motivación del doctor Emilio Echeverri, un galeno que hubo en Medellín muy allegado a nosotros por un club que se llamaba Medio Fondo; él era prácticamente el presidente del club, nos apoyaba mucho con las vitaminas, con la parte táctica, consejos, y él fue el que me inculcó o me aconsejó para que empezara a correr los cuatro mil metros y me consiguió la primera bicicleta de pista. Yo tomé la pista porque, como yo hacía fondo en la ruta, me servía para el dominio de la bicicleta, sobre todo en el descenso y cuando empecé a coger el ritmo de los cuatro mil metros, fui haciendo tiempos buenos, llegando a correr los Centroamericanos en Jamaica, en donde obtuve la medalla de oro, que fue la primera incursión que hice a nivel internacional.

-¿Qué recuerda de ese triunfo? ¿se acuerda de Kingston?

-No, yo estaba muy novato, muy niño, no conocía a los rivales más fuertes. Después conocí a Triviño, a los argentinos Merlo y Álvarez, que eran los más fuertes en América. A nivel mundial fueron los italianos y los rusos.

-¿Cuál modalidad le gustó más?

-Los triunfos que yo conseguí en carretera fue haber ganado las vueltas a Colombia y quedar de cuarto en el mundial de Montevideo. En la pista tuve los logros más resonantes a nivel mundial, que fueron el récord mundial de la hora en México y los cuatro mil metros persecución en Italia.

IV

Una vez la mirada se concentra en un campeón, resaltan los gestos y deslices que lo hacen humano. Si un triunfador quiere conservarse como tal, debe circunscribirse al espectáculo y mantener la distancia con el común. Cochise, si bien no se aferró al show, sí supo tejer su historia a partir de gracejos regionales, un carácter risueño y el desenfado -que ha imantado a formas de presentarse ante la sociedad como las de Urán-; desde ese espacio en el cual él mismo se ha construido, evoca los momentos en que ganó:

-Todos los triunfos son recordados con mucho cariño. Lo más trascendental para mí fue haber ganado la primera Vuelta a Colombia, yo gané cuatro. También fue importante haber sido campeón panamericano en varias oportunidades y, luego, el campeonato mundial. Cuando uno gana un título mundial es muy trascendental para la familia, para el país, para uno, para el deporte.

-En su primer triunfo en la Vuelta a Colombia le tomó más de treinta y tres minutos al segundo, ¿a qué se debió esa diferencia?

-De pronto a la forma de uno correr, con la vitalidad que había adquirido. Sobre todo, porque las carreteras eran muy difíciles en Colombia, eran destapadas, entonces uno, con el dominio que tenía de la pista, porque la pista le da a uno destreza, habilidad y reflejo, dominaba mucho el descenso en terreno destapado. Fui un corredor completo, en la contrarreloj era especialista en ese entonces … yo creo que era el talento de Cochise.

-En 1964 gana otra vez la Vuelta a Colombia y Rubén Darío Gómez vuelve a ser segundo, ¿cómo fue su relación con él, fue su gran rival?

-Al principio fue él, después fue el “Ñatico” Suárez, que me ganó la del 65, y también con Pedro J Sánchez, “el león del Tolima”… Pablo Hernández me ganó otra vuelta. Quedé subcampeón en tres vueltas a Colombia y gané cuatro.

- Fueron amigos suyos?

Yo siempre he sido una persona con simpatía para todos. Había mucha empatía y considero que el carisma de Cochise fue esencial y me la llevaba bien con todos…El Ñatico fue un rival muy fuerte y, sin embargo, conservo esa amistad de compañeros. Nunca tuve roces con ninguno, sino que aceptaba las derrotas.

V

El siete de octubre de 1970 Cochise rompió el récord mundial de la hora en la modalidad de los aficionados. Este hecho fundamentó que su sombra irradiara sobre eso que se llama orgullo nacional; durante mucho tiempo, quizá hasta la Vuelta a España que ganó Luis Herrera, fue el hecho que solía mencionarse como gran logro de alguien nacido en Colombia.

-¿Cómo surgió la inquietud de buscar el récord mundial de la hora?

-Con Claudio Costa conquisté dos títulos mundiales. Después de participar en un Mundial en Leicester, en Inglaterra, conversó con un mánager para que yo viajara a México a intentar el récord, el señor que se llamaba Jacinto Benotto, dueño de las bicicletas Benotto en México. Se requirió una logística costosa: un médico, cronometristas, en fin… en los mundiales en Varese también fue Costa el que me orientó, primero en los Panamericanos en Cali, y luego viajamos a Italia a conquistar ese título de los cuatro mil metros persecución individual.

