Egan Bernal y el “One hit wonder”
Al cumplir su objetivo de vida a los 22 años automáticamente apareció el fantasma de ser flor de un día. Su entrenador en el Ineos, Xabier Artetxe, dio detalles de cómo manejan la parte emocional del ganador del Tour de Francia, que ya está enfocado en defender el título. Madurez absoluta.
Thomas Blanco- @thomblalin
Una canción impermeable al rigor del tiempo, entre líneas, inmortal. Un privilegio reservado a pocos, a contados seres humanos. Que ha pasado por los mudables reproductores musicales de varias generaciones: “Nothing Gonna Change My Love for You”, interpretada por el artista estadounidense Glenn Medeiros. Era un adolescente, un pelado, tenía 17 años cuando la balada explotó a escala mundial. Boom: portadas en revistas, entrevistas, autógrafos, miles de reflectores. Y el segundo lugar en el Top 100 de la revista Billboard (1987). Fama pura, nada volvió a ser lo mismo.
Hoy por hoy, Medeiros, quien ya rasguña los cincuenta años de vida, es un modesto profesor de historia y música en un colegio católico de Hawái. ¿Qué pasó? Su canción hizo de él un One Hit Wonder, término utilizado para aquellos artistas con un solo éxito. Flor de un día, la expresión más coloquial en nuestro lenguaje. Una vez tocas el umbral de la fama, sobre todo en tiempos prematuros, la vara queda en un punto altísimo. Y la urgencia humana de mantenerse en esa cúspide es, muchas veces, un tiquete sin regreso. Medeiros nunca pudo superar esa barra horizontal de salto alto, por más que lo intentó. Incluso, participando en la tercera parte de “Karate Kid”. Esfuerzos estériles: el éxito no tiene una fórmula mágica. Ese es el gran reto de Egan Bernal, el campeón más joven (22 años) del Tour de Francia en la era moderna. Una prueba más para demostrar su grandeza y exterminar ese fantasma del One Hit Wonder, aunque, para él, eso es lo de menos. Lo único que le importa es ser feliz, un buen síntoma de madurez, de desprendimiento de la fama.
El ser humano y su tendencia a mirar para arriba. Pero Egan, una vez en la cima, tras ganar la carrera por etapas más importante del planeta, no tiene más planos contrapicados en su vida profesional: solo resta mantenerse. Xabier Artetxe, su entrenador en el Team Ineos, una de las personas claves de su carrera, habló de todo eso con El Espectador.
¿Cómo se maneja emocionalmente un chico que ya cumplió el sueño de cualquier ciclista?
Es difícil, algo así te cambia la vida. Hace dos años era un muchacho colombiano con proyección y ya hablamos de un campeón de un Tour de Francia. Todos lo conocen: es muy difícil salir a la carretera, ir a un centro comercial, a un bar. Y es tener a la gente encima tuyo, esas son cosas que te cambian la vida y con eso hay que contar. Hay que ayudar al deportista dándole herramientas para que pueda entrenar, dormir y recuperarse de la mejor manera gestionando todos esos elementos del mundo exterior.
Pareciera que tiene la madurez para asimilar todo. ¿Cómo lo ve?
Hemos visto en muchas disciplinas a gente que muy joven logra cosas muy importantes y luego no son capaces de seguir ese rendimiento. Egan es muy maduro, desde siempre ha tenido claro lo que quiere y no se va a perder en el camino. Tiene las ideas claras, se exige, exige a los que lo rodean y eso lo va a ayudar.
El discurso, desde el equipo, siempre había sido que es un joven que tiene mucho por aprender y que no tiene obligaciones de ganar. ¿Sigue siendo así?
Tiene 23 años, hay cosas que no le podemos exigir. La presión a los grandes campeones no se las pone nadie, se la ponen ellos mismos. Al final es como cualquier profesional en cualquier sector, son buenos porque son muy autoexigentes y quieren mejorar. Egan es así.
Luke Rowe, en la París-Niza, confesó que le quiso enseñar cómo hacer abanicos, pero que solo le dijo y él fue y lo hizo. ¿Tiene un don especial?
Hombre, un corredor que con 22 años gana el Tour es un alumno bastante aventajado. Es una persona que es consciente de que no lo sabe todo, está interesado en escuchar. La gente que piensa que lo sabe todo nunca va a aprender. Está claro que, pese a que ganó el Tour, es un corredor al que le falta experiencia. Solo ha corrido dos Tours en su vida. Está en una fase de aprendizaje. Pregunta mucho, es muy inquieto. Eso ayuda a mejorar.
¿Cómo evalúa el fichaje de Brandon Rivera, uno de los grandes amigos de la infancia de Egan en Zipaquirá?
Lo sigo hace dos años, Egan siempre me habló de él. Ganó en el Panamericano y eso ayudó a traerlo al Ineos. En su primer año a este nivel, en Europa, se va a encontrar un ciclismo diferente y necesita adaptarse. En los Nacionales demostró cosas, solo le pedimos que trabaje bien y encuentre su hueco en el pelotón. Al final del día, la estabilidad emocional es importante y el balance que tienen Brandon y Egan es importante. Le va a dar estabilidad emocional a Egan y él exigirá a Brandon al máximo. Ambos hacen una dupla muy buena de la que pronto veremos los éxitos.
El único gran objetivo de Egan este año es el Tour de Francia, ¿cómo cambia la preparación?
Trabajamos por diferentes picos de forma. El año pasado estaba enfocado en el Giro de Italia, por algunas circunstancias terminó yendo al Tour. Empezó relativamente tranquilo, no estaba al 100 %, así en la París-Niza haya estado a un altísimo nivel. Este año la preparación invernal ha sido similar, todo anda bien: se encuentra con buen peso y buena salud.
Son cosas que falta mejorar. Desde que entró, partiendo de la base de que no era un corredor de ruta, no la había trabajado mucho. Desde el primer momento hemos acumulado muchas horas encima de la bici de crono. Trabajamos la posición, aerodinámica y la mejora de materiales, aunque es una disciplina que avanza muy rápido. Es intentar adoptar un passing, un ritmo de competición: puedes ir por encima de tus posibilidades y después pagarlo y perder mucho tiempo. Hay que saber cómo maniobrar y desenvolverse en las curvas.
¿Cómo se manejan las ganancias marginales en el Ineos, una filosofía que le ha dado éxito?
Trabajamos mucho en este equipo por el empuje de Dave Brailsford (mánager general), que viene del ciclismo de pista y ganaba por milésimas. Allí los pequeños detalles contaban mucho y esa ideología se ha trasladado al ciclismo de ruta. Al final se habla mucho de los Marginal Gains, pero todos sabemos que es importante entrenar, recuperar, conocer las etapas, saber las demandas de la carrera, estudiar a los rivales, la alimentación; todos esos detalles.
¿Cómo va la adaptación de Iván Sosa?
A Iván al final quizá le puede costar más que lo que le costó a Egan el paso del Androni al Ineos, porque no todo el mundo tiene la misma adaptación y evolución. Son dos corredores diferentes, Iván, con sus 52 kilos, es un escalador puro. Está mejorando en todas las disciplinas. Para este año estamos seguros de que va a dar ese salto, más tranquilo en el pelotón y en la toma de decisiones. Sabemos que su handicap son las cronos, en eso estamos trabajando, también en el velódromo con la posición. Poco a poco lo vamos a hacer bien.
Hay incertidumbre por el estado de Froome tras su lesión. ¿Cómo ven su regreso?
Tras una lesión tan delicada nadie sabe qué va a pasar en el futuro. Lo único que tenemos son los hechos y esos dicen que la recuperación va por buen camino, que se está entrenando bien. Si alguien puede volver es él. Va a darlo todo por su quinto Tour. El futuro nadie lo sabe.
Thomas Blanco- @thomblalin
Una canción impermeable al rigor del tiempo, entre líneas, inmortal. Un privilegio reservado a pocos, a contados seres humanos. Que ha pasado por los mudables reproductores musicales de varias generaciones: “Nothing Gonna Change My Love for You”, interpretada por el artista estadounidense Glenn Medeiros. Era un adolescente, un pelado, tenía 17 años cuando la balada explotó a escala mundial. Boom: portadas en revistas, entrevistas, autógrafos, miles de reflectores. Y el segundo lugar en el Top 100 de la revista Billboard (1987). Fama pura, nada volvió a ser lo mismo.
Hoy por hoy, Medeiros, quien ya rasguña los cincuenta años de vida, es un modesto profesor de historia y música en un colegio católico de Hawái. ¿Qué pasó? Su canción hizo de él un One Hit Wonder, término utilizado para aquellos artistas con un solo éxito. Flor de un día, la expresión más coloquial en nuestro lenguaje. Una vez tocas el umbral de la fama, sobre todo en tiempos prematuros, la vara queda en un punto altísimo. Y la urgencia humana de mantenerse en esa cúspide es, muchas veces, un tiquete sin regreso. Medeiros nunca pudo superar esa barra horizontal de salto alto, por más que lo intentó. Incluso, participando en la tercera parte de “Karate Kid”. Esfuerzos estériles: el éxito no tiene una fórmula mágica. Ese es el gran reto de Egan Bernal, el campeón más joven (22 años) del Tour de Francia en la era moderna. Una prueba más para demostrar su grandeza y exterminar ese fantasma del One Hit Wonder, aunque, para él, eso es lo de menos. Lo único que le importa es ser feliz, un buen síntoma de madurez, de desprendimiento de la fama.
El ser humano y su tendencia a mirar para arriba. Pero Egan, una vez en la cima, tras ganar la carrera por etapas más importante del planeta, no tiene más planos contrapicados en su vida profesional: solo resta mantenerse. Xabier Artetxe, su entrenador en el Team Ineos, una de las personas claves de su carrera, habló de todo eso con El Espectador.
¿Cómo se maneja emocionalmente un chico que ya cumplió el sueño de cualquier ciclista?
Es difícil, algo así te cambia la vida. Hace dos años era un muchacho colombiano con proyección y ya hablamos de un campeón de un Tour de Francia. Todos lo conocen: es muy difícil salir a la carretera, ir a un centro comercial, a un bar. Y es tener a la gente encima tuyo, esas son cosas que te cambian la vida y con eso hay que contar. Hay que ayudar al deportista dándole herramientas para que pueda entrenar, dormir y recuperarse de la mejor manera gestionando todos esos elementos del mundo exterior.
Pareciera que tiene la madurez para asimilar todo. ¿Cómo lo ve?
Hemos visto en muchas disciplinas a gente que muy joven logra cosas muy importantes y luego no son capaces de seguir ese rendimiento. Egan es muy maduro, desde siempre ha tenido claro lo que quiere y no se va a perder en el camino. Tiene las ideas claras, se exige, exige a los que lo rodean y eso lo va a ayudar.
El discurso, desde el equipo, siempre había sido que es un joven que tiene mucho por aprender y que no tiene obligaciones de ganar. ¿Sigue siendo así?
Tiene 23 años, hay cosas que no le podemos exigir. La presión a los grandes campeones no se las pone nadie, se la ponen ellos mismos. Al final es como cualquier profesional en cualquier sector, son buenos porque son muy autoexigentes y quieren mejorar. Egan es así.
Luke Rowe, en la París-Niza, confesó que le quiso enseñar cómo hacer abanicos, pero que solo le dijo y él fue y lo hizo. ¿Tiene un don especial?
Hombre, un corredor que con 22 años gana el Tour es un alumno bastante aventajado. Es una persona que es consciente de que no lo sabe todo, está interesado en escuchar. La gente que piensa que lo sabe todo nunca va a aprender. Está claro que, pese a que ganó el Tour, es un corredor al que le falta experiencia. Solo ha corrido dos Tours en su vida. Está en una fase de aprendizaje. Pregunta mucho, es muy inquieto. Eso ayuda a mejorar.
¿Cómo evalúa el fichaje de Brandon Rivera, uno de los grandes amigos de la infancia de Egan en Zipaquirá?
Lo sigo hace dos años, Egan siempre me habló de él. Ganó en el Panamericano y eso ayudó a traerlo al Ineos. En su primer año a este nivel, en Europa, se va a encontrar un ciclismo diferente y necesita adaptarse. En los Nacionales demostró cosas, solo le pedimos que trabaje bien y encuentre su hueco en el pelotón. Al final del día, la estabilidad emocional es importante y el balance que tienen Brandon y Egan es importante. Le va a dar estabilidad emocional a Egan y él exigirá a Brandon al máximo. Ambos hacen una dupla muy buena de la que pronto veremos los éxitos.
El único gran objetivo de Egan este año es el Tour de Francia, ¿cómo cambia la preparación?
Trabajamos por diferentes picos de forma. El año pasado estaba enfocado en el Giro de Italia, por algunas circunstancias terminó yendo al Tour. Empezó relativamente tranquilo, no estaba al 100 %, así en la París-Niza haya estado a un altísimo nivel. Este año la preparación invernal ha sido similar, todo anda bien: se encuentra con buen peso y buena salud.
Son cosas que falta mejorar. Desde que entró, partiendo de la base de que no era un corredor de ruta, no la había trabajado mucho. Desde el primer momento hemos acumulado muchas horas encima de la bici de crono. Trabajamos la posición, aerodinámica y la mejora de materiales, aunque es una disciplina que avanza muy rápido. Es intentar adoptar un passing, un ritmo de competición: puedes ir por encima de tus posibilidades y después pagarlo y perder mucho tiempo. Hay que saber cómo maniobrar y desenvolverse en las curvas.
¿Cómo se manejan las ganancias marginales en el Ineos, una filosofía que le ha dado éxito?
Trabajamos mucho en este equipo por el empuje de Dave Brailsford (mánager general), que viene del ciclismo de pista y ganaba por milésimas. Allí los pequeños detalles contaban mucho y esa ideología se ha trasladado al ciclismo de ruta. Al final se habla mucho de los Marginal Gains, pero todos sabemos que es importante entrenar, recuperar, conocer las etapas, saber las demandas de la carrera, estudiar a los rivales, la alimentación; todos esos detalles.
¿Cómo va la adaptación de Iván Sosa?
A Iván al final quizá le puede costar más que lo que le costó a Egan el paso del Androni al Ineos, porque no todo el mundo tiene la misma adaptación y evolución. Son dos corredores diferentes, Iván, con sus 52 kilos, es un escalador puro. Está mejorando en todas las disciplinas. Para este año estamos seguros de que va a dar ese salto, más tranquilo en el pelotón y en la toma de decisiones. Sabemos que su handicap son las cronos, en eso estamos trabajando, también en el velódromo con la posición. Poco a poco lo vamos a hacer bien.
Hay incertidumbre por el estado de Froome tras su lesión. ¿Cómo ven su regreso?
Tras una lesión tan delicada nadie sabe qué va a pasar en el futuro. Lo único que tenemos son los hechos y esos dicen que la recuperación va por buen camino, que se está entrenando bien. Si alguien puede volver es él. Va a darlo todo por su quinto Tour. El futuro nadie lo sabe.
Thomas Blanco- @thomblalin