Egan Bernal: “La presión que tengo es la que yo mismo me pongo”
Mucho se está diciendo del prodigio colombiano de 22 años, él prefiere no leer la prensa. Se queda con dos verbos: aprender y disfrutar.
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin
Debutar en un Tour de Francia a los 21 años. Con muchas preguntas en el ambiente. Caerse en la primera etapa, perder 16 minutos. Sufrir: llenarse de dudas. Levantarse. Seguir... apagar los ataques y ser el enlace del Team Sky ante nombres rutilantes: Vincenzo Nibali, Primoz Roglic, Mikel Landa, Romain Bardet y Nairo Quintana, a quien hace unos meses veía en televisión como un ídolo. Cerrar la carrera como el principal obrero de Geraint Thomas, ganador del título, y de Chris Froome, dueño del tercer puesto.
Acabar en la posición 15 de la clasificación general, en la segunda casilla de la clasificación de los jóvenes y ser catalogado como la revelación de la carrera por etapas más importante del planeta.
“Me quito el sombrero ante Egan, tiene un talento tremendo. Si tuviera que apostar dinero a que ganará un Tour, lo haría”, dijo Thomas. “Solo puedo darle las gracias a Egan, tiene un futuro increíble por delante. Me recuerda un poco a mí cuando tenía su edad”, complementó Froome. Reflectores, titulares, aduladores; todo. ¿Marearse? Eso nunca.
Para volver un año después, eso sí, con otro cartel: como el de colíder de la escuadra de ciclismo más importante del planeta. Y en los zapatos del cuatro veces ganador del Tour de Francia, ausente por una aparatosa lesión. ¿Presión? Ni una pizca: no lee la prensa, a pesar de que sabe que es un alumno adelantado.
Sin cadenas, responsabilidades ni obligaciones. La única presión que tiene es la que él mismo se pone. El Ineos solo le tiene trazado un objetivo: que aprenda el oficio de ser líder en una gran vuelta. Una vocación que ha ido forjando en sus tres títulos en el World Tour: Tour de California (2018), París-Niza (2019) y Tour de Suiza (2019). De hecho, en la carrera francesa asumió ese rol luego de una caída de Thomas. ¿Cómo respondió? Parándose en lo más alto del podio. En medio de esa atmósfera de ilusión, pero también de palabras de más y triunfalismo de los medios de comunicación, Egan Bernal atendió a El Espectador y apretó el freno de mano. Sabe que tiene que decantarse por dos verbos nada más: aprender y disfrutar.
¿Con qué mentalidad se afronta una carrera de tres semanas como líder del Ineos?
El año pasado me fue bien, pero como gregario: detrás de los líderes, ayudando. Ahora es distinto. Todos saben que tengo 22 años y no me pueden pedir que vaya a ganar. Cualquier resultado será bueno. Voy a aprender.
Y en ese oficio de aprender a ser capo de escuadra tiene a un gran faro como lo es Chris Froome...
Uy, toca aprenderle mucho. Chris es un líder innato, una persona excepcional. No parece que hubiera ganado seis grand tours. La forma como te habla, motiva, pide la palabra en el bus, cuando mete la cucharada con el director... son cosas que toca aprenderle. Sobre todo la tranquilidad que lleva en una carrera importante luego de llegar al bus tras un mal día. Uno diría: “Carajo, nos fue pésimo”. Él dice: “Mañana será otro día. Esto se gana por minutos, no segundos. Sigamos”.
¿Cómo hacer para no marearse con todos los elogios que escucha de todo el mundo?
Dicen que soy el sucesor de Nairo, de Froome, de todo el mundo. Yo no he hecho ni siquiera un cuarto de lo que han hecho ellos. Ha habido muchos corredores que de jóvenes hacen muchas cosas y va pasando el tiempo y va pasado el tiempo y no pasa nada, se quedan ahí. Y no es que uno diga que son malos: son buenos, porque igual pueden ayudar a un líder a ganar un grand tour. Siguen siendo grandes ciclistas. Que me pase eso no me preocupa. De lo único que tengo certeza es de que seré un buen ciclista, no sé si un ganador de un grand tour o simplemente un gregario. Pero igual qué importa: estoy viviendo bien, mi familia está bien, soy feliz, estoy haciendo lo que me gusta.
¿Y cual es el discurso del equipo antes de ser líder en una gran vuelta?
No me meten nada de presión: dicen que tranquilo, que no exagere. Que no pasa nada si no gano. No piensan en ningún resultado, saben que voy a aprender. La presión que tengo es la que yo mismo me pongo. Me siento muy bien, no necesito un psicólogo. Yo sé que estoy en una de las carreras más duras y haré lo que mejor pueda. Y si no, no pasa nada, ¡tengo 22 años! Aún me quedan diez o quince años para hacerlo bien. Tengo que llevar las cosas con calma.
Los resultados en las últimas pruebas contra el reloj han sido muy positivos. ¿Cómo las está preparando?
Primero que todo: esas son pruebas en las que seguro perderé tiempo. Yo soy un escalador, la idea es minimizarlo al máximo y estar entre los mejores en la montaña. Pero estoy trabajando en la posición y la aerodinámica en la bicicleta para limar segundos que luego se pueden convertir en minutos. Si gano uno por kilómetro, en sesenta que haya en total, es tiempo. Y si llego al rango de dos por kilómetro, ni hablar. Estoy trabajando en eso.
¿Entonces se bajaría del lote de los favoritos?
Tengo 22 años, estoy compitiendo con gente de 28 y 30 en un deporte en el que la madurez y la experiencia cuentan, no voy como favorito. Tengo que aprender mucho, voy a cometer errores, obviamente. El equipo lo sabe y me respalda. Es una oportunidad muy bonita, pero trato de no pensar: vivo día a día.