-¿Cómo es el ambiente que precede a la prueba para el récord mundial de la hora?

-Rodamos mucho. Hicimos trasmoto en el autódromo en Ciudad de México, y en pista hacíamos bastante persecución. Uno tenía que estar con buen fondo porque el récord de la hora era un promedio que debía ser parejo, como el pedaleo, y debía tener buena consistencia. Nosotros preparamos todo alrededor de diez días, fue un poquito prematuro, pero de todas maneras se buscó, se luchó y se consiguió. Fue un poco difícil porque fue una prueba que nunca había practicado; fue muy difícil porque, en realidad, debe tener uno mucha fuerza, mucho ritmo y sobre todo la parte táctica del entrenador, este tiene una tabla donde lo lleva a uno siempre a un mismo ritmo y fortaleza.

-¿Le dijo algo Costa durante la prueba?

-Él no me tenía que decir nada, únicamente me hacía con la mano, me apuraba, y se paraba un poquito delante de la raya cuando iba adelante, o atrás si me retrasaba, pero siempre fui adelante. Con la mano me decía que me apurara o si iba bien.

-¿Qué pensamientos lo asaltaron mientras corría esa prueba?

-Pues yo me imagino que todo el mundo piensa en triunfar, entonces era lo mínimo que me quedaba. De seguro hay que tener ese pensamiento positivo: “tengo que triunfar, voy a triunfar y lo voy a lograr porque soy capaz”.

Un año después, en el mundial de Varese, en la rama aficionada, Cochise ganó la medalla de oro en los cuatro mil metros persecución individual en pista. Poco después de su triunfo, y con emisión radiofónica, el presidente de aquel entonces, Misael Pastrana, le agradeció y le dijo que había “prestado un gran servicio al país porque esos son los actos que le devuelven al país la fe en sus posibilidades” (3); Cochise le contestó que era muy placentero “dialogar con usted, doctor” y exaltó la colaboración del gobierno.

VI

A Cochise se le adjudica la autoría de la fórmula de que en “Colombia se muere más gente de envidia que de cáncer”, con lo que cumplió el otro requisito para entrar a la galería de los más grandes deportistas colombianos del siglo pasado y tensó el arco con aquel “es mejor ser rico que pobre” de Pambelé. Cochise dijo lo que dijo como reacción ante la denuncia de un periodista colombiano que sirvió para que el ciclista antioqueño no compitiera en los Olímpicos. Entre la contrariedad de haber sido considerado profesional a la fuerza, Chochise viajó a Italia.

-¿Cómo contacta con Italia para hacerse profesional?

-Fue por medio de Claudio Costa, quien habló con la Bianchi primero y luego con Gimondi para que me aceptaran porque me fui muy maduro. Costa fue la carta de presentación, de lo contrario, sería muy difícil.

-¿Dónde vivió?

-En Bérgamo

-¿Cómo se sintió?

-Bien. Al principio un poco difícil con el frío, pero, con el calor, me fui adaptando

-¿Ya se había casado?

-Estaba recién casado y eso me sirvió mucho para que mi esposa me colaborara, sobre todo, en la compañía de ella.

-Usted compartió carretera con Eddy Mercxk ¿recuerda el primer encuentro?

-Yo corría con la Bianchi Campagnolo y él por la Molteni, entonces eran equipos rivales, pero, de todas maneras, me presentaron durante la carrera. Hicimos buenas migas, fue un hombre muy cordial conmigo, de pronto charlábamos luego de terminadas las competencias. Era, digamos, aparte de una gran figura y el mejor de toda la historia, una persona simpática. Me llevé muy bien con él.

-¿Dónde se sintió más cómodo como ciclista?

-En Europa porque aprendí mucho y, en realidad, me di cuenta de que la verdadera disciplina está en Europa y donde había más incentivos económicos.

-¿Con Gimondi compartió más allá del ámbito profesional?

-Yo me fui a vivir muy cerca de él. Me volví su gregario número uno y él quería que lo acompañara siempre a los critériums. Nos llevábamos muy bien y fuimos grandes compañeros.

-¿Cómo fue esa llegada a una gran vuelta que, en su caso, fue el Giro de Italia?

-Para mí ser gregario de Gimondi fue difícil porque siempre debía estar como guardaespaldas de una persona y no tuve muchas oportunidades, pero gané dos etapas en dos Giros de Italia y gané un título Baracchi con él…. Le ganamos a Merckx y De Vlaeminck. La gente no sabe mucho de eso, pero ser gregario implica no poder hacer una carrera libre como hacen los corredores que han surgido en Europa, a mí me fue muy difícil por eso.

- En ese primer Giro, ganó Merckx de punta a punta, ¿Gimondi nunca se desesperó o le comunicó frustración?

-No, Gimondi siempre fue un corredor que estaba luchando las carreras; él no se quejó nunca de haber perdido, sino que no se sentía muy a gusto de haber perdido porque tenía oportunidad de ganar. Él siempre se mostraba contento y alegre.

VII

En su posición de reinventor del ciclismo colombiano, Cochise fue el primero en ganar una etapa de gran vuelta. Esos dos primeros triunfos se dieron en Italia. En Europa compartió carretera con los más grandes corredores que, aún hoy, se yerguen como un espejismo de la segunda mitad del siglo pasado, cuando ya el llamado ciclismo épico se había evaporado con la muerte de Fausto Coppi. Y es que Merckx apareció como la última percusión de aquellos hombres que semejaron bestias o dioses y atravesaron países hollados por la segunda guerra del siglo XX que dinamitó a Europa. Cochise vio el esplendor del caníbal belga – apodo que es una torción al horror de Leopoldo en el Congo- y su caída, precipitada por un golpe al abdomen que le propinó un espectador cuando aspiraba a ganar el sexto Tour de Francia.

-¿Cómo fue su primer triunfo en la etapa 15 del giro del 73 que salía de Florencia?

-Fue una fuga de quince corredores. Esperaba a que el entrenador me diera instrucciones; le pregunté qué debía hacer y me dijo que me quedara en el lote y no halara, que me fuera a rueda. Faltando unos cinco kilómetros, me atreví a salir de ese grupo; yo llegué adelante con la ventaja que cogí, al grupo lo cogieron. Gané por muy poco; el patrocinador estaba contento, el entrenador y los compañeros también.

En 1973, en el Giro de Italia, Merckx repitió el primer lugar pero, en esa ocasión, el segundo (Baroncelli) quedó a pocos segundos y el tercero fue el líder del equipo de Cochise (Gimondi); fue una de las ocasiones en las que el belga pareció terrenal, aunque incluso en esas situaciones ganó.

-Merckx era un rival muy difícil, además estaba en un equipo muy fuerte. De todas maneras, se buscaba la forma de ganarle, sobre todo cuando había cuesta lo atacaban pero él tenía un equipo que aunque lo soltaran en la montaña y, en el plano, lo volvía a llevar a la punta. De todas maneras, a Gimondi la iba bien con Merckx y yo hice lo que pude.

-En 1975 ganó su segunda etapa en el Giro…

-Fue similar a la primera; estuve en una fuga y el entrenador, Giancarlo Ferreti, me dijo lo mismo que en la primera ocasión. Faltando unos dos kilómetros y medio salí del grupo de fuga, esta vez sí con más ventaja, y gané.

-Usted también corrió un Tour de Francia, más específicamente el de 1975, que le ganó Thévenet a Merckx, ¿vio el momento en que un fanático golpeó al “Caníbal”?

-Sí, yo iba con él en el grupito subiendo y un aficionado le dio un golpe en el estómago y lo dejó sin aire. Mientras tanto, Thévenet estaba corriendo muy bien y lo derrotó. Yo iba prácticamente a dos máquinas de él y vi cuando el aficionado le dio el golpe; me pareció absurdo eso que hizo, los otros aficionados lo cogieron a patadas, yo alcancé a mirar para atrás. Me pareció una ridiculez, un acto violento y de irrespeto al deportista, Merckx no se alcanzó a caer muy fuerte, sino que logró incluso frenar; se cayó pero el golpe que le dio el aficionado sí fue muy duro, entonces lo dejó aturdido y, en las otras etapas, parece que ese golpe lo resintió bastante.

-¿Alguna vez habló con Thevenet?

-No, muy poco, hablaba más con Eddy Merckx; él vino varias veces a Colombia, incluso me regaló una bicicleta de pista que es de su fábrica.

VIII.

El trofeo Baracchi fue una competencia hecha en Italia en la que dos ciclistas hacían una contrarreloj por equipos. Entre sus ganadores están Coppi, Merckx, Ocaña y Anquetil (4). En medio de todos ellos figura Cochise, el único no europeo que ocupó el primer puesto (1973). En dicha prueba se puso en evidencia su característica ambivalente en la pista y la ruta y fue en ella donde aún puede decir que superó a la pareja de Eddy Merckx y de Roger de Vlaeminck.

-¿Cómo fue su llegada a esa competencia?

-Gimondi me escogió para que corriéramos juntos y le dije que con mucho gusto. Nos preparamos con trasmoto varios días. Cuando estuvimos corriendo, él se sintió un poco… digamos en desagrado. Promediando la carrera, él no me volvió a dar cambio y yo le dije que no se fuera a retirar y me tocó llevarlo siempre a rueda y logramos ganar. Corría Moser con otro persecutor; esa carrera era muy importante, tenía mucha importancia en Europa y los logramos superar y ahí fue donde Cochise fue catalogado como una de las figuras de la carrera.

-Es que usted está ahí al lado de los más grandes… al año siguiente corrió con un sueco, Gösta Peterson, y quedó segundo.

-Lo que pasa es que Gimondi no se sentía bien y me dijo que había hablado con Peterson, que había ganado un Giro de Italia en 1971. Yo le dije: “si usted quiere, yo corro con él, dígale que yo corro con él”. Ellos hablaron y competimos juntos; anduvimos muy parejo, pero Moser estaba muy fuerte y perdimos por muy poco margen, me parece que por cuatro segundos, y eso fue, a mi modo de ver, por una galería, las llamadas galerías que eran unos túneles; a nosotros nos alumbraron desde atrás y a ellos desde adelante, y yo creo que allí pudimos haber perdido la carrera.

IX

La estancia en Europa, le mostró a Cochise esa vocación de mártir adscrita al ciclismo colombiano, la cual gravita en torno al rostro ensangrentado de Herrera y la efigie de campesinos que, en su desvalimiento, encuentran una bicicleta y desafían a la cordillera de los Andes. Cochise debió conocer ese ángulo en su lado más discreto con su papel de gregario, el cual redimensionó luego de su experiencia europea:

-Es más duro ser gregario, porque si usted está bien y es capo busca la rueda del más fuerte, en ese caso, usted va a estar afianzado al corredor del otro equipo que tiene más opción. Le voy a poner un caso: yo le dije a Rigoberto Urán que tenía un gregario en otro equipo, él me dijo que cómo así, y lo le dije: “usted, por ejemplo, está corriendo con Nairo Quintana, que anda muy bien en la subida, y si usted tiene potencia para seguirlo cuando él sale, se hace el loco y lo sigue, cuando pase al frente, hágalo más regulado”. Entonces como capitán uno puede buscar seleccionar la carrera, en cambio, en el trabajo de gregario, tenía que estar siempre al lado del líder por si de pronto pinchaba o había alguna caída o en una subida había que poner paso, era un trabajo extenuante, difícil, pues uno siempre tenía que ser muy responsable y, cuando había fuga, el entrenador iba a hablar con uno; era un trabajo muy arduo, muy difícil.

-Siempre se habla de lo que ha ganado. Pero, en toda carrera deportiva, las derrotas son más numerosas, ¿Cuál de ellas le dolió más?

-Una derrota que me dolió mucho fue haber perdido una Vuelta a Colombia por ocho segundos, eso de pronto fue una mala táctica del entrenador, yo perdí esa vuelta porque a lo mejor no hubo una orientación técnica para afrontar la última etapa… eran vueltas a Colombia de 18 etapas muy duras porque era más kilometraje y perderlo por ocho segundos desmoraliza bastante; esa fue una de las partes más tristes mías.

-¿Quién se la ganó?

-Roberto Buitrago, “Pajarito”.

-En esa época, muchos gregarios debían entrar a fuentes de soda a sacar de comer y beber…

-Nos poníamos de acuerdo cuatro o cinco gregarios de cinco equipos diferentes. Entonces, como no había sino dos zonas de alimentación, faltando o transcurriendo cien kilómetros, uno iba a los bares y se metía a la nevera y sacaba hasta cerveza… eso no se podía tomar, pero uno, por el afán, por la prisa que tenía para sacar las cosas, las sacaba. Después había que perseguir al grupo con los otros gregarios, entonces ese era un programa muy difícil, un poquito grotesco porque a uno le preguntaban en Italia que quién paga esto y uno le decía que pagaba Torreani, que era el director, y, cuando le llegaban las cuentas, él decía que no, y entonces uno quedaba mal.

