Jonas Vingegaard, vigente bicampeón del Tour de Francia.
Foto: Visma
Jonas Vingegaard no lloraba. ¿Cómo podía llorar, si no era humano? Era imposible imaginarlo derrotado al verlo en la cima de la loma, siempre tan solo, cuando lanzaba sus ataques tan fulminantes que ni el mismo Pogi, el joven Tadej Pogacar, podía seguirle la pista. Hasta la sombra del ciclista danés era un chisme que no se creían los más escépticos del pelotón, pues siempre que alguien intentaba mirarla se daba cuenta de que aquel fenómeno, el vendaval escandinavo, ya se había ido solo. Adelante, alzaba los brazos y festejaba en la...