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin
Debutar en un Tour de Francia a los 21 años. Con muchas preguntas en el ambiente. Caerse en la primera etapa, perder 16 minutos. Sufrir: llenarse de dudas. Levantarse. Seguir... apagar los ataques y ser el enlace del Team Sky ante nombres rutilantes: Vincenzo Nibali, Primoz Roglic, Mikel Landa, Romain Bardet y Nairo Quintana, a quien hace unos meses veía en televisión como un ídolo. Cerrar la carrera como el principal obrero de Geraint Thomas, ganador del título, y de Chris Froome, dueño del tercer puesto.
Acabar en la posición 15 de la clasificación general, en la segunda casilla de la clasificación de los jóvenes y ser catalogado como la revelación de la carrera por etapas más importante del planeta.
“Me quito el sombrero ante Egan, tiene un talento tremendo. Si tuviera que apostar dinero a que ganará un Tour, lo haría”, dijo Thomas. “Solo puedo darle las gracias a Egan, tiene un futuro increíble por delante. Me recuerda un poco a mí cuando tenía su edad”, complementó Froome. Reflectores, titulares, aduladores; todo. ¿Marearse? Eso nunca.
Para volver un año después, eso sí, con otro cartel: como el de colíder de la escuadra de ciclismo más importante del planeta. Y en los zapatos del cuatro veces ganador del Tour de Francia, ausente por una aparatosa lesión. ¿Presión? Ni una pizca: no lee la prensa, a pesar de que sabe que es un alumno adelantado.
Sin cadenas, responsabilidades ni obligaciones. La única presión que tiene es la que él mismo se pone. El Ineos solo le tiene trazado un objetivo: que aprenda el oficio de ser líder en una gran vuelta. Una vocación que ha ido forjando en sus tres títulos en el World Tour: Tour de California (2018), París-Niza (2019) y Tour de Suiza (2019). De hecho, en la carrera francesa asumió ese rol luego de una caída de Thomas. ¿Cómo respondió? Parándose en lo más alto del podio. En medio de esa atmósfera de ilusión, pero también de palabras de más y triunfalismo de los medios de comunicación, Egan Bernal atendió a El Espectador y apretó el freno de mano. Sabe que tiene que decantarse por dos verbos nada más: aprender y disfrutar.
¿Con qué mentalidad se afronta una carrera de tres semanas como líder del Ineos?
El año pasado me fue bien, pero como gregario: detrás de los líderes, ayudando. Ahora es distinto. Todos saben que tengo 22 años y no me pueden pedir que vaya a ganar. Cualquier resultado será bueno. Voy a aprender.
Y en ese oficio de aprender a ser capo de escuadra tiene a un gran faro como lo es Chris Froome...
Uy, toca aprenderle mucho. Chris es un líder innato, una persona excepcional. No parece que hubiera ganado seis grand tours. La forma como te habla, motiva, pide la palabra en el bus, cuando mete la cucharada con el director... son cosas que toca aprenderle. Sobre todo la tranquilidad que lleva en una carrera importante luego de llegar al bus tras un mal día. Uno diría: “Carajo, nos fue pésimo”. Él dice: “Mañana será otro día. Esto se gana por minutos, no segundos. Sigamos”.
¿Cómo hacer para no marearse con todos los elogios que escucha de todo el mundo?
Dicen que soy el sucesor de Nairo, de Froome, de todo el mundo. Yo no he hecho ni siquiera un cuarto de lo que han hecho ellos. Ha habido muchos corredores que de jóvenes hacen muchas cosas y va pasando el tiempo y va pasado el tiempo y no pasa nada, se quedan ahí. Y no es que uno diga que son malos: son buenos, porque igual pueden ayudar a un líder a ganar un grand tour. Siguen siendo grandes ciclistas. Que me pase eso no me preocupa. De lo único que tengo certeza es de que seré un buen ciclista, no sé si un ganador de un grand tour o simplemente un gregario. Pero igual qué importa: estoy viviendo bien, mi familia está bien, soy feliz, estoy haciendo lo que me gusta.
¿Y cual es el discurso del equipo antes de ser líder en una gran vuelta?
No me meten nada de presión: dicen que tranquilo, que no exagere. Que no pasa nada si no gano. No piensan en ningún resultado, saben que voy a aprender. La presión que tengo es la que yo mismo me pongo. Me siento muy bien, no necesito un psicólogo. Yo sé que estoy en una de las carreras más duras y haré lo que mejor pueda. Y si no, no pasa nada, ¡tengo 22 años! Aún me quedan diez o quince años para hacerlo bien. Tengo que llevar las cosas con calma.
Los resultados en las últimas pruebas contra el reloj han sido muy positivos. ¿Cómo las está preparando?
Primero que todo: esas son pruebas en las que seguro perderé tiempo. Yo soy un escalador, la idea es minimizarlo al máximo y estar entre los mejores en la montaña. Pero estoy trabajando en la posición y la aerodinámica en la bicicleta para limar segundos que luego se pueden convertir en minutos. Si gano uno por kilómetro, en sesenta que haya en total, es tiempo. Y si llego al rango de dos por kilómetro, ni hablar. Estoy trabajando en eso.
¿Entonces se bajaría del lote de los favoritos?
Tengo 22 años, estoy compitiendo con gente de 28 y 30 en un deporte en el que la madurez y la experiencia cuentan, no voy como favorito. Tengo que aprender mucho, voy a cometer errores, obviamente. El equipo lo sabe y me respalda. Es una oportunidad muy bonita, pero trato de no pensar: vivo día a día.
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin