El ciclismo no olvida a Germán Chaves
El pelotón nacional homenajeó al ciclista que falleció junto a su padre el pasado 4 de junio luego de ser arrollados por un camión. Su hermano Jhonatan Chaves compitió en la Vuelta a Antioquia que se termina este domingo, la misma carrera en la que Germán Chaves consiguió el último triunfo de su vida.
Fernando Camilo Garzón
Ese día se cumplía un mes de la tragedia. Sometido por el sol, el camino que de Medellín lleva a Cisneros pedía clemencia. En la salida de la carrera, en medio de un punto muerto enclavado entre las montañas de Barbosa y Porcesito, el pelotón de la Vuelta a Antioquia se sofocaba mientras aguantaba el calor que subía del pavimento hirviendo en la intemperie sin sombras.
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Ese día se cumplía un mes de la tragedia. Sometido por el sol, el camino que de Medellín lleva a Cisneros pedía clemencia. En la salida de la carrera, en medio de un punto muerto enclavado entre las montañas de Barbosa y Porcesito, el pelotón de la Vuelta a Antioquia se sofocaba mientras aguantaba el calor que subía del pavimento hirviendo en la intemperie sin sombras.
Ninguna cabeza estaba en alto. Todos, con la mirada clavada en ese suelo que quemaba, respetaban, antes de que partiera la edición número 50 de la carrera, el minuto de silencio por Germán Chaves, el ciclista que unos días atrás, un domingo mientras entrenaba por las carreteras de Boyacá, perdió la vida junto a su papá al ser arrollados por un camión.
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En frente del grupo, solo, ante la mirada de toda la caravana, y en cabeza del homenaje celebrado en aquel cortejo dedicado a su hermano, estaba Jhonatan Chaves. Sin bajarse de su bicicleta, no pudo contener el llanto ni calmar su respiración. Apenas logró quitarse las gafas para secarse las lágrimas que durante semanas ha tratado de aguantar.
Hablar todavía cuesta. Y costará durante años, porque al recordar a su hermano y a su papá, los dos Germanes, la mirada del menor de los Chaves se pierde. Huye cuando le toca recitar respuestas que lastiman. El pecho se le agita y la respiración, violenta, parece precipitar el llanto, ese que viene cada vez que apela a sus recuerdos. “Iniciar una carrera y no contar con él es un vacío gigante”, atina a decir el pedalista del EPM en las pocas palabras que le quedan.
Todo ha costado desde entonces. Primero, por supuesto, afrontar la vida sin ellos. Entender, eso es lo más difícil. Seguir adelante y rehacer rutinas que ahora, ante el constante recuerdo de los que ya se fueron, hacen de la cotidianidad un asunto de mera supervivencia. Montar de nuevo en la bicicleta, por ejemplo, le heló el cuerpo.
Fue Germán padre quien le enseñó al júnior la bici. Desde que creció en Chocontá, las mismas carreteras que fueron testigo de su última rodada, Germán Chaves seguía a su papá cuando era apenas un niño que soñaba con ser ciclista profesional. Esa misma pasión la persiguió Jhonatan Chaves. Para él, no había nadie mejor que su hermano mayor, su héroe. “Era mi ejemplo a seguir”, lamenta. Era la inspiración de los ojos de un niño que, por seguirlo, empezó a dar sus primeros pedalazos montado en una bicicleta.
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Ahora, años después, cuando ya no tiene ni al hermano ni al padre, el ciclismo, más que inspiración, se volvió recuerdo. “Tuve que encontrar en la bicicleta un motivo. Esto dejó de ser un trabajo para mí. Es ahora una razón para rendirles homenaje. Para recordarlos y dedicarles mis triunfos. Es mi forma de seguir adelante. Eso es lo que ellos habrían querido y por ellos decidí que debía seguir corriendo”, aseguró en conversación con El Espectador.
En medio de la soledad, del tajante golpe del adiós que no fue dicho, Jhonatan Chaves ha encontrado refugio, aunque insuficiente para abarcar un dolor de semejante magnitud, en el ciclismo. En los pedalistas que, bajo el amparo de la memoria de la sonrisa de Germán Chaves, lo han arropado en la tristeza: “Es bonito sentir que tanta gente lo quería, que su recuerdo sigue acá presente, por más de lo que duele no poder volver a correr a su lado”.
De la Vuelta a Antioquia a la Vuelta a Colombia, el pelotón nacional no se olvida de Chaves. Los homenajes no han parado desde el día que ocurrió la tragedia. En la carrera que Miguel Ángel López dominó de punta a punta y que terminó hace dos semanas, los corredores hicieron un alto en el camino en Chocontá cuando en la segunda etapa de la competición más importante del país se dirigían a Gachancipá y el pelotón pasó por la zona exacta de la tragedia.
Y aunque paró todo el grupo, con presencia de la familia en cabeza de la esposa y la hija del ciclista recordado, en fuga se habían ido un par de corredores que no pararon, ni a pesar de saber del homenaje. El movimiento alertó a los favoritos, que apuraron la salida y, a toda prisa, rindieron tributo a la memoria del mayor de los Chaves.
En la Vuelta a Antioquia fue diferente. En mitad de las montañas, que ese día parecían condenadas por el sol inclemente, un caballo corría libre por las laderas, mientras un perro lo perseguía siguiendo el paso de su trote. Solemne, pero indiferente de la ceremonia que tenía en frente, el caballo ignoraba la tristeza del grupo de corredores que abrazó a Jhonatan antes de la salida de la carrera, un recorrido que empezó el miércoles en las vías del Nus y que terminará este domingo en Caicedo, un final inédito para la tradicional clásica antioqueña.
Hace menos de un año, en la edición 49 de la carrera, el ganador de la última jornada de la carrera fue Germán Chaves, que coronó la meta tras un último ascenso de montaña en Santo Domingo. Una subida que en Antioquia conocen como el puerto de Buenos Aires, testigo de uno de los últimos triunfos del boyacense.
Una alegría compartida en familia porque, más allá de la felicidad que le daban sus triunfos, la mayoría conseguidos en la montaña, su hábitat, Germán siempre estuvo pendiente del progreso de Jhonatan. De hecho, semanas antes de la tragedia, el menor de los Chaves alegró la casa al terminar su primera Vuelta de la Juventud, en la que ganó etapa y fue uno de los corredores más destacados.
Días antes, las dudas de un retiro prematuro le habían rondado la cabeza, pero fueron su padre y su hermano quienes le hicieron dejar la idea. De ahí la promesa, que él se planteó como eterna, de seguir montado a pesar de todo en la bicicleta.
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El menor de los Chaves aprendió de su hermano la resiliencia de levantarse. Hace meses, Germán pensó en dejar la bicicleta, como ya le había pasado otras veces en las que meditó retirarse por las lesiones. Pero su familia, la responsabilidad de mantener el hogar, el futuro de su hija todavía pequeña y la pasión por la bici lo hicieron resistir ante las dudas. Y eso se lo enseñó a su hermano pequeño, que ante el ejemplo del grande se mantuvo firme y no renunció a sus sueños de corredor.
Este año, Jhonatan Chaves fue uno de los corredores jóvenes más destacados de la Vuelta a Antioquia. Su proyección en el EPM, uno de los equipos más importantes del ciclismo nacional, es alta. Aspira a consolidarse en el pelotón nacional y seguir un camino de triunfos como el que tuvo Germán.
De hecho, por su forma de correr, hace recordar en algunas cosas a su hermano; en la explosividad que tenía en la montaña, en el compañerismo ante el sufrimiento colectivo del gregario y en la astucia que tenía para culminar las escaladas.
Así lo recuerda Gabriel Jaime Vélez, su último entrenador en el Sistecrédito: “Acá, en la Vuelta a Antioquia, nos ganó el año pasado en la etapa final. Era un repecho en Santo Domingo y se quedó solo con uno de los nuestros, Santiago Gómez. Pero Germán era muy vivo, en los últimos metros había una curva hacia la izquierda y él arrinconó a Santiago a la derecha. Santiago no se dio ni cuenta cuando le lanzó el ataque y Germán cruzó casi solo la meta”.
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Después de ese triunfo en Antioquia, Chaves llegó a Sistecrédito. Siempre mostró ser un corredor entregado, dice Vélez. Y así como siempre alegraba al equipo por sus chistes y ocurrencias, nunca negaba ni un solo esfuerzo. Se lo demostró sobre todo en el Clásico Nacional de Ciclismo Club Deportivo Boyacá, la última carrera de su vida. “Hubo una etapa que llegó a Tunja, la segunda. Ese día Julián Cardona ganó, pero por el trabajo de Germán. Se quemó. Y me dijo una frase que nunca se me va a olvidar, es de las últimas que le recuerdo: ‘Don Gabriel, hoy sí me gané el sueldo’”.
Después de esa carrera venía la Vuelta a Colombia. Y no pasaron ni dos semanas de preparación cuando pasó el desastre. “Duele cada día que pasamos sin él. Lo recordamos todos los días y extrañamos que no esté con nosotros. Pero, por eso, cada día que salimos a correr lo hacemos por él. Todo lo que hacemos está dedicado a Germán”, dice Vélez.
Ante el peso de su ausencia, cada uno intenta llevar el duelo como ha podido. A Jhonatan lo alienta el deseo de conseguir alguna victoria. Una que pueda dedicarle para rendirle tributo: “Corro por él y espero ganar por él. Porque quiero dedicarle lo que soy y daré hasta mi último esfuerzo por lograrlo”.
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