Kevin Quintero, campeón del mundo en el keirin del ciclismo de pista, con su camiseta arcoíris.
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Antes de la catedral de Nuestra Señora del Rosario, doblando por la esquina del parque Bolívar, Kevin Quintero y sus amigos, un combo de más de 20 entusiastas, se perseguían en sus bicicletas. Era una carrera que para ellos era casi como correr una clásica de Palmira. Y como esa, en las tardes de la infancia, rodaron una y mil veces más; tiempos felices que vivieron entre ciclas e ilusiones. Al rato, sentados en el andén de alguna calle palmireña, algunos tomando gaseosa y otros comiendo pan, los niños se preguntaban qué tan lejos llegaría...