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Parece menos tiempo, pero en realidad es un poco más. Matteo Tosatto siente el recuerdo muy cercano, sin embargo han pasado seis años desde que corrió su último Giro de Italia, desde que fue uno de los trabajadores incansables que tuvo Alberto Contador para ganar la Corsa Rosa en 2016.
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El italiano, inteligente y valeroso, era uno de los capitanes de ruta del Tinkoff, de los que aparecían en el primer plano cuando las cámaras tomaban el tren verde limón que llevaba al español día a día, que lo condujo hasta Turín para levantar el trofeo Senza Fine por segunda vez (la otra fue en 2008) y para convertirse en el primer ciclista no italiano en obtener la victoria en 12 años.
El hoy director del Ineos Grenadiers fue formado por pequeños episodios de valerosas actuaciones, como cuando ganó la etapa 12 del Giro de 2001 o las tres jornadas que vistió la Maglia Rosa en el 2000. Un buen resultado para un hombre que aspiraba a todo, pero que entendía su lugar en el pelotón, que apañaba cualquier situación de carrera, o al menos se las ingeniaba para hacerlo.
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“Mi nombre no era muy conocido. Los periodistas no me buscaban tanto como ahora. Bueno, lo hicieron cuando fui líder, pero apenas pasó todo y entregué la camiseta, regresé al anonimato. Hay que entender que detrás del que está con todas las luces encima, hay siete u ocho más produciendo en la oscuridad”.
Tosatto debutó en el Tour en 1997, con el dorsal 49, cuando era rubio, tan rubio que las gentes lo distinguían por eso, mas no por lo que hacía.
Aunque nació en Treviso, en Véneto, una región en la que el anhelo de los niños es hacerse ciclistas y no futbolistas, su padre era aficionado a los deportes de motor. Y en casa se hablaba más de los motores y de las batallas entre Alain Prost y Ayrton Senna, que de Francesco Moser, o Laurent Fignon. Ni siquiera de Bernard Hinault.
“Aún es así. Mi padre veía ciclismo cuando estaba en alguna carrera. Se emocionó cuando me vestí de rosa. Después no. Ahora mucho menos que voy en carro”.
🎙️ @Eganbernal: "Today we rode well and I increased my lead in the General Classification but the Giro is still long, all the big climbs are still to be ridden. I'm confident but I have to keep my feet firmly on the ground."
— Giro d'Italia (@giroditalia) May 19, 2021
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El italiano dejó de ser el joven tímido y de palabras escasas y a medida que fue sumando kilómetros su retórica mejoró. Y tuvo voz a pesar de ser gregario, porque entendía el océano de problemas que acarrea una prueba de tres semanas.
Y, lo más importante, planteaba soluciones. “Me gustaba analizar a los demás, mirar sus rostros para saber quién iba cansado, o la relación con la que estaban pedaleando. Creo que una de mis cualidades es ser observador. Y tener paciencia, claro, una virtud si se sabe utilizar. Estaba en todas partes porque era la forma de solventar las carencias que tenía. Si bien era veloz, no ganaba los embalajes, ayudaba en la montaña, pero no peleaba arriba”.
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En esta edición del Giro, Tosatto habla del día a día y hace recordar a Giancarlo Ferretti, su primer director, el Sargento de Hierro, el gran estratega, el que repelía a los ciclistas quejosos y que sacaba grandes cosas de los más normales, la dureza de un militar y la firmeza del que no es dubitativo.
“Me llevó al Tour en mi primer año como profesional, en 1997. Tenía 23 años y me pesó enfrentarme contra una carrera de tantos peligros. Llegas con ganas de querer hacerlo todo, pero te das cuenta de que antes de correrlo tienes que respetarlo. Y así con el resto de carreras grandes”.
Tosatto, ahora como director, ha descubierto en Egan Bernal un ser no previsto, un corredor con cualidades y talento de jefe y con la capacidad analítica de un buen gregario. “Sabe ubicarse en el lote, no dejar que el viento lo afecte y está atento a lo que pasa. Y un detalle de este 2021: está muy agresivo en todos los terrenos. No se guarda nada: en el plano, en la montaña, en el sterrato. Un deseo enorme y eso es vital para triunfar”.
Nunca es temprano para nada
El director del Ineos reconoce que las carreteras destapadas fueron de su agrado y que las veces que estuvo en las clásicas belgas se sentía a gusto. Y que aprendió a disfrutar donde otros sufrían. Tosatto hace una pausa y arroja una frase impactante: “Egan es valeroso y saca provecho de los miedos de los otros. Así también se hace ciclismo”.
Lo dice en un español que se mezcla sin querer con el italiano, dos idiomas que hacen parte de la cotidianidad del Ineos desde que Pavel Sivakov se retiró del Giro. “Por respeto a él hablábamos en inglés, pero ahora llevamos un equipo muy latino y nos entendemos de cualquier forma. Lo importante es estar compaginados”.
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El italiano que manda –mandar es un decir– en el Ineos se disculpa, pues tiene que ir a preparar la siguiente etapa, revisar con su equipo una vez más el recorrido, los puntos importantes, la previsión del clima y todo pormenor que haga falta para seguir piloteando bajo control.
“No hay de qué afanarse. Sé que dirán que cogimos la rosa muy temprano, pero nunca es temprano para nada en este mundo”, concluye quien cree que muchos esfuerzos construyen un sueño y quien está dispuesto a hacerlos todos.
Por: Camilo Amaya, enviado especial a Siena