Jhonatan Chaves llora en el homenaje a su hermano. / Anderson Bonilla
Ese día se cumplía un mes de la tragedia. Sometido por el sol, el camino que de Medellín lleva a Cisneros pedía clemencia. En la salida de la carrera, en medio de un punto muerto enclavado entre las montañas de Barbosa y Porcesito, el pelotón de la Vuelta a Antioquia se sofocaba mientras aguantaba el calor que subía del pavimento hirviendo en la intemperie sin sombras.
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