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Como el cóndor, ave nacional que está en lo alto del escudo de Colombia, Nairo provino de los Andes para acentuarse en la cúspide de la historia de nuestro ciclismo.
El domingo 4 de febrero de 1990, en Tunja, nació Nairo Alexánder Quintana Rojas. Fue el cuarto de los hijos de Luis Quintana y Eloísa Rojas. Creció en la vereda Concepción de Cómbita, Boyacá. En la cotidianidad del campo comenzó a forjar su carácter. Ayudaba a sus padres en las labores de la agricultura y los fines de semana vendía frutas y verduras en la plaza de mercado de Arcabuco y en un punto llamado Agua Varuna.
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La ubicación geográfica de su vivienda fue determinante para potencializar su talento. Allá, entre cordilleras y largos ascensos, Nairo pedaleaba diariamente para llegar al colegio Alejandro de Humboldt, en Arcabuco, un recorrido de 32 kilómetros, aproximadamente, ida y vuelta.
Su padre lo recuerda así: “La carrera de Nairo empezó a sus 16 añitos con una bicicleta que le compré, pero no para correr ni competir, sino como un medio de transporte escolar”. Al igual que el ave nacional, Quintana fue desplegando sus alas para surgir como un cóndor entre las montañas de Boyacá y comenzar a escribir la épica historia de un niño que encontró en el ciclismo el mejor aliado para desplegar todo su talento. Desde la primera carrera, Nairo mostró dotes de campeón. Fue justo en Arcabuco en donde derrotó a Juan Pistolas. “Se llamaba Juan y le decíamos Juan Pistolas, era un deportista de experiencia y tenía buena bicicleta. Cuando me vieron a mí nos pusieron a apostar y yo con pocos días de montar bicicleta le gané de lejos, en una bicicleta de acero, muy pesada”.
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Muy pronto su talento, propio de aquellos que parecen estar marcados por los dioses, se mezcló con su gigantesco espíritu combativo. En 2008, siendo juvenil, Nairo ya hacía parte de una escuadra nacional con la que terminó tercero en la Vuelta del Porvenir, un hecho que lo puso en la mirada del proyecto “Boyacá es para Vivirla”. De ahí en adelante, Quintana tuvo claro que el sacrificio sobre una cicla forjaría su carrera para destacarse en el pelotón internacional.
Como algunos de los ciclistas exitosos en el mundo, Nairo comenzó a labrar el camino con el título de mayor trascendencia en la categoría sub-23, el Tour de l’Avenir, en 2010, corriendo para el equipo Colombia es Pasión.
Luego dio un salto a la élite con el equipo Movistar en 2012. Al año siguiente hubo una temporada de ensueño. En el Tour de Francia ganó la etapa veinte, terminó segundo en la clasificación general, fue el mejor joven y mejor escalador de la competencia.
Nairo logró el título de campeón en dos de las tres grandes vueltas: el Giro de Italia 2014 y la Vuelta a España 2016. También, ha estado tres veces en el podio del Tour de Francia y ha obtenido varios títulos en carreras del World Tour, como la Tirreno Adriático, la Vuelta al País Vasco, la Vuelta a Catalunya y el Tour de Romandía.
Por resultados, Quintana es el ciclista colombiano más importante de la historia, como lo ratifica Fabio Parra, el primer “escarabajo” en subirse al podio en el Tour: “El caso de Nairo es muy especial. Ganó el Giro y la Vuelta. Brilló en el Tour. Ha obtenido grandes victorias en Europa y goza de gran prestigio y respeto”.
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Y para lograrlo Quintana tuvo que superar uno de sus mayores temores: “Yo le tengo miedo a las caídas, sobre todo cuando hay lesiones”, como las que lo han afectado en las últimas dos temporadas. “No ha sido fácil abandonar carreras siendo líder o favorito, aun teniendo muchas ganas, pero la fortaleza mental es la que lo hace a uno superarse y no abandonar sus objetivos”.
Ese es Nairo Quintana, el campeón de la combatividad, el deportista que les ha enseñado a las nuevas generaciones de colombianos a nunca rendirse ante las adversidades, a no dejar de soñar. “Uno no deja de cosechar porque una siembra salió mala”.