Edgar Pinzón, el fenómeno que despertó en el Clásico RCN 2022
El corredor de Colombia Tierra de Atletas ha sido el joven más destacado de la carrera y lidera la camiseta sub-23. Su futuro está en Europa y los equipos del World Tour ya lo preguntan.
Fernando Camilo Garzón
Edgar Pinzón vio la montaña y sintió el impulso de imponerse a ella, como siempre. Era el primer día del Clásico RCN 2022. Y cuando saltaron del grupo de los favoritos, Wilson Peña, su líder, y Aldemar Reyes, Pinzón olió sangre y se arrojó con los capos. En la sala de prensa preguntaban quién era ese, el que había lanzado el sablazo, y en la pantalla se veía al boyacense, sólido en su cuadro, que casi corona la escapada. Poco les faltó a esos valientes para dar el golpe.
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Edgar Pinzón vio la montaña y sintió el impulso de imponerse a ella, como siempre. Era el primer día del Clásico RCN 2022. Y cuando saltaron del grupo de los favoritos, Wilson Peña, su líder, y Aldemar Reyes, Pinzón olió sangre y se arrojó con los capos. En la sala de prensa preguntaban quién era ese, el que había lanzado el sablazo, y en la pantalla se veía al boyacense, sólido en su cuadro, que casi corona la escapada. Poco les faltó a esos valientes para dar el golpe.
En el segundo día, Pinzón atacó de nuevo, a kilómetros de la meta, en el tercero estuvo en la foto de llegada y en el cuarto, lo mismo. En la quinta fracción se metió en el grupo que, tras pasar el mítico puerto de La Línea, definió los contendores por el título. Y él estaba ahí, fijo. Ahora es la carta de toda la caravana. No ha ganado ni una etapa, pero ha sido protagonista en todas. Tiene 21 años, es el líder de los jóvenes en la carrera y su futuro apunta lejos, hacia el Viejo Continente, en el que se fogueó durante el último año para conseguir la buena forma que está demostrando en el Clásico.
Es un sabueso de montaña. Huele las curvas y cuando ve la inclinación empieza a sentir la bicicleta. Cuando se empina el camino es cuando le fluye el pedaleo. Así llegó al Clásico, explosivo en todos los finales en alto que definieron las etapas. A veces demasiado descarado, producto de la inexperiencia. “Edgar llegó al Clásico sintiéndose bien. Las sensaciones han sido todas positivas. Atacó desde el primer día y se mantuvo. Incluso, por encima de Peña, el líder del equipo, que aflojó porque se enfermó. Se lanzó y ha sido tan agresivo, que incluso nos tocó pedirle un poco de calma, que no gastará todo todavía, porque estaba demasiado efusivo”, explica Luis Alfonso Cely, su entrenador en el equipo Colombia Tierra de Atletas.
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Es un corredor que no entiende el ciclismo de otra manera. Dice que le gusta el espectáculo y que la montaña lo envalentona. Donde creció, en Soatá (Boyacá), siempre que salía de su casa, subía o bajaba. El camino era para arriba o para abajo. Su mundo jamás lo vio llano. Por eso, cuando ve la inclinación de las montañas, siente que ese es su terreno, los mismos pasos que andaba cuando salía de la vereda.
Son esas etapas las que lo hacen soñar. Se imagina, cuando su mente lo proyecta, ambiciosa, peleando codo a codo en las carreras más grandes del mundo. Alzando los brazos en la meta de los Pirineos, corriendo por las faldas de Los Alpes o marcando el ritmo en el Passo Stelvio.
No siempre fue así, cuando empezó a los 13 años —dice el portador de la camiseta del mejor sub-23 en el Clásico—, “su cabeza era tan pequeña” que solo se imaginaba debutando como profesional. Él solo quería estar en un equipo. Ahora, es la montaña la que le dicta el camino. Y lo que soñaba ya está cumpliendo: competir en un Clásico RCN, pelear el título y proyectarse a Europa. “Estoy logrando que sepan quien soy. En otras palabras, estoy empezando a ser importante”.
