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Con el paso de los meses Miguel Ángel López se va estableciendo como uno de los pedalistas colombianos a seguir en el Pro Tour. Es un corredor hábil, fuerte para el ascenso y en la contrarreloj. Pero la carrera de este joven casi se va por la borda en 2011. Después de hacer una recarga a su celular en Sogamoso, fue abordado por dos jóvenes con arma blanca en la carrera 11 con calle 1ª. Su primera reacción fue luchar. Enfrentó a ambos ladrones y le quitó el arma a uno. Pero lamentablemente el otro le metió tres puñaladas en la pierna derecha y le robó la bicicleta. No hubo consecuencias graves. Miguel Ángel logró recuperarse y además se ganó el apodo de Supermán.
López no comenzó en el ciclismo como los otros pedalistas. A él no le regalaron una bicicleta a los cuatro años para recorrer las rutas de Pesca. No. A Miguel Ángel le gustaban otros deportes. Jugó fútbol y practicó el atletismo. En ambos se destacaba. Su vida se desarrollaba en verdes campos, tierras áridas, entre azadones, palas y animales. La bicicleta apenas la comenzó a utilizar para ir al colegio a los 15 años. Eran cuatro kilómetros. "De ida era en descenso, así que me iba a toda velocidad para aprovecharlo y porque sabía que el regreso iba a ser a otro precio: cuatro kilómetros en ascenso después del colegio eran duros", recuerda.
Un día de marzo se realizó una prueba para ciclistas aficionados. Era una cronoescalada a Crucero, esa pendiente que serpentea por las montañas boyacenses y cuyo ascenso empieza cerca a Sogamoso. Ahí estaba Miguel. Siempre fue competitivo así que aprovechó ese examen para demostrar todo lo que había aprendido en los pocos kilómetros recorridos al colegio. Su demostración fue majestuosa. Tanto así que abrió los ojos de Rafael Acevedo, hoy entrenador del equipo Sogamoso Incluyente.
-¿Cuál es su nombre?-, le preguntó Rafa al joven ciclista.
-Miguel Ángel, señor-, respondió entre los dientes.
Acevedo, muy conocido en esta tierra por su época como pedalista y ahora como entrenador, le tenía una propuesta concreta a López.
-Véngase a entrenar conmigo. Usted es un joven de muchas condiciones-, le dijo.
La invitación fue aceptada.
Su primera carrera fue un circuito a Ramiriquí. En las curvas se veía asustado, no se paraba en los pedales. La inexperiencia salía a flote, pero diez días después corrió la Vuelta al Porvenir y se destacó en la montaña. Demostró las condiciones que Rafael Acevedo le vio en la subida a Crucero. Y a partir de allí comenzó el ascenso del Miguel Ángel López, pero en ocasiones se vio frenado por diferentes lesiones. “En 2012, en la Vuelta al Porvenir, iba de líder y se partió una mano. Un año más tarde tuvo un accidente y no pudo competir más esa temporada, pero seguimos insistiendo. Quería retirarse, pero no lo dejamos”, recuerda Rafa Acevedo.
En 2014 estalló todo su potencial. Ganó la Vuelta a la Juventud, el Tour de L’Avenir, venció en los sub-23 en todas las carreras en las que compitió, por lo que llegó al Astana, donde lo llevan con calma debido a su juventud. El ciclismo a lo largo de su carrera le ha mostrado que es crudo pero en 2016 logró probar algunos sorbos de esa gloria que solo puede sentir un pedalista cuando alza los brazos en meta. En el Tour de Langkawi aunque una caída y una pinchadura le evitaron coronarse campeón, fue un abrebocas. Ganó el Tour de Suiza y después la Milán Torino.
Pero las caídas han estado ahí. En la Vuelta a España de 2016 sufrió una fuerte caída que lo hizo retirarse de la competencia y a finales de año sufrió una lesión de tibia y peroné, que lo obligó a perderse los primeros meses de la temporada ciclistica. Regresó en junio en el GP du Canton y después en el Tour de Suiza, donde sufrió una nueva caída. Desde entonces se enfocó en preparar la Vuelta, en la que quería el desquite. Trabajó mucho para ponerse a punto y los resultados se están viendo. En el ascenso se ve imparable y aún falta ver cómo está para la contrarreloj, otro de sus fuertes. Esa berraquera que siempre lo ha destacado la demostró en la etapa 15 en la que realizó un ataque de 26,3 kilómetros y logró su segunda victoria en una competencia en la que quiere quedarse con todos los honores.
jdelahoz@elespectador.com