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Todos quieren ser como Nairo. En Colombia, no hay ciclista juvenil que no sueñe con ganar un Giro de Italia, una Vuelta a España y ser podio en el Tour de Francia. Sin embargo, no todos pueden formarse pedalazo tras pedalazo al lado de su ídolo. (Vea: Chaves, sinónimo de ciclismo)
Los integrantes del equipo Boyacá es para Vivirla, que el pedalista del Movistar apadrina, tienen la fortuna de aprender junto a Quintana. No es fácil. De hecho, cuando saben que Nairo los espera para entrenar, los rostros se les transforman. Son conscientes de que tendrán una jornada desgastante.
Sin embargo, hay un ciclista que se va a dormir pensando en su próximo duelo con el más reciente campeón de la Vuelta a España. El juvenil Róbinson López puede decir que es el único que va pegado a la rueda de Nairo. Claro, el de Movistar saca toda su experiencia y no se deja. “Me dice que lo respete”, le cuenta a El Espectador el pedalista de 21 años que se encuentra compitiendo en la edición 50 de la Vuelta de la Juventud. (Lea: “Nairo es el mejor deportista colombiano de la historia”: Fabio Parra)
Las carreteras de Boyacá se deleitan cada vez que Quintana y López protagonizan duelos dignos de las grandes competiciones. Róbinson espera, toma un aire, se para en los pedales y le sale por la izquierda a Nairo. Lo supera, le toma distancia, pero cuando menos se da cuenta, ahí sí, “como una moto”, su ídolo lo sobrepasa con la misma autoridad que hace con Froome, Contador y los grandes del mundo. (Vea: ¿Cómo se financia la Federación Colombiana de Ciclismo?)
Róbinson lo soñó y aún está trabajando para lograrlo. “Mi pasión por el ciclismo llegó gracias a Nairo. Desde su primera participación en el Tour me encariñé con este deporte. Ese año empecé a montar bicicleta”, afirma el ciclista de Boyacá, quien luce orgulloso su uniforme con la bandera de Colombia en el pecho, pues se coronó en los pasados Nacionales de Ruta de Bogotá como el campeón sub-23.
Ese título le cambió la vida. Todos sabían de sus condiciones, desde el profesor José Quintiliano Rivera, quien lo metió al club Santa Bárbara de Sora, donde estuvo dos años, hasta Rafael Acevedo, la persona que lo llevó al equipo de Boyacá hace cuatro años. Sin embargo, Róbinson no había podido explotar. Quienes lo conocen dicen que su parte mental es la que más trabajo requiere. “Tiene que creérselas”, le dicen sus cercanos.
Pero Róbinson lucha y no se da por vencido. Realmente, su vida en el ciclismo ha sido todo un proceso. Apodado la Momia, por su timidez y rasgos físicos, pasó de no pronunciar una sola palabra a los integrantes del equipo a ser el que habla, apoya y hace bromas.
Quiere seguir los pasos de Nairo, pero todos saben que debe labrar su propio camino. “Es un buen corredor. Las comparaciones no son buenas. Cada ciclista es diferente. Róbinson tiene las condiciones para llegar a ser un buen corredor, es el deseo de todos”, afirma su técnico, el exciclista Oliverio Cárdenas.
El primer entrenador de Esteban Chaves asegura que Róbinson es un ciclista hecho para la contrarreloj, curiosamente la debilidad de Nairo, pero que va bien en la montaña y se defiende. “Soy un pedalista todoterreno. Pero me tengo mucha fe cuando subo”, afirma López, quien hasta el año pasado no tenía asegurada su participación en el equipo de Boyacá.
Nairo intercedió por él. Pero realmente fue una prueba contrarreloj que organizó el equipo con sus ciclistas, en donde Róbinson les ganó a todos. Ahí estaban los élite, como Cayetano Sarmiento y Wilson Rodríguez. Y a la Momia ahí sí le tocó creérselas. Los superó con creces en una bicicleta inferior. Luego llegó el triunfo en los nacionales y su participación en esta Vuelta, y el próximo reto serán los Panamericanos en República Dominicana, del 5 al 7 de mayo.
Con estas buenas actuaciones, Róbinson podría estar haciendo maletas y viajar Europa el próximo año. Pero va con calma, oyendo los consejos de su entrenador y, por supuesto, de su ídolo. “Nairo me dice que debo ser profesional en todas las carreras y en mi vida. La clave es ir bien preparado a todas las competencias”, asegura.
Para Róbinson la palabra profesional es la llave al éxito. “Creo que es, no ‘mamar gallo’, estar concentrado en sus cosas”, reflexiona el joven ciclista mientras se cura las heridas que le dejó una caída en la segunda etapa entre Riosucio y Manizales.
Ya cuando entra en confianza, bromea y comenta por menores de su experiencia junto a los ciclistas colombianos del Movistar. También comparte con Dayer, hermano de Nairo, de quien afirma es el que más molesta y con Winner Anacona, el más serio de los tres. Debe ser por eso que es con el que mejor se entiende. “Me da muchos consejos. Creo que mi forma de ser lleva a que me cojan cariño”, sostiene.
Róbinson quiere ganar el Tour, es la que más le gusta. Todavía le falta, pero puede estar seguro que detrás de él hay mucha gente esperando que lo logré porque tiene con qué.