-Usted afirmó que, en las vueltas a Colombia, sus distracciones fueron los amoríos…

-Había jóvenes aficionadas que venían a pedir un autógrafo, entonces yo… eran mujeres muy bonitas… les pedía el teléfono, entonces quedaba como amigo de ellas y de pronto nos encontrábamos y ahí era el problema. De pronto antecitos de las vueltas a Colombia sí hubo alguna indisciplina con respecto a eso.

X

En el devenir de la vida de Cochise, el matrimonio vino cuando ya su carrera estaba consolidada, aunque el designio de lo que fue como se conocieron venía de mucho tiempo atrás:

-La conocí esperando el bus para el colegio, le mandé un piropo que la flechó ahí mismo (Cochise se rio con su gracejo). Así nos conocimos; ella vivía en Laureles y yo en el barrio Simón Bolívar, me gustaba pasar por donde ella cogía el bus, entonces yo pasaba por ahí, hasta que empezamos a dialogar y formamos un noviazgo y después el matrimonio.

-¿Cuántos hijos tienen?

-Marcela, Juan Esteban y Daniel. Nosotros hace 49 años que nos casamos.

-¿Qué hacen sus hijos?

-Marcela está trabajando con otro hijo que tiene una distribuidora de lentes para anteojos y el otro es de esos tributarios.

-¿Ninguno quiso ser ciclista?

-Sí, Juan Esteban quiso ser ciclista, incluso estuvo en Italia como cuatro meses, pero no se adaptó… al que le gusta, le gusta y al que le sabe, le sabe…. Le gustaron más las muchachas que la bicicleta, vino a hacer un restaurante y se dedicó a la contaduría.

XI

En su regreso a Colombia, Cochise vio la aparición del que fue uno de los más grandes campeones del país: Rafael Antonio Niño. Y también fue en el retorno en el que se dio cuenta del impacto que irradió su carrera:

-Duré tres años en Italia y regresé a Colombia y ya se podía correr. Me tuve que ir pues no me dejaban correr en Colombia porque me habían declarado profesional. Ya Rafael había ganado la Vuelta de la Juventud; estábamos corriendo la Vuelta a Colombia y todo el mundo me marcaba y opté por no perseguirlo y él ganó la Vuelta a Colombia.

Cuando comenzó la avalancha de retrospectivas del siglo XX, se planteó la de la declaración del deportista del siglo en Colombia y Cochise fue el elegido:

-Nadie se imagina una conmemoración de esa categoría, no. En realidad, nunca me imaginé que me fueran a postular como el deportista del siglo XX; la prensa, la radio y el gobierno se pusieron de acuerdo para darme ese título. Había varios deportistas, estaban Pambelé, Lucho Herrera, en fin… Yo pensaba en estos dos deportistas para que pudieran ser catalogados como el deportista del siglo.

-En lo que llevamos de este siglo, ¿Cuál sería el gran deportista de Colombia?

-Yo considero que ganar dos títulos en una olimpiada es una proeza muy grande; yo me inclino por Mariana Pajón.

¿Cuál fue el mejor ciclista colombiano que usted vio, por sus características más que por sus títulos?

-Yo veo a Egan Bernal muy parejo, es un corredor muy dinámico, se defiende en todos los terrenos, yo me inclino por Egan Bernal porque en realidad es un corredor que sube bien, lo mismo que Nairo. Pero yo considero que Egan es más completo (5).

XII

-¿Qué sueños tiene Cochise?

-Que se acabe este coronavirus. En realidad, no ve uno el momento de salir de esta cuarentena, no ve el momento de ir a montar en bicicleta, porque uno encerrado es como estar en la cárcel: estamos pagando casa por cárcel. Yo le recomiendo mucho a la gente, a la que tiene creencia en Dios, que rece mucho. Acá ponemos la televisión a las seis y media y sintonizamos el santo rosario de una programadora espiritual que es católica, lo rezamos a las seis y media mi esposa y yo. Pido que recemos en conjunto, globalmente, los que creemos en Dios porque respeto todas las demás religiones... Pedirle a Dios que esto pase para poder salir a montar y trabajar.

-¿Era posible ganar una gran vuelta si usted hubiera sido capo de algún equipo?

-En Europa preguntaban por qué no me había ido antes, los mismos Gimondi y Merckx me lo plantearon. Yo les dije que no tuve el padrino para haberme ido antes. Cuando gané la vuelta del 64, me hubiera podido ir para allá si tuviera padrino, así como hacen ahora, por ejemplo. A Quintana lo conocieron en el Tour del Avenir y lo llevaron al año siguiente, a mí no me tocó participar de esa dicha. En Europa veían la potencia de uno, que uno tenía cualidades para muchas cosas.

-¿Se hablaba de dopaje dentro del pelotón?

-De eso se hablaba mucho. Lo que pasa es que primero había menos restricción en medicamentos, que no eran muy populares en la parte deportiva. Creo que Eddie Merckx tenía una gripa y no se dio cuenta al comprar un medicamento que tenía algo prohibido, pecó inocentemente y lo sancionaron, pero él explicó que era para una pequeña infección que tenía… ya había control en esa época.

-¿Les hacían análisis de sangre?

-Era por sorteo. Yo me acuerdo de que, cuando gané las etapas del giro, tuve que ir. Por sorteo también le tocaba a uno asistir al control. La verdad es que uno tenía que decir qué había tomado, qué vitaminas había tomado, pero sí se hacían controles exhaustivos.

XIII

-¿Lee los textos que han escrito sobre usted?

-Todavía la gente lo recuerda a uno con mucho cariño y la verdad es que yo la tomo muy deportivamente. Bueno, digo que muchas gracias que lo recuerden a uno y todavía los periodistas hacen alusión porque haber sido el primer campeón mundial y el deportista del siglo XX es un orgullo muy grande para la familia y la afición.

-¿Tuvo una mala relación con algún periodista?

-Cochise ha sido un poquito mamador de gallo. Había un reportero gráfico de El Colombiano, cuando yo gané los cuatro mil metros en unos centroamericanos de Panamá, y pasé cerca de él, que tenía un peluquín, se lo quité y se enojó mucho. Ya después le pedí disculpas porque le quité el bisoñé.

-¿Qué siente cuando se sube a la bicicleta?

Cuando voy con mis amigos, que me aprecian mucho porque uno ve el cariño que le tienen los compañeros con los que sale a montar, vamos en un grupo muy amigable, de verdadera amistad, no vamos a matarnos sino a disfrutar del paisaje, del aire, todo eso es una caja de alegría.

Antes de despedirnos, me preguntó:

-¿Cuál es su nombre?

Le dije que era el mismo del defensa de la selección Colombia de fútbol que asesinaron pocos días después de que el equipo quedara eliminado del mundial de Estados Unidos en 1994.

-Ah, sí.

(1) Esa indiferencia ha tenido episodios notables como el de Mariana Pajón: apareció una fotografía en la que ella posaba con el sicario que estuvo bajo el mando de Pablo Escobar (Popeye); cuando estalló el escándalo, el círculo de la ciclista bicampeona olímpica en BMX esgrimió que ella era muy pequeña en los años de aquella andanada violenta, liderada por el cartel de Medellín.

Ha habido otros casos en donde no se explicita la posición política: el futbolista Rodríguez, cuando se hizo el plebiscito en Colombia sobre los acuerdos de paz con las FARC, fue instado por periodistas como John Carlin para que se manifestara en torno a ese evento; el muchacho no dijo nada y, tiempo después, apareció, en una fotografía, abrazado con dos expresidentes que lideraron la campaña del No, la cual resultó ganadora en los comicios.

(2) Un Cochise niño jamás existió en el caso de Martín Emilio. Su apodo vino tiempo después, con lo que acá se pudo propiciar la invención de la figura que luego llenó los titulares de diarios de Colombia.

(3) La fe ha sido el vehículo para pensar en ellas, las posibilidades. En lo que dijo el entonces presidente se signa parte de lo que ha ocurrido con el paso de los años y que conecta con lo que incidentalmente dijo el personaje de Borges de Ulrika: ser colombiano es cuestión de fe. Aunque, también es cuestión de fe ser noruego o alemán o turco.

(4) En 1963 ocupó el segundo lugar, cuando su coequipero fue Raymond Poulidor: ¿acaso esa energía de ser segundo y la dignidad de nunca ganar superó la precisión del frío Anquetil?

(5) Esta charla se hizo antes del tour de Francia 2020.

Por Andrés Felipe Escovar @eskrraga

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Jaime(9903)31 de marzo de 2021 - 12:24 a. m.
"Cochise" Rodríguez. ¡Qué grande! ¡El mejor!
Eduardo Sáenz Rovner(7668)30 de marzo de 2021 - 10:26 p. m.
"Cochise" Rodríguez. ¡Qué grande! ¡El mejor!
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