Este año, explica el corredor, ha tenido una preparación ardua. Empezó en enero, con los Nacionales de ruta y después se fue a Italia. En el Giro de Sicilia llegó octavo y semanas más tarde volvió al país para la Vuelta de la Juventud, carrera que, según explica su entrenador, terminó muy tarde y no le permitió hacer una recuperación adecuada para llegar al Giro de Italia sub-23 en buenas condiciones. “Cuando generalmente se necesita un mes, Edgar solo tuvo 15 días”.
El resultado no fue el mejor, o por lo menos no el esperado. El pedalista terminó por fuera del top-30, lejos de las expectativas. Sin embargo, equipos como el Bora ya preguntaron por la promesa boyacense, al que todavía le queda un año como sub-23 y promete ir a más el próximo año en el calendario juvenil europeo.
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Si bien no hizo carreras espectaculares, sí logró, por ejemplo, el subcampeonato del Gran Premio de Palio del Recioto, competencias que lo proyectan como uno de los corredores colombianos más interesantes de la nueva camada ciclistas en el pelotón nacional. Para su entrenador, sin ir más lejos, es uno de los mejores escaladores que hay en Colombia y, sin duda, el más destacado entre los nuevos corredores.
“Tiene mucho por mejorar —advierte Cely—, tiene que confiar más en sus compañeros, acumular experiencia y seguir rodando en Europa, que si bien acá las carreras son difíciles, allá son otro paseo mucho más bravo”.
Tras el Giro, Pinzón corrió el Tour de L’avenir, volvió para la Vuelta a Antioquia y estalló en el Clásico RCN. “Fue una temporada muy larga y desgastante. No llegaba al Clásico a disputarlo, pero me sentí bien y me lancé. Ahora, creo que tengo con que pelear”, advierte.
Ha sido una carrera para que jóvenes prospectos del pelotón nacional se muestren, como Óscar Fernández, del Indeportes Boyacá, que ha sido el principal rival de Edgar Pinzón en la lucha por la clasificación sub-23 de la competencia.
El escolta del corredor de Colombia Tierra de Atletas es otro de esos soñadores descarados que ha lanzado ataques todos los días en el Clásico RCN. Ambicioso, antes de la carrera decía que estaba para pelear por la general y, aunque todavía se nota que le falta el fogueo que ya ha tenido Pinzón, condiciones se le han visto para presentar batalla en la carrera por la camiseta al mejor joven.
La montaña para Fernández también es fuente de inspiración. Le evoca su niñez, cuando su madrina le regaló su primera bicicleta y él empezó abrigar la ilusión de llegar a correr en ella, parado en pedales, ganando campeonatos.
Predestinación. La evocación es parecida a la de Edgar Pinzón, su némesis en el Clásico, que empezó a montar bicicleta a los 13 años gracias a su papá, que salía a rodar sin falta todos los sábados, el único día que podía descansar de su trabajo en el taller. Al flaco, como le decían —contextura que no dista mucho de la actual composición de su figura, alta y desgarbada— le empezó a quedar pequeña la bicicleta. El papá le dijo al hermano que lo acompañara a entrenar porque el “chino” podía tener condiciones.
Y al año, el hermano volvió a hablar con papá. Era imposible seguirle el paso. Le dijo que en las subidas volaba y lo dejaba botado, a pesar de que él era mayor por cuatro años. “En serio, es mejor apoyarlo a que yo me siga matando”, alegó en la misma declaración en la que sentenció su retirada: “Nunca más”.
Edgar, en cambio, siguió. Anécdota que fue puntal para seguir adelante. El instante en el que, el fenómeno de la edición 2022 del Clásico RCN, entendió que el andar que le había mostrado la montaña iba a ser el mismo combustible para llegar a Europa, su principal aspiración como ciclista. Quedan cuatro etapas de Clásico y Edgar Pinzón quiere seguir arrojado, buscando, tal vez, un triunfo de etapa y, seguro, seguirse mostrando para llegar tan lejos como lo deje la montaña